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Opinión 23 de agosto de 2016

Anotaciones sobre Stranger Things

La serie de los hermanos Duffer generó un estallido mundial. Es la tercera serie más vista en Netflix y todavía está en veremos una segunda parte. De regreso al terror, a la ciencia ficción y a los íconos clásicos de los ochenta.

por Agustín Marangoni

Aclaración preliminar: aquel que todavía no vio Stranger Things evite leer este texto. No tanto porque revela momentos clave de la historia, principalmente porque habla bien de la serie. Mejor verla sin esperar otra cosa que pasar un buen rato. Como casi todo, se disfruta más sin expectativas. Ya suficiente con la campaña viral en redes y medios enlazada a adjetivos como imperdible, brillante y otros todavía más edulcorados. Porque –hablemos con sinceridad– la historia está buena, está bien contada, pero no es ningún hallazgo. Tiene detalles simpáticos y un registro de actuación muy bien logrado. Suficiente. Tampoco es para revolcarse en el suelo de felicidad o para salir corriendo a tatuarse el antebrazo.

Dicho esto, adelante.

La historia

Sobre cualquier estrategia narrativa está la historia, que es un collage de historias que ya se vieron a granel. La de amor adolescente. La de terror con un monstruo. La de los nenes que salen a explorar. La del adolescente víctima de bullying que hace fotos de noche. La del matrimonio divorciado que discute por sus hijos. La de la organización secreta yanqui que crea armas para enfrentar a los comunistas. La de una nena con superpoderes. Y así sucesivamente. Stranger Things toma un recorte de cada historia y los ensambla con astucia para decir de otra manera lo que ya se dijo diez mil veces. El mérito está en la ecualización de la mezcla, todo suena equilibrado y orgánico. Hay, tal vez, algunos momentos que están rebalsados, por ejemplo cuando Mike salta de un acantilado e Eleven lo frena en el aire y lo vuelve a subir. Pero son escenas sueltas que no opacan el resultado. Estamos frente a una serie que aparece en un momento donde los rescates emotivos están al borde de saturar. Entre tanta remake, Stranger Things es una vuelta creativa distinta.

Los ochenta

Las citas a clásicos de los ochenta son un buen truco. Ahora bien, que haya guiños a E.T., que se vean pósters de películas de la época, que recuerde a las aventuras de Los Goonies, que suene The Clash y que haya homenajes a Alien, Pesadilla, La Cosa y Halloween no es argumento suficiente para decir que la serie vale la pena. La historia, por fortuna, tiene vida propia más allá de todo el decorado nostálgico. Lo novedoso está en el uso y la revalorización de esa estética. La serie, por ejemplo, se ve con una textura de imagen característica. Se filmó con una cámara Red Dragon pero en el proceso final se le añadió un filtro que imita el granulado de aquellos años sin perder la definición de estos tiempos. Lo mismo con la música: Michael Stein y Kyle Dixon son los integrantes de Survive, una banda de sintetizadores que emula esa atmósfera de épica ochentosa, pero con un sonido final que es del siglo veintiuno. En el uso de los planos, los Duffer también respetaron la gramática de los ochenta, sin embargo la velocidad de la edición es propia de estos tiempos. La estética se pensó de adelante hacia atrás: una remasterización de los ochenta.

Los personajes

He aquí lo mejor. Los cuatro chicos (Eleven, Dustin, Mike y Lucas) y el comisario Hopper sostienen sin intermitencias la sustancia de terror-ciencia-ficción que marca el pulso de los ocho capítulos. La dirección de los hermanos Duffer es exacta, logró un registro creíble para contar algo que la tiene bien difícil para generar empatía con el espectador. Cada cual aporta lo justo, incluso Will, que sólo aparece un par de minutos en el primer capítulo. La participación es breve, pero es todo lo potente que tiene que ser para justificar que el eje de la historia sea su búsqueda. Jonathan, el hermano de Will, y Nancy, la hermana de Mike, también tienen lo suyo. Sostienen escenas riesgosas, por ejemplo cuando ella entra en el hueco de un árbol que conecta los dos mundos. Nancy no tiene ninguna necesidad de meterse ahí, pero la decisión responde a copiar el comportamiento inocente clásico de las películas de terror de los ochenta. En este caso el movimiento está bien capitalizado y se convierte en un engranaje narrativo para poner en marcha el plan de cazar al monstruo a cualquier precio. Si esa escena fallaba, la historia se hubiese quebrado. Es una hazaña conseguir que un grupo de actores, en su mayoría desconocidos, consiga un salto a la fama en tan poco tiempo y con tantos fans. Ubicarse como la tercera serie más vista de Netflix (según cifras de SymphonyAM) es un logro importante, que se amplifica todavía más si se tiene en cuenta que casi todos los responsables de este producto están dando sus primeros pasos.

¿Segunda parte?

La historia queda abierta. En el último capítulo, Eleven se sacrifica para destruir al monstruo, pero en una de las últimas escenas se ve al comisario Hopper dejando waffles adentro de una caja en el medio del bosque. Eleven no murió, más obvio imposible. No se sabe dónde ni cómo está, pero está viva. Primera señal de continuación. Los hermanos Duffer, astutos ellos, no adelantaron nada preciso, apenas deslizaron en una entrevista que les gusta la idea de conectar a Eleven con Hopper. También hay hilos narrativos fuertes para continuar con Will. Una vez que fue rescatado del otro lado, se lo muestra en su casa, junto a su madre y su hermano, en una cena de navidad. Antes de empezar a comer, va al baño y escupe una babosa. En ese momento, el lugar toma la forma de esa dimensión fría y gris. Es un pestañeo, pero dice mucho. Los hermanos Duffer aseguraron que para pensar en una segunda parte primero hay que analizar cómo es la respuesta del público con la primera. Un eufemismo. Léase: tenemos que hacer números, rever contratos y analizar la posibilidad de escribir un nuevo guión sin dinamitar el prestigio que conseguimos en tan poco tiempo. Con la cantidad de continuaciones insípidas que se han lanzado en el micromundo de la series para seguir exprimiendo el éxito de algunos productos, es de esperar que en breve se anuncie la segunda parte de Stranger Things. Tienen un excelente catálogo de personajes. Plata no les falta. Ideas… ya veremos.



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