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Cultura 20 de febrero de 2017

El caos

por Luciana Balanesi

En efecto, se puede imitar con idénticos medios y a idénticos objetos o bien narrándolos,
ya por medio de otra persona ya por sí mismo,
o bien haciendo que las personas imitadas obren y actúen.
Aristóteles.

Hay de fondo bombos, abucheos, las sirenas compiten por un protagonismo que, entre tanto ruido, difícilmente vayan a lograr. Se ven muchas banderas y pancartas multicolores con inscripciones diversas. Hay quienes se protegen del sol, que ya comienza a debilitarse, con paraguas. Hace calor, está pesado pero más pesada está la ciudad que parece ralentizarse ante una manifestación que hace del tránsito y de la existencia un caos. Se respira un cierto aire de violencia, de furia incontenida. Los cánticos y las palmas se funden con los bocinazos y potencian el sonido normal de un martes cualquiera en plena Capital.
Se ven cientos de mujeres agrupadas, muchas de ellas tienen los rostros cubiertos y el torso desnudo. Tienen los cuerpos pintados con inscripciones que no alcanzo a ver. Gritan. Se oyen insultos. Hay personas, me llama la atención que sean tantas, que intentan registrar el momento con sus teléfonos. Se ven camarógrafos y periodistas entrevistando a las manifestantes. En la plaza se consolidan las mujeres y a viva voz reclaman que se corten las calles transversales. Entre ellas hay también algunos muchachos con tacos y corpiño. Todas, casi todas las mujeres tienen el pelo suelto. Hay unas cuantas que lo llevan teñido de colores extravagantes. Hay también, entremezclados, vendedores de refrescos. Algunas toman cerveza, otras mate. La movilización es numerosa.
El taxista que me lleva está alteradísimo. Putea tanto que me dan ganas de decirle que me deje acá pero no voy conseguir otro taxi y no voy a llegar a horario. La consigna, me cuenta, es el repudio por la represión que sufrieron las tres mujeres que estaban haciendo topless la semana pasada en Necochea. Reclaman por la soberanía de sus cuerpos, protestan contra el machismo y proclaman el derecho a hacer topless, me cuenta en la medida que se informa en la radio. Hace un comentario que decido ni escuchar y llego, agobiada, aturdida, confundida y caótica más que el tránsito, a horario para hacerme la mamografía. Menos mal, hace más de un mes que tengo el turno asignado y estoy demorada. Me la debería haber hecho en diciembre.

(*): [email protected]