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Interés general 9 de marzo de 2017

Jóvenes con discapacidad se animan a surfear

CREDE centra su acción en los deportes y en las manifestaciones artísticas. Con esta misión, organizó el primer torneo de surf para personas con discapacidad intelectual.

El Centro Recreativo Deportivo Especial (CREDE), gestionado por la Asociación Deportivo-Educativa Regional Marplatense para Discapacitados (ADERMAD), llevó a cabo el primer torneo de surf para personas con discapacidad intelectual.

La organización funciona desde 1998, y está compuesta por un centro de día, una colonia de verano, y una residencia alternativa para personas con capacidades diferentes. Centran su actividad en lo deportivo y artístico; como así también en la incorporación de los alumnos al ámbito del trabajo, lo que consideran de un enorme valor integrador.

En este marco, es que se realizó un torneo de surf, del que participaron 17 jóvenes: Enrique Romero, Sebastián Seta, Emanuel Esmoris, José León, Emanuel Taranto, Martín Mansilla (División Categoría Masculina A.), Sebastián Trinchero, Guillermo Dickes, Matías Sequeira, Ezequiel Puentes, Franco Zabaleta, Luciano Torrieri (División Categoría Masculina B), Rocío Rosales, Luciana Giménez, Carmela Gil, Romina Lucero, María Sotelo (División Categoría Femenina).

El punto clave: la confianza

Desde la organización, entienden que el elemento fundamental para lograr que los jóvenes logren sus objetivos es brindarles confianza. Sin ella, los conocimientos teóricos y prácticos no alcanzan; pero con confianza en sí mismos, son capaces de hacerlo todo.

Sobre el torneo, relataron la historia de Rocío y Luciana, dos competidoras. “Las olas estaban mucho más altas en el parador Eco Beach de Santa Clara del Mar de lo que ellas estaban acostumbradas a surfear en sus entrenamientos; y sus profesores se empezaron a dar cuenta de que no se desenvolvían de la misma forma que en los mismos. Había un único elemento para poder invertir esa situación: la confianza. Esa confianza que intentan hacer crecer día a día no sólo a través del surf, sino a través de todas las actividades, tanto deportivas como artísticas, que los jóvenes con discapacidad realizan en el Centro de Día.

Con palabras de aliento de sus profes, empezaron a animarse a surfear. Luciana todavía tenía miedo así que se arrodilló y se dejó llevar por la ola. Su profesor, Andrés, le dijo que se anime a pararse porque sabía que ella podía hacerlo, incluso la había visto varias veces antes. A lo lejos, Rocío estaba en la misma situación. Ella mide poco más de metro y medio pero su valentía la terminó convirtiendo en una gigante. Sin dudarlo, surfeó una ola que la triplicaba en estatura, y empezó a aplaudir como si la felicidad de lo que acababa de lograr de lograr no le entrara en el cuerpo”.

Además, destacaron que mucha gente se aproximó a ver a los chicos surfear, y que comentaban que, viéndolos en el agua, no se imaginaban que fueran personas con discapacidad. Después de todo, de eso se trata la inclusión: de que no haya diferencia.