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Cultura 20 de junio de 2017

Grandes libros, pequeños lectores

Naranjo en flor, de Oche Califa y Tabaré. Cuentos del Chiribitil, Eudeba.

por Laura Blanco

Ante tantas historias extranjeras, es un hallazgo encontrar una que huela a Patria, como Naranjo en flor, de Oche Califa. El título, una clara referencia a la canción de Homero y Virgilio Expósito, nos remite al tango y al aroma de azahar.

Las protagonistas son dos moscas entrerrianas aficionadas a este género musical típicamente porteño. El encargado de la plantación de naranjos donde viven lo escucha en su radio y ellas lo han aprendido a amar.

Cierta vez, en un viejo televisor ven dos bailarines. Las figuras que ejecutan les recuerdan sus propios vuelos y se sienten identificadas con Gardel, morocho también como ellas. Esta fascinación por el tango las lleva a vivir varias aventuras y a soñar con conocer el Obelisco y la calle Corrientes.

La simpática historia de estas moscas se enriquece con las múltiples referencias a letras del 2×4 y con las ilustraciones del uruguayo Tabaré, conocido por su tira cómica “Diógenes y el linyera”. La melancolía del bajo fondo deja lugar a la alegría de descubrir una pasión y dejarse llevar por ella.

Tenemos el placer de conocer a Amanda y Roberta, estas moscas tangueras, gracias a la reedición de la colección Cuentos del Chiribitil que ha llevado adelante Eudeba, permitiendo que las nuevas generaciones conozcan las historias fundantes de una renovación de la literatura infantil argentina que impulsó Boris Spivacow desde el Centro Editor América Latina. Una literatura de calidad dirigida a los niños para acercarles argumentos divertidos y con una honda dimensión estética.

(*): Integrante de la ong Jitanjáfora.



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