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Deportes 6 de septiembre de 2017

Dejemos de engañar a Messi

por Vito Amalfitano
@vitomundial

Desde Buenos Aires

Fueron diez años de “Si-messismo”. Ahora llegó la era del “Perdón Messi”. Tan nocivo para el propio Lío una cosa como la otra. Y, por consiguiente, para toda la Selección.

Durante diez años, un poco menos, le hicieron creer a Messi que podía ser capitán, conductor, líder de la Selección además de todo lo que ya fue en su equipo, Barcelona, el mejor ejecutor-delantero del mundo, y en esa condición,-no otra-, para muchos el mejor futbolista del universo.

Desde que la Selección desechó a Riquelme,-responsabilidad y culpa de los técnicos, y de los dirigentes que eligieron a esos técnicos-, Messi empezó a tener una mochila cada vez más pesada encima. Así llegaron la cadena de frustraciones y las tres finales perdidas. No las ganó, porque nunca llegó a ser Maradona. Pero es Messi, que no es poca cosa, y bien las pudo haber ganado si hubieran entendido que no era todo que le hicieron creer. Y si él mismo no se hubiera dejado engañar.

En Barcelona siempre tuvo a Xavi y/o Iniesta. Hasta que maduró lo suficiente como para animarse a enlazar e incluso liderar. Aunque tampoco le va tan bien últimamente en resultados desde que no son protagonistas principales aquellos conductores necesarios para darle libertad a su frescura.

Ahora, después del vergonzante 1 a 1 de la Selección con Venezuela, empezó a proliferar en medios y redes sociales el “Perdón Messi”. Sin reparar en que ya Messi es parte del problema. Obvio que sigue siendo el mejor jugador de la Selección y hoy por hoy el único capaz de meter un revulsivo que cambie la ecuación en un partido. Pero si ese revulsivo no aparece o no alcanza, si esa descarga de electricidad no es suficiente, el equipo se queda rápidamente sin luces. Porque no hay equipo. Porque no juegan para Messi. Pero también porque Messi no juega para el equipo.

Animémosnos a decirlo con todas las letras. ¿O le vamos a seguir mintiendo y nos vamos a seguir mintiendo? Ahora resulta que la Selección pena en las eliminatorias porque no sabe aprovechar a Messi, únicamente. Y lo que se ve en la cancha es un Messi mal abastecido, está claro, pero también un Messi que no es propenso a generar sociedades o circuitos de juego. Justamente porque en la mayoría de las situaciones, con su enorme talento y desquilibrio, fue capaz de resolver todo por sí solo. Fundamentalmente en Barcelona, una vez, claro, que lo abastecieron y que detrás de él funcionó todo un andamiaje para que no tenga toda la carga.

La Selección tuvo a “un Iniesta”. Y lo desaprovechó. Y ahora que no está Riquelme no tiene como inventarlo. Porque además desde inferiores para acá los entrenadores argentinos desecharon esa función, esa característica, que es mentira que está perimida en el mundo. Todo lo contrario. Vean sino como jugaron los últimos días Kroos y el propio Iniesta en sus selecciones. Y James, y Cardona. El propio Neymar, más allá de matices y características diferentes. Y Cristiano, que ya últimamente carga más con las difíciles en su equipo y selección con claro liderazgo, sin tener que pedirle mucho más a sus compañeros.

No le pidamos todo a Messi. Tampoco pidamos que todo lo hagan por y para él. No sirve pedirle perdón. Sino que él deje de fastidiarse y también él ayude a generar el circuito de juego que no existe. En verdad, por ahora Sampaoli no lo ayuda mucho. Le aporta más caos que orden, más allá de las buenas intenciones. El contexto de un equipo mal parado, o directamente no parado, no lo ayuda. Y Banega tampoco fue solución esta vez. Gago no es, ni por asomo, ese conductor que hoy le falta a la Selección. Pero al menos le podría dar la pelota más redonda a Messi y aportaría menos confusión que un Pizarro, por ejemplo.

Se viene una final con Perú. No hay mucho para pensar. Sí el técnico tiene la obligación de acomodar las piezas. El sillón en el living, la heladera en la cocina, la cama en el dormitorio. No una línea de 3 para que Lautaro Acosta se tenga que desdoblar y terminar jugando de 4, o Mascherano persiguiendo a Rondón desde atrás como si fuera un pibe de 20. Un equipo con referencias, ejes dónde pararse, orden y ubicación. Eso, con lo que hay, será mejor para Messi. Pero también es hora de que el propio Messi aporte lo suyo. Nada de pedir perdón y nada que perdonar.