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Deportes 30 de junio de 2016

El día después de mañana

Por Vito Amalfitano

¿Y ahora qué? Volvimos de la Copa América, del penal errado de Messi, del adiós impulsivo de Messi, del clamor por Messi…
¿Y ahora qué? Volvimos de la Manhattan mágica; de llegar en subte al puente de Brooklyn; de arribar a Broadway por primera vez y pararse en medio de casi todas las películas de nuestras vidas; de los dos “agujeros cuadrados” gigantes donde estaban las Torres Gemelas que te dejan sin palabras sobre el destino de la humanidad; de caminar por Harvard y encontrarse con otras películas; del placer de bordear el Lago Michigan; de la ampulosa y contradictoria Houston, que tiene el mejor estadio del mundo y una economía floreciente, pero también pena de muerte y “punguistas” de pacotilla que nos dejaron en Pampa y la vía…
¿Y ahora qué? Volvimos de una nueva frustración en el resultado final, de ninguna manera de un fracaso en el rendimiento de la Selección.
¿Y ahora qué? Volvimos de una estadía de Selección con AFA acéfala, por irresponsabilidades propias y extrañas…
¿Y ahora qué?
El futuro, como siempre, es hoy.
Y, por lo pronto, a Messi hay que dejarlo tranquilo, que disfrute de su ciudad, su familia, sus tiempos. Y que reflexione también sobre lo que él hizo mal para que le carguen ahora todas las mochilas. Que se trabaje para que su vuelta no sea demasiado tarde, y que se genere por fin un dique de contención para que la presión no le caiga toda a él. Y que los que tuvieron que decidir, los que todavía están, reflexionen porque no eligieron en su momento a los verdaderos docentes y conductores en la cancha para que él no tenga que cargar ni con la cinta, ni con la conducción, ni con la llave que le hizo, incluso, elegir compañeros que no estaban en condiciones de entrar en algún momento.
La vuelta a Argentina es el reencuentro con una realidad traumática, también provocada por errores no forzados, que cambiaron lo que estaba bien en lugar de mejorar lo que estaba mal. Es regresar a los afectos, pero también a los “tarifazos”, a los precios que son tanto o más altos en precios acá que en dólares allá, a los Panamá que no son equipos de fútbol, a nuestros Donald Trump de pacotilla.
El ahora qué de la Selección, en tanto, debe ser contar hasta diez. No reclamar por decisiones impulsivas. Los Juegos Olímpicos están a la vuelta de la esquina y ya tienen que empezar a entrenar los pibes y no tan pibes elegidos por Martino. Ninguna decisión abrupta puede ser buena, máxime si el que la toma no tenga autoridad. Y, hoy por hoy, nadie tiene autoridad en el fútbol argentino. Se la fagocitaron entre todos. Los de Angelici, los de Tinelli, los de Moyano y “Chiqui”, y el gobierno nacional, con sus operadores judiciales, que se metió dónde no debía, detuvo un proceso electoral en curso (el 30 de junio había elecciones estatutarias en AFA) y “avivó” a la FIFA, lo que provocó una intervención inoportuna a horas de una final para la Selección, que llegó a ese cotejo decisivo sola, con un poder dirigencial acéfalo.
El ahora qué es, entonces, pensar en una mejor contención para Messi; no decirle todo que sí; asumir que no es conductor ni capitán ni líder, sino el mejor futbolista del mundo para desarrollar su juego en libertad. El ahora qué es dejar de jugar con fuego, con el fútbol y el país; dejar trabajar tranquilo a Martino para los Juegos Olímpicos; deponer de una vez por todas ambiciones personales en la AFA, ordenarse económicamente, pensar de una vez por todas en un proyecto integral y buscar un candidato de consenso para que el fútbol se arregle a sí mismo y no se metan los que no deben ni saben.



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