CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Opinión 20 de febrero de 2017

Bienvenue, monsieur Bielsa

por Walter Vargas

Marcelo Bielsa

El regreso de Marcelo Bielsa ya tiene fecha y geografía y salvo a sus detractores, que no son pocos y la mayoría habita en la Argentina, la noticia gratifica a una comunidad futbolera que más allá de las predilecciones y las estadísticas abreva en el saludable hábito del respeto.

Que eso, como mínimo, merece alguien como Bielsa, insospechado de conductas indecentes, de operaciones, de intrigas malsanas y de la muy difundida práctica de golpearse el pecho en los momentos de marea alta y hacerse el distraído en los momentos de marea baja.

Y todo eso, conste, sazonado con una valía que excede por mucho esa suerte de Waterloo que condujo en el Mundial 2002 cuando la misma Selección Argentina que había convertido en la mejor del planeta se desplomó como un castillo de naipes y se marchó de Japón con pasmosa rapidez.

Marcada a fuego una mancha de un peso incuestionable, pero una mancha al fin, no deja de ser llamativo que fiscales variopintos crean o pretendan hacer creer que en la vida deportiva de Bielsa lo único que pasó tuvo lugar en Miyagi el 12 de junio de 2002.

Nada más lejos de la realidad, por cuanto en la larga trayectoria del rosarino hay constancia de ideas loables (por ejemplo, la táctica al servicio de una impronta ofensiva, en ese sentido fue un pionero en tiempos de conservadores de todo pelaje), días y días de trabajo metódico y huellas virtuosas que incluyen un buen tramo en la propia Selección Nacional, la refundación de la selección chilena y crecimientos palpables en clubes de moderado presupuesto, tales como Athletic de Bilbao y Olympique de Marsella.

Y Francia será, pues, el escenario que abrigará el retorno de “El Loco” (o el “Gurú”, según exageró el diario El Mundo de España en su edición del domingo), a tres semanas de cumplir 62 abriles, a dos años de su sorpresiva dimisión del Marsella y a uno de su insólito episodio en Roma: había firmado con Lazio, le fueron prometidos siete refuerzos, los refuerzos jamás llegaron, hizo las valijas, explicó a los periodistas el motivo de su alejamiento y partió al aeropuerto de Fiumicino.

En Lille, condado de Flandes, en la frontera con Bélgica, será bienvenido como acaso no lo ha sido ni en Guadalajara ni en Barcelona, ni en Santiago de Chile, ni en ninguna otra parte, puesto que el actual entrenador del equipo, Franck Passi, fue su ayudante de campo, y las dos personas que decidieron su contratación llegaron a él por el camino de la abierta admiración.

Marc Ingla, gerente general del Lille Olympique Sporting Club, lo describe como portador de la santísima trinidad “filosofía, rigor, profesionalismo”, y el presidente del club, Gerard López, confiesa sin rubor que es “fan de Bielsa”.

Que ahí tenemos toda una curiosidad: hay muchos entrenadores buenos, regulares y malos; hay muchos entrenadores de foja victoriosa, de foja aceptable y de foja desdichada; hay cientos, miles de entrenadores, pero pocos, muy pocos, como Bielsa, que así como sufre de un club de detractores también disfruta de un club de admiradores.

Una curiosidad y una rareza de alguien cuyo recorrido en sí mismo está poblado de peculiaridades, azares, sucesos fuera de catálogo.

Quedará por verse con cuál Lille se encontrará, toda vez que de momento batalla por mantener su cupo en la Liga 1 con un equipo que sufre el desgaste de más de cuatro veteranos ajados y a la vez perfila el florecimiento de una camada de jóvenes de gran proyección.

Entretanto, y a cuenta, es justo y debido celebrar que esté puesto a plazo fijo el volver a entrenar de un entrenador de ley que en Europa se sumará a un venturoso cuarteto argentino que le atañe: a Eduardo Berizzo, Diego Simeone y Mauricio Pochettino los dirigió y Jorge Sampaoli se reconoce como su discípulo.