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Opinión 25 de marzo de 2017

Dinero negro de drogas y aumento de las enfermedades sociales

* Por el Dr. Juan Alberto Yaria.

Jorge escucha a un compañero hablar de viejos consumidores que él conocía de un parque de Núñez en pleno Barrio River. De repente empieza a temblar y siente que necesita consumir. Un psicólogo habla con él .Un médico trata de calmar la invasión de hormonas estimulantes cerebrales disparadas ante la sola escucha de una escena de consumo.

El aliado a la venta y consumo de drogas es la memoria adictiva (guarda dentro de sí imágenes, olores, etc.). Jorge a los 14 años comienza a consumir en esa plaza; hay en él momentos de vacío luego de tragedias familiares y la droga es el evento central. Abandona todo. Va de clínica en clínica, bordea la muerte varias veces. Esta domado cerebralmente y en su personalidad. Lo conozco y el abrazo que me da cada vez que lo veo resume su necesidad de afecto y de apego. Gran persona pero manipulable en su carácter y con una gran carga de sufrimiento que no puede llorar para, después, dar vuelta la página en su vida.

Oscar, mientras tanto, en sus 34 años lleva 20 años consumiendo. Es voraz ya no le alcanza el sueldo. Treinta mil pesos por mes necesita para consumir. Un trabajo, dos; todo para dárselo a los “dealers” que son los nuevos inquisidores de esta sociedad que embargan e hipotecan a cambio de una dosis que es letal para él cuando no la tiene pero, paradójicamente, también es letal tenerla. Además, quizás, en poco tiempo será un socio del Inquisidor y así se multiplicarán las ofertas y aumentará la maquinaria del consumo. Es como la venta de “tupper”. El que compra se transforma en vendedor. Historias del dinero negro y los paraísos fiscales.

Dos temas me preocupan tratar: a. los cambios cerebrales, en la personalidad y en los contactos sociales de cada consumidor con el papel central de la memoria adictiva y; b. la gran cantidad de dinero negro que circula en nuestro país como producto de esta actividad ilegal que tanto daña a la salud pública. Hay miles de Oscar que todos los días compran dosis letales y miles de distribuidores que recaudan sumas millonarias lejos de los controles de la AFIP.

UNA DOSIS ES MUCHO Y CIEN SON POCAS

Este lema de Alcohólicos Anónimos (A.A.) lo adaptamos en Gradiva para nuestra comprensión de las adicciones en general y muestra el grado de vulnerabilidad que tiene el Sistema Nervioso de aquel que ha llegado a una dependencia a las sustancias. La sabiduría de esa institución centenaria como lo es A.A. nos sirve para entender y comprender el papel de las conductas automáticas, compulsivas e impulsivas que llevarán a una recaída. Cuando Jorge en su primera etapa de rehabilitación escucha el “combo” de sustancias, personas, lugares y situaciones se “traslada” (término que utiliza conmigo) y vorazmente desea consumir. Para que esto suceda se dan distintas circunstancias que son reducidamente tres: a. la persona en este caso un adolescente tratando de sobrellevar una tragedia; b. el contexto social en donde comienza a frecuentar amigos marginales y abandona el deporte y la escuela; c. el agente químico que en esa edad (adolescencia) tiene efectos enormemente perjudiciales.

Las drogas, en general, inundan artificialmente de un transmisor químico cerebral llamado dopamina que se asocia con el sistema del placer del cerebro, suministrando los sentimientos de gozo y refuerzo para motivar a una persona, a fin de que realice ciertas actividades. La cocaína y las anfetaminas (ésta en menor grado) aumenta alrededor del 150% la producción de este químico cerebral generando sentimientos de fortaleza y superioridad junto con excitación descontrolada. Esto “encandila” al consumidor pero al mismo tiempo esta inundación de dopamina impide el funcionamiento de las regiones superiores del cerebro. Perdemos atención (sin atención no podemos aprender), pensamiento, capacidad de espera y solo buscamos recompensa inmediata y comenzamos a tomar malas decisiones en nuestra vida en todos los ámbitos. Se libera el cerebro automático que es el más arcaico y la violencia comienza a reinar en sus vidas primero como irritabilidad y luego con explosiones de ira.

Va surgiendo una patología de la motivación y del sistema de decisiones, empezamos a no aprender y nuestra memoria falla y solo atiende a los estímulos que llevan al consumo (personas del “palo”, lugares donde se consumía, situaciones ligadas con su parafernalia y ritos). Esa “llamita” encendida que es la inundación de dopamina con la sensación de éxtasis queda como una marca a repetir. Al mismo tiempo va aumentando la desconexión entre el cerebro superior y el que funciona en automático. Así se van generando pacientes-clientes y empieza el otro capítulo el de las enfermedades sociales ligadas a la droga (violencia, criminalidad, psicosis, muertes, familias desestructuradas, abuso, incesto, etc.) y por otra parte todas las consecuencias derivadas de la circulación del dinero negro(empresas fantasmas, control político,etc.)

LA PLUSVALIA DE LAS DROGAS

Hay miles como Oscar, aquel que gastaba treinta mil pesos por mes en drogas, en nuestro país alimentando una economía negra que funciona como una sociedad paralela ligada al delito y en contra de todo ordenamiento social. Esta economía sobrevive cuando logra multiplicar los pacientes que son una garantía de un desarrollo económico perverso.

Un distinguido economista me comentaba que para él lo mejor era legalizar todo y que todos paguen impuestos. Le respondí que era difícil legalizar algo que tan evidentemente generaba costos sociales, familiares y económicos enormes. El daño a la salud pública, por otra parte, es parte de una Ley fundamental como es la de defender la vida; vida que solo nosotros debemos –como deber moral-cuidar para preservar una comunidad civilizada. Proponer una civilización que funcione a dos velocidades; una con márgenes de salud aceptables y otra con una gran proporción de discapacitados sociales por uso de drogas parece no ser la salida.

El cerebro además responde a las leyes de la vida y puede habituarse al uso de drogas si pervertimos su funcionamiento pero a costa de muchos problemas no solo individuales sino familiares y de organización social (aumento de la violencia, abandonos familiares, criminalidad, etc.). Además en países que legalizan hay dos mercados; el legal y el ilegal. Es imposible legalizar todo porque el cerebro no conoce de limites cuando está alterado .Un adicto uruguayo se preguntaba en mi consultorio :”¿… cómo es posible que consiga marihuana legalmente si en realidad ésta me llevó consumir cocaína que no me la venden más que desde el mercado ilegal?”.

En Argentina con datos de Sedronar de 2012 en base a datos del 2008 y 2009 se gastaron 1.000 millones de dólares en todo lo derivado al tráfico de estupefacientes (B.Pazzi-OPRENAR). Los gastos hoy son mucho mayores. Los daños familiares en abandono y violencia son enormes. Hay una baja en la productividad y por lo tanto en la capacidad de tributar; ausencias laborales por consumos de drogas (principalmente los días lunes), accidentes de trabajo, problemas interpersonales entre los trabajadores. A estas variables económicas se suman los costos a la Justicia por delitos vinculados a las drogas, a los Servicios Penitenciarios y a los servicios de Salud.

Todo el “dinero negro” que se mueve con las drogas además importa la creación de otro sistema político y otro tipo de sociedad. Las experiencias de las guerrillas de Sudamérica de distinto tipo fueron a los fines no solo de vender drogas sino para el financiamiento político .El paciente en su plusvalía da lugar a que más pacientes entren en la enfermedad para sostener sistemas sociales enfermizos pero aptos para el control de los ciudadanos. Todas nuestras fronteras y nuestro litoral marítimo, caso Itatí, y otras ciudades muestran como el control político es fundamental al lado del aumento de las enfermedades sociales .O sea una sociedad apta para ser “domada”. Seis toneladas de marihuana pasando por una sola ciudad (Itatí) y actualmente la investigación de la ciudad correntina de Santo Tomé en donde un fiscal denuncia que eran acopiadas cuatro toneladas al mes desde Bolivia con estancias y avionetas para el reparto de las mismas.

Una política criminal se debe acompañar de una política en prevención y asistencia. Los ahorros ahí son evidentes tanto en daños directos (tratamientos, cirugías, ausentismos, violencias, criminalidad) como en los daños colaterales (debacle social y de los barrios).Los datos mundiales hablan de un ahorro de 12 a1 cuando esto se emprende como proyecto de país con sede en las escuelas, las familias y los centros culturales y religiosos. Si no se logra movilizar a la ciudadanía triunfarán las fuerzas que representan los males y calamidades sociales.

*Director general Gradiva, especialista rehabilitación en adicciones.

 



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