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Arte y Espectáculos 7 de abril de 2017

“Estoy preparada para luchar desde el piano”

Calenna Garbä cuenta cómo nace su música y explica por qué su piano se convirtió en una herramienta de militancia a favor de las diversas identidades de género.

Compone a partir de las imágenes que llenan su cabeza. Hace música, acaso, para calmar-sacar-callar los cientos de escenas cerebrales con las que convive a diario, mientras almuerza, trabaja, vive. Calenna Garbä es “netamente compositora”, tal como ella misma se define en una entrevista con LA CAPITAL. Esta porteña devenida en marplatense desde hace once años encontró en el género de lo clásico ligero la ruta en la cual hacer circular y encolumnar toda su música. Una música que ya está guardada en un disco de 2012 pero que sigue activa y que se escuchará, fresca, hoy en la sala Melany del complejo Radio City Roxy (San Luis 1750), a partir de las 21.

Enamorada de las melodías de Nino Rota o Ennio Morricone, ambos compositores de memorables películas italianas, Calenna explica cómo nace el género musical dentro del que conviven las bandas de sonido de un filme.

“Somos contemporáneos de una variante artística nueva como es el Séptimo Arte -dice-. Al ser mudo, el cine necesitaba de la música. Al principio se usaron músicas clásicas para acompañar y después empezaron a armarse las bandas de sonidos, que son específicas y que tienen dramatizaciones correspondientes. Es un género que tiene una estructura clásica pero que permite cierta sensibilidad, incorporando sonidos no tan antiguos, más bien modernos, nuevos instrumentos y permite flexibilizar algunas normas un poco rígidas del sistema académico. Sentí que era el género adecuado para mí, porque yo tenía muchas imágenes al componer”.

Al frente de una orquesta de nueve ejecutantes (violín, viola, chelo, corno francés, clarinete, percusión, guitarra eléctrica, bajo y batería, más su piano), la compositora entiende que su música, que es instrumental, contiene historias. Esa certeza la llevó a grabar un videoclip con actores, una narración de época que sucede mientras ella ejecuta el piano. Ese material audiovisual lo estrenará en el concierto del viernes.

A pesar de sentir una gran sintonía con la música de Chopin -“me apasiona su vida, me conmueven esas historias”-, la artista asegura que le cuesta llevar a un escenario la música de otro autor. “Hay que dejar material, para los que vengan, es muy interesante el trabajo de granito a granito que hacen los compositores a lo largo de los años. Creo que el siglo XX es un siglo en el que se tocó mucha música del siglo XIX, se tocó más la música del XIX de la que se compuso”.

– ¿Te referís a la música clásica?

– Sí.

– ¿Por qué sucedió esto?

– Creo que en el siglo XX nos dedicamos a comunicarnos entre nosotros, fue el siglo de las comunicaciones, el siglo en el que nos dedicamos a tratar de hacer las cosas más rápido, nos dedicamos a contarnos qué nos pasaba más rápido, de poder visitarnos más rápido. Y la libido no se puede poner en determinadas cosas, si bien existe en multilugares de nuestro cerebro, cuando hay que apuntar a algo la libido es como que se concentra y es un punto de energía, como un láser. Y la sociedad mundial en el siglo XX puso la libido en el impulso de conocernos más, de sabernos más y poder decirnos más rápido las cosas.

– ¿Se está componiendo más en el siglo XXI?

– Es prematuro saber cuál será la tendencia. El siglo recién empieza. Hay mucha fusión ahora con músicas populares, pero sigue la tendencia del siglo XX, teniendo en cuenta que muchos de los músicos contemporáneos nacimos en el siglo XX.

“No soy una veinteañera”

La pianista celebra su trabajo compositivo y el de otros autores contemporáneos que, a pesar de las tradiciones, se las ingenian para ponerle música a esta nueva instancia humana y no pierden de vista lo clásico ni las viejas identidades. “Yo tengo una mirada muy europea de la música, tengo una manera de decir que es muy amigable, me gusta lo latinoamericano, me encanta el folklore, mi abuelo era profesor de folklore y mi papá es profesor de bandoneón, pero mi mirada es de Europa”, aporta. La misma Europa de la que partieron -fugados por las guerras- sus familiares de origen vasco francés.

– ¿Qué significa tener una mirada europea sobre la música?

– Significa que tus intérpretes o las técnicas que desarrollan determinados compositores son de Europa. Cuando pasás por la enseñanza académica, irremediablemente abordás compositores de Europa.

– Hace muchos años que venís estudiando el género clásico ligero y hace muchos años que componés, sin embargo son recientes tus conciertos. ¿Sentís que estás llegando de manera tardía al público?

– Primero tuve que resolver cuestiones básicas, como tratar de abrirme paso. Nunca dejé la música, siempre estuve al lado de la música y la música evitó muchas veces situaciones de angustia. Hace once años que vivo en Mar del Plata. Y cuando llegué era una persona más que llegaba a una ciudad que nunca dejó de estar al tope de la desocupación. Además, llegué con un bagaje de ansiedad, de querer vivir mi vida porque nadie es profeta en su tierra. Yo no soy mística, pero creo que todas estas cosas sirven. De alguna manera, este proceso que atravesó Calenna fue necesario para que Calenna tuviera un cúmulo de imágenes ricas en experiencias, buenas y malas. No soy una veinteañera.

Su condición de mujer trans la llevó a desarrollar una militancia desde el lado musical, por afuera de los rótulos o de los movimientos más organizados, en un perfil bajo absolutamente elegido. Como ella dice: “Estoy preparada para luchar desde el piano, es la herramienta que mejor manejo, nadie puede obligarte a luchar de una manera en la que no estás preparada”.

Y admite: “Es muy fuerte para la gente, algunos me ven por primera vez en el teatro, me miran y empiezan a no cerrar lo que ven, pero dejan de pensar cuando empieza la música y al terminar el concierto dicen ‘Me encantó lo que hizo’. Y esa es una manera de militar. Cuando gané el Estrella de Mar lo dije: ‘Yo toco para todo el mundo’. No voy a militar de una manera que no es la adecuada, de esta forma también aporto, sin decirlo, porque no estoy todo el tiempo pensando en ese rótulo”.

Calenna entiende que desde el piano y desde el arte realiza un gran aporte a la aceptación de las diversas identidades de género. “Voy creando conciencia, a mi forma voy creando conciencia”.



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