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La Ciudad 17 de marzo de 2018

“Etchecolatz todavía es un hombre peligroso y demuestra su poder dentro de la fuerza”

Así lo aseguró Ana Pecoraro, hija de un desaparecido, -ahora ex- vecina del genocida y activista de derechos humanos en la ciudad. Contó cómo se vivió la noticia de la revocación en el barrio.

Ana Pecoraro.

Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. El clásico cántico de las organizaciones defensoras de los derechos humanos se sintió fuerte este sábado a la madrugada en la calle Nuevo Boulevard del Bosque, entre Guaraníes y Tobas. Vecinos y activista se movilizaron hasta el lugar para comprobar con sus propios ojos que la Justicia había actuado, y el genocia Miguel Etchecolatz debía dejar atrás sus días como beneficiario de la prisión domiciliaria para volver al penal de Ezeiza, donde cumplirá las cinco condenas perpetuas por los delitos de lesa humanidad por los que fue condenado.

“Estamos muy conmocionados, fue muy fuerte, casi inesperado”, cuenta a LA CAPITAL Ana Pecoraro, hija de un desaparecido, -ahora ex- vecina del Bosque y activista de derechos humanos en la ciudad.

Aún impactada por la noticia, y con el cansancio de haber hecho ‘guardia’ con vecinos y compañeros de organización frente al domicilio del represor, Ana detalla, victoriosa, el recuerdo de una tarde que supo echar una luz de esperanza a todos los que luchan por la permanencia de la Memoria, la búsqueda de la Verdad y la ejecución de la Justicia.

“Nosotros participamos de lo que fue la audiencia de Casación el jueves 15, a través de tres vecinas que pudieron viajar, así que nosotros el viernes nos habíamos juntado en el terreno de mi hermana, que está enfrente del domicilio de Etchecolatz, para hablar de cómo había estado la audiencia y ver cómo seguíamos”, explicó.

“En ese momento comenzaron a caer los mensajes de compañeros contándonos lo que estaba saliendo en la televisión y también recibimos el llamado de la abogada Guadalupe Godoy, confirmándonos lo que estaba pasando”, recordó, al tiempo que agregó que “en el medio vino Ledda Barreiro, titular de Abuelas Mar del Plata”.

“Fue todo una revolución, con el correr de las horas empezaron a caer vecinos y terminamos decidiendo quedarnos ahí a esperar para ver cuando se iba. Y así fue, nos quedamos hasta las seis de la mañana, hora en la que lo trasladaron”, confesó.

Según cuenta Ana la emoción de esa tarde quedará marcada en todos. El buen clima acompañó la alegría del ambiente y posibilitó reunir a todos los presentes alrededor de un fogón. “Queríamos compartir con todos esto que sentimos como una victoria. Muchos queríamos verlo irse, había una necesidad de confirmar con nuestros ojos que volvía a la cárcel“, señala.

Ana destacó la participación de cada uno de los actores que intervinieron en este proceso de lucha. Habló de los vecinos, que reunieron pruebas de la falta de control existente en la domiciliaria, de los abogados y de la fiscal, que sumaron argumentos a favor de la idea que “Etchecolatz no es una genocida cualquiera” y de la sociedad en general que, con sus reiteradas movilizaciones, ejercieron la presión suficiente para revocar una decisión judicial que sólo trajo tristeza y desesperanza.

“Yo creo que la movilización popular siempre transforma. Las marchas por el 2×1 fue un ejemplo de ello, pero en este caso no fue solo la calle, porque acá los vecinos se organizaron para presentar pruebas en la Justicia”, señaló.

“Actualmente hay un montón de genocidas que tienen domiciliarias, es más, la mayoría tiene. Pero en este caso hay que decir que Etchecolatz no es cualquier genocida, él todavía es un hombre peligroso y demuestra su poder dentro de la fuerza. Se podía ver a simple vista que las condiciones de su domiciliaria en cuanto a la protección no eran como las de los 15 represores que se encuentran en Mar del Plata”, agregó.

Ana señala, una y otra vez, el impacto “psicológico, social y ambiental” que tuvo para la ciudad y el Bosque la llegada del represor y se muestra segura cuando afirma que eso fue “tenido en cuenta” por los jueces.

“En la audiencia del jueves las querellas mencionaron a los vecinos y creo que alguno de los jueces quedaron movilizados con esto. Yo creo que Casación no resolvió esto de un día para el otro, sino que ya venían analizando las pruebas y las diferentes presentaciones que hicieron los vecinos, los abogados y la fiscal que argumentaron, también, el dudoso estado de salud de Etchecolatz y las irregularidades frente al cero control de la domiciliaria”, señaló.

Para la activista, esta resolución “le demostró a los genocidas que la gente no se olvida, que están pendientes y que controlan que las leyes y las condenas se cumplan”. Además señaló: “Él vino en ambulancia pero se fue en una camioneta sentado, así que sus problemas de salud no deben ser tan graves como el aduce para justificar la domiciliaria”.

Etchecolatz estaba en su casa de en Mar del Plata, en el bosque Peralta Ramos, desde el 29 de diciembre por decisión del TOCF 6, a pesar de haber sido condenado cinco veces a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad.

El beneficio se le había otorgado en el marco de la causa en la que se lo investiga por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos Puente 12 y Comisaría de Monte Grande, entre 1974 y 1983.

Sin embargo, este viernes se conoció la decisión tomada por la sala IV del máximo tribunal penal, que determinó que la edad de Etchecolatz no le otorga el beneficio de la prisión domiciliaria de manera automática y consideró que sus problemas de salud pueden ser tratados dentro del sistema penitenciario.

 

 



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