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Deportes 17 de diciembre de 2017

Cuidar lo nuestro

Lo que dejó el inicio de la final de la Liga Marplatense de Fútbol entre Kimberley y Círculo. Un partido que no debió empezar este sábado.

Por Juan Miguel Alvarez

El fútbol marplatense necesita más protección. Hace tiempo dejó de ser un atractivo para las masas y hoy solo un puñado de personas lo siguen con atención: los propios protagonistas y algunos otros “locos fanáticos” que quedaron de las décadas más gloriosas.

Los motivos de la decadencia con el paso del tiempo fueron variados y no serán un tema en discusión en esta columna. Porque, al fin y al cabo, es necesario mirar hacia adelante. Dejar de añorar lo que fue y tratar de construir lo que puede/debe ser.

Por eso, es inaceptable que ocurran situaciones como las que se vivieron el sábado ¡en una final! El partido jamás debió empezarse a jugar. Y no es hablar con el diario del lunes. Como pocas veces ocurre, ya desde el viernes se emitió un alerta meteorológico por “tormentas severas con posibilidad de actividad eléctrica” para la tarde del día siguiente. Mientras la municipalidad recomendó “quedarse en un lugar seguro”, la Liga Marplatense de Fútbol programó un partido de fútbol como si nada.

La tormenta se desató cincuenta minutos antes del horario de la final, con muchos espectadores trasladándose a la cancha. Algunos, incluso, desde la ruta, porque uno de los protagonistas era Círculo de Comandante Nicanor Otamendi. Detalle que tampoco se tuvo en cuenta.

En los minutos previos tampoco primó el sentido común. El juez se comunicó telefónicamente con el presidente de la LMF, Roberto Fernández, quien prefirió delegarle la decisión. Ante esto, Juan Cruz Pampín analizó el estado del campo de juego -que era bueno- y mandó a los equipos a hacer el precalentamiento.

El juez advirtió: “si hay tormenta eléctrica, el partido se para”. Tampoco ocurrió. Al minuto ya cayeron los primeros rayos. Pero más allá de reuniones con los capitanes, todo siguió con normalidad, sin proteger la integridad física de los presentes. Riesgo totalmente innecesario para cualquier partido, sea una primera fecha o la final.

El futbolero entrado en años todavía tiene vivo el recuerdo de la tragedia que ocurrió con Gustavo Sterponi, quien falleció fulminado por un rayo mientras entrenaba con su equipo, justamente Círculo Deportivo, en Parque Camet allá por 1984.

Por suerte ahora no ocurrió nada grave. Pero no debe dejar de decirse que se manchó una de las mejores finales de los últimos tiempos.

¿A quién le sirvió la disputa de esos 44 minutos? Absolutamente a nadie. La recaudación fue mucho más baja que lo que pudo ser (porque varios decidieron quedarse resguardados en sus casas) y el partido se jugó en penumbras (arrancó 17.10, con el cielo totalmente cubierto). Pero Kimberley y Círculo, enajenados por rencillas anteriores, ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo para protegerse entre ellos.

Se dijo ya varias veces que estos son dos de los clubes que más crecieron en los últimos años. Con directivos dispuestos a apostar. Por algo, hoy son protagonistas principales del Federal B. La competencia los retroalimentó. Pero también generó rencores. El fútbol a veces desquicia hasta al más sereno. Y se percibe que están muy cerca de cruzar el límite. Ojalá no suceda. Porque lo que se tarda años en construir, puede desmoronarse en un instante. Por eso, hay que dejar de mirar como enemigo al rival, parar la pelota y, entre todos, lograr mejorar el producto. Hay que cuidar un poco más lo nuestro.



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