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La Zona 17 de enero de 2018

Ante el vacío legal, crecen los locales bailables clandestinos en Villa Gesell

Por la falta de una norma que regule la instalación de discotecas, los vecinos denuncian la existencia de música a la madrugada, suciedad, gritos, peleas y amenazas en los inmuebles alquilados por turistas.

Rosa Estanga, concejal radical.

 

VILLA GESELL

Música hasta la madrugada, suciedad, gritos, peleas y hasta amenazas son algunas de las molestias que sufren cada verano los vecinos de Villa Gesell cuando aparecen los “boliches clandestinos” en las casas que alquilan a jóvenes turistas, ante la falta de una norma que regule el tema en esa ciudad balnearia de la costa bonaerense.

Sancionada el 17 de noviembre de 1988, la ordenanza 1670 de “ruidos molestos” que rige para el partido de Villa Gesell -que incluye Las Gaviotas, Mar Azul, Mar de las Pampas- nunca fue reglamentada, por lo que no hay una herramienta legal para saldar el conflicto.

La norma prohíbe causar ruidos “que puedan perturbar la tranquilidad o reposo de la población” cuando sean superiores a 80 decibeles en el horario de 6 a 22 y superiores a 60 decibeles de 22 a 6, pero no se cumple.
“Vivimos un infierno. ¿Sabés lo que es no poder dormir durante un mes?”, dijo Patricia Raducci, que reside en calle 108 entre 4 y 5, en pleno centro de Gesell, donde cada verano debe convivir junto a un verdadero “boliche clandestino”.

Desde 2014 que su vecino le alquila la casa a jóvenes turistas con un agregado especial: para hacerla más atractiva a los inquilinos, la equipa con parlantes y luces de LED para fiestas.

“La casa está preparada para 11 personas, pero por noche llega a haber más de 60”, dijo Raducci y, aunque nunca vio que se cobrara entrada, afirmó que el problema “no es sólo la música” sino también “la suciedad, las peleas, los gritos y los enfrentamientos”.

El año pasado, producto de una discusión con otro jóvenes, un chico terminó en el hospital de Mar del Plata con una herida en el estómago que le hicieron con una botella de vidrio. “Casi se desangra en la vereda de mi casa”, aseguró Raducci.

“También -recordó- el verano pasado a una vecina le revolearon un botellazo y, enojado, otro vecino se paró con una camioneta con dos bidones de nafta para prenderle fuego la casa donde estaban los chicos. Así y todo, quedó en la nada”.

Desde hace ya varios años que se reportan en Villa Gesell casos de viviendas alquiladas a jóvenes que ponen música hasta muy tarde, alterando la normal convivencia con los residentes.

Según Raducci, casi todas las noches se repite la misma escena: ante el reclamo de los vecinos se acerca al lugar el inspector general y da intervención a la Guardia Urbana, que multa a los inquilinos pero sin ningún resultado.

“La multa nunca se paga -aseguró- porque como no se la hacen al propietario sino a los inquilinos, a ellos no les interesa en lo más mínimo pagarla”.

Tras años de angustia -hace 17 que reside en Gesell- Raducci ha hecho presentaciones ante la Municipalidad, llamados a la guardia urbana y a la policía y hasta reuniones con concejales de distintos partidos políticos, pero aún no obtuvo una respuesta clara.

“Nos hemos reunido con concejales que me plantearon que ya recibieron varios problemas de este tipo. Este tipo de turistas espanta a las familias, que son las que dejan más dinero a la comuna”, afirmó.

Conflicto sin solución

Ante la consulta, la concejal radical Rosa Estanga dijo haberse reunido con las autoridades municipales para ver “cómo reglamentar la ordenanza y regular los desmanes en propiedades privadas”.

“Villa Gesell tiene que ser una ciudad cómoda para veranear, pero también para nuestros vecinos. Un boliche bailable en medio de una zona residencial no es aceptable”, admitió la concejal.

Para Estanga, el conflicto pasa tanto por el monto de la multa como a quién se le aplica: “Si bien se hace una inspección y se eleva una multa contra el inquilino, el responsable debe ser el propietario”, sostuvo.

El costo del alquiler en Gesell puede llegar a unos $600 por día por inquilino en la primera quincena de enero y $1.000 en la segunda, por lo que las multas deben tener relación con una ganancia cercana a los $100.000 por cada una, coincidieron la vecina y la concejal.

“Tenemos que lograr que las multas que se le apliquen sean representativas. Hace muchos años que estamos esperando organizar esto, tenemos que dejar de ser un bombero que apaga incendios para llegar a una solución de fondo”, cerró Estanga.