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Policiales 24 de enero de 2017

La angustia de una familia asaltada en Los Acantilados: “Nos robaron nuestra forma de vivir”

"No te vamos a robar a los nenes boluda, te los vamos a matar", cuenta Sol Devesa sobre el episodio del viernes por la noche. Y asegura: "No nos robaron solo dinero, cosas, eso no importa nada. Nos robaron nuestra forma de vivir, nuestra elección".

“Perdón por escribir esto, aunque se que le pasa a mucha gente todo el tiempo, y muchas veces la situación es mucho más grave; siento que compartirlo es no quedarme en la resignación” escribió Sol Devesa en su perfil de Facebook, tras el violento asalto del que fue víctima, junto a su familia, en su casa del barrio Acantilados.

El hecho, que se suma a una ola de episodios de inseguridad, desencadenó un urgente pedido de planes de trabajo, compromiso de autoridades y funcionarios y cambios en la zona y, en ese marco, este jueves habrá una reunión en la sede de la Sociedad de Fomento.

El testimonio de Devesa expresa: “Nosotros vivimos en el barrio Los Acantilados hace 6 años, elegimos este lugar como forma de vida, un lugar donde el adentro y el afuera estén conectados, donde nuestros hijos crezcan disfrutando de cosas que en otros lugares no son posibles.

“Nuestra casa, nuestro hogar, nuestro lugar, fue elegido, construido con esfuerzo y amor, donde estuvimos presente desde los cimientos y el primer ladrillo, la siembra del pasto, cada árbol, cada planta, hasta el presente.
Muchas veces uno no se entera de hechos de inseguridad, otras si lo hace; pero lamentablemente sentimos que estamos exentos, que no nos va a pasar. En otras oportunidades, como pasó hace un par de años, cuando nos movilizamos todos, nos asustamos, tomamos recaudos…y luego nos vuelve a invadir la sensación de que no nos va a tocar.

“Yo misma admito que uno lee estas noticias, dice: “uhhh que feo, pobres” y ahí me quedo. Quiero contarles la experiencia que nos toco vivir el viernes por la noche. Luego de cenar, antes de acostarnos, habiendo terminado la semana laboral -cuando solo me preocupaba cuanto viento se anunciaba para el sábado y en que horario iba a ir a nuestra playa- cuatro tipos, con caras tapadas, armados, entraron por mi jardín, sortearon la presencia de mi perro rottwailer y apuntándole al pecho a mi marido, se metieron a la fuerza en mi casa.

“De repente, nos ataron en la cocina; mis hijos de 9 y 5 años estaban solos en un dormitorio, mientras daban vuelta la casa. Querían efectivo, dólares u oro; sino nos mataban. Pensé: “nos matan, no tenemos oro, ni dólares”. Somos trabajadores, ofrecimos auto, lo que quisieran. Pero no. Recordé dinero de pagos de impuestos que no había llegado a hacer, algún anillo. Todo mientras les rogaba no toquen a mis hijos, y me respondían: no te vamos a robar a los nenes boluda, te los vamos a matar. Gritos, armas en la cabeza, los vamos a quemar, no nos miren, tienen más que nosotros hijos de puta, golpes a mi marido. Handys, escuchando lo mismo que se escucha en los handy policiales. Preguntaron la dirección, los pasaron a buscar. Nos desatamos, gritamos, la cuadra llena de gente, nadie nos escuchó. Esto lo digo porque en verano, que todos comemos en el jardín, que vienen los vecinos de Buenos Aires, uno se suele sentir acompañado, pero es muy difícil darse cuenta que pasa en otra casa.

“Perdimos tiempo intentando llamar a la comisaria, cortaron el teléfono. Salimos desesperados, dejamos los nenes con amigos y fuimos a la comisaria.

“Fueron amables, pero solo eso. La sensación fue que estábamos perdiendo el tiempo. Preguntas de protocolo, como eran, que tenían puesto, etc. El patrullero estacionado, nadie para manejarlo. Otro patrullando una zona inabarcable. “Yo me voy” mi casa abierta. “No señora, el patrullero está buscando”. Volvimos y luego llegó el patrullero para que a los 30 minutos arribara la policía científica.

“¿Por qué cuento esto? es para que sepan que no nos robaron solo dinero, materiales de trabajo, cosas electrónicas, que son cosas, eso no importa nada. Nos robaron nuestra casa, nuestra forma de vivir, nuestra elección. Sé que el tiempo todo lo acomoda, que esto es una experiencia más. Pero hoy, por ahora, no queremos volver, mis hijos están aterrados y piden mudarse. No cerramos ninguna posibilidad.

“Otros me dicen poner eléctrico, rejas, tener armas, más perros, todas medidas que ayudan. Pero también creo que la seguridad la tiene que brindar el Estado. ¿Sera factible unirnos para pedir prevención?”.



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