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Interés general 23 de octubre de 2017

La derrota de Cristina pone en duda el futuro del kirchnerismo

por Nicolás Poggi

La derrota de la ex presidenta Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires pone en crisis el futuro del kirchnerismo en el esquema peronista que comenzó a trazarse a partir de ayer, pero resultó amortiguada por el fracaso en las urnas de numerosos gobernadores del PJ que pretendían encabezar la etapa de la renovación interna.

Marginado, el kirchnerismo retiene el 13 por ciento de los votos a nivel estimativo en todo el país, pero la ex presidenta tiene un punto a su favor: el revés sufrido por mandatarios justicialistas de distintas comarcas la ubica como una de las peronistas más votadas de la elección, lo que le otorga cierta expectativa para proyectarse en un eventual rearmado partidario, y en esa línea se inscribe la convocatoria que hizo a configurar un nuevo “modelo de oposición”.

“Sólo la unidad de los que pensamos que otra Argentina es posible es la que nos lleva a privilegiar eso por sobre las diferencias parciales, y no personalizar ni subjetivar”, convocó, después de haber fracturado el PJ para concebir Unidad Ciudadana.

Pero si, en cambio, sufriera un desplazamiento del peronismo, la senadora electa deberá establecer un frente con partidos de centroizquierda -al estilo del propio Unidad Ciudadana-. El riesgo de dar ese paso es su ascendencia pueda atomizarse y quedar reducida a un armado bonaerense con algunas ramificaciones en otros puntos del país. Incluso, hasta reducirse.

A todo esto, la pertenencia kirchnerista en territorio bonaerense -anclada en el Conurbano- también es volátil: los intendentes de Unidad Ciudadana empezaron a delinear la estrategia post-electoral desde antes de octubre, conscientes de que su encuadramiento fue sólo coyuntural y motivado por la necesidad de conservar el poder territorial.

Si se mira el mapa, el kirchnerismo gobierna sólo una provincia, Santa Cruz, pero con una administración muy golpeada y derrotada hoy en las urnas. En la mayoría de los distritos perdió las PASO del PJ y, por consiguiente, su rol de principal opositor.

Tampoco el Frente para la Victoria pudo alzarse con triunfos en distritos donde había obtenido el primer lugar de las PASO, como Santa Fe, Chubut y Tierra del Fuego, en los que quedó prácticamente empatado o debajo de Cambiemos, aunque sí retuvo la victoria en Río Negro, una provincia que comenzará a ser mirada con nuevos ojos peronistas a partir de mañana.

Fracaso generalizado

Pero no es la única expresión peronista afectada: los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Domingo Peppo (Chaco) y Sergio Casas (La Rioja) delinearon un fracaso generalizado del PJ, con resultados que no estaban en los planes después de las PASO, por lo que el golpe no resulta tan duro para las aspiraciones del kirchnerismo, que aún retiene un 35 por ciento de “núcleo duro” en el principal bastión del país.

Esta variable podría oficiar de garantía para una supervivencia del kirchnerismo dentro del esquema de un PJ desorientado y sin ideas frente al aluvión de votos de Cambiemos. En ese escenario, los intendentes del Conurbano triunfadores en sus distritos -Verónica Magario (La Matanza), Gustavo Menéndez (Merlo), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Walter Festa (Moreno), entre otros- pueden emerger como potenciales referentes con el aval de las urnas.

Sería un nuevo intento de “unidad” después de la alquimia de 2015, cuando se inició un proceso de restructuración que depositó a José Luis Gioja al frente de una lista única en el PJ. Aunque La Cámpora se excusó de participar en esa oportunidad, sí mantuvo su influencia en el sello bonaerense, con la directiva de dejar lista la plataforma de la candidatura de la ex presidenta.

En definitiva, se abre una etapa horizontal e incierta para los gobernadores, que estarán obligados a revertir el estado de cosas y concretar una reorganización que haga del peronismo una fuerza competitiva para 2019. Aunque esa empresa sea por demás compleja y el rol de Fernández de Kirchner todavía no esté claro.