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Opinión 19 de marzo de 2018

China y Rusia: un paso al frente

por Raquel Pozzi

Re-elecciones sin obstáculos y liderazgos tonificados determinaron un paso al frente de dos potencias gravitantes en la geopolítica global como la República Popular de China y la República Federal Rusa, por la permanencia en el poder de líderes sexagenarios como Xi-Jinping y Vladimir Putin producto de las elecciones que se llevaron a cabo días pasados.

Si bien nada hacía prever resultados contrarios, las re-elecciones de ambos mandatarios son indicativos de continuidades en proyectos de política exterior. Los titulares periodísticos con respecto a la re-elección de Xi-Jinping centralizaron la noticia en la renovación quinquenal como presidente de China y de la Comisión Militar Central en el marco de la elección plenaria que realizó la Asamblea Nacional Popular (ANP) no obstante la observancia del análisis global se focaliza también en la re-estructuración del consejo de estado a través de reformas ministeriales (elevándose a 26 ministerios) iniciando una nueva configuración dentro de las carteras de gobierno con el fin de subsanar, entre otros factores, diminutos focos de oposición dentro del personal militar del ejército protagonistas de las protestas en Pekín que incordiaron al mandatario chino por la reducción que realizó en el número de tropas licenciadas dentro de las FFAA.

Tanto la merma burocrática, la construcción de un estado socialista moderno y ágil como también el fortalecimiento de las facultades del Partido comunista chino se apoyan sobre el estribo legal de la reforma constitucional que modificó la del año 1982 (por Den Xiaoping) eliminando definitivamente los límites de la re-elección (hasta ahora sólo 2 mandatos consecutivos) de esta forma y con la construcción de liderazgos fuertes de la mano de su vice-presidente Wang Qishan, Xi-Jinping se asegura la posibilidad de mandato vitalicio.

El juramento de los diferentes funcionarios sobre la carta magna que posee una enmienda sobre el “Pensamiento de Xi Jinping” conlleva un mensaje subliminal “todo aquel que se adjudique el rol de opositor lo será contra la Constitución y contra el PCCh (Partido Comunista chino)”.

Obras titánicas

Obcecado por luchar contra la corrupción, empeñado en demostrar las bondades de la “democracia por consenso” (China) en contraste con las “democracias de confrontación” multipartidistas occidentales y perseverante en la fastuosa Ruta de la Seda II, el mandatario chino centró su fuerza oratoria en el fortalecimiento del nacionalismo como también en la soberanía económica a través de aires renovados de libre comercio –Socialismo de mercado-.

El planeamiento globalizado chino posee clara visión geopolítica y geoeconómica de cara a detentar el liderazgo mundial en las próximas décadas producto de la férrea voluntad de la población china y ayudado –quizás- por torpes errores que pueda cometer basado en la imprevisibilidad, la máxima potencia, EEUU en tiempos de Trump.

La Ruta de la Seda “Una franja una ruta” con los cinco pasillos económicos que conectan a China con Europa occidental y oriental; Oriente hacia Japón y las Coreas; La zona del Golfo, Oriente Medio y África por mar y tierra contactando a aquellos países que no tienen salida al mar como Afganistán, Mongolia y otros, pretende la conectividad global. La conexión interoceánica como también la heterogeneidad de países involucrados en el proyecto chino supondrá enormes desafíos como por ejemplo armonizar pautas técnicas arancelarias dentro del objetivo general de China dónde el empalme no sólo se centrará en la construcción de infraestructuras sino también en lograr consensos políticos-ideológicos, comerciales, de capitales y de personas para edificar los cimientos del Consenso de Pekín (neo-comunista) en clara oposición al Consenso de Washington (neo – liberal).

Era previsible que Xi-Jinping sea nuevamente presidente ya que proyectos faraónicos en plena construcción, purgas políticas y la lucha contra la corruptela por parte del flamante vice-presidente Wang Qishan posicionan a la República Popular en el podio de los estados más estratégicos a nivel global por la férrea convicción en la necesidad de lograr el máximo poder dentro de un esquema de “equilibrio de poder” interno (capacidad económica y militar) externo (crear alianzas y fortalecerlas) con apelación a la creación de un nuevo sistema de afinidades ideológicas e históricas. El “sueño chino” y el rejuvenecimiento nacional posa sus cimientos en cuatro pilares: China fuerte; civilizada; armoniosa y hermosa requiriendo de aliados fuertes como lo es Vladimir Putin.

La mano que mece la cuna

Vladimir Putin cuestionado por la gélida y estoica actitud y referenciado como líder que construye liderazgo desde los tiempos de Boris Yeltsin es el más impertinente de todos “Lo que el Brexit desunió, Putin logró unir” La relación entre Moscú y Londres en torno a los ex –espías envenenados ensombreció la figura fetichista de Putin. El título es simple, fue un ataque de Rusia en territorio británico con metodologías de la ex-KGB, situación insoportable para Teresa May que en el duelo propuesto por Moscú tomó el guante blanco y emprendió la carrera de re-construcción de su alicaída administración recurriendo sin sonrojarse al amparo de sus ex – socios de la UE: Alemania y Francia.

La nostalgia londinense en tiempos de la UE parece haber recuperado un poco del protagonismo perdido. El mundial de fútbol a realizarse en Rusia con el deporte que aglutina “casi” todos los poderes será en cierta forma el escenario dónde se podrían resolver algunos dilemas. La pregunta sin respuesta que subyace sería ¿es posible que la ex potencia mundial quiera zanjar las relaciones entre los dos estados en cuestiones tan sensibles, poniendo en duda la participación en el mundial de fútbol?

Indiscutiblemente son los tiempos del deporte por un lado Corea del Norte asomó la bandera blanca en los Juegos Olímpicos de invierno en Pieochang 2018 (Corea del Sur) para acercar las relaciones entre Kim Jon – Un y D. Trump y por otro lado el Reino Unido deja el trono de la diplomacia refinada para dar paso a histéricas decisiones que tienen que ver más con acercar posiciones a sus antiguos aliados que resolver la supuesta e insolenta actitud del Kremlin.

Mientras tanto Vladimir Putin se consagra nuevamente como presidente, incorpora a Crimea en el proceso electoral, somete a Ucrania a resolver la guerra entre pro-rusos y pro-unión en la región de Donbass con elecciones parlamentarias y mece la cuna de la UE con la mano más dura para lograr el derrumbe de la misma pero con el Reino Unido incorporado.

Una nueva era con viejos gurúes como Putin y Xi Jinping que dan un paso al frente mientras el oportunismo del S. XXI toma lista a los estados que están dispuestos a utilizar estrategias aggiornadas y eficaces ante la alterada ceguera de otros líderes que apelan a la senil diplomacia tan ineficaz como inoportuna.

(*): Analista en Política Internacional y Profesora en Historia. @raquelpozzitang