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Deportes 5 de noviembre de 2017

La película del Superclásico

por Vito Amalfitano

Todo teñido de blanco y rojo. Desde el colectivo lleno hasta la peregrinación por Libertador, por Monroe o por Udaondo hasta el Monumental. Miles de camisetas de River. Incluso de quienes suben al 29 y no sólo de los que se bajan. Los del barrio que no entran a la cancha y que se toman el bondi con la banda puesta rumbo al domicilio de algún familiar que tenga el codificado o a un bar conocido que pase el partido.

Del VAR al Bar. Esa es la tónica de la previa de este Superclásico. Son 60.000 / 70.000 personas que se trasladan en una marea roja y blanca rumbo al estadio con una tensa calma, cantando más tímidamente que en otros momentos similares, todavía con la espina clavada por la traumática eliminación de la Libertadores ante Lanús del martes pasado, que dejó el plus de la discusión por el VAR que perjudicó a River, más allá de que estaba 3 a 0 arriba en la serie y la perdió por 4 a 3.

Pero el nuevo sistema de videos que increíblemente se experimentó en América en semifinales de Copa se utilizó mal y la mala influencia la recibió el equipo de Nuñez, sin que tuviera culpa, por cierto, el finalista del Sur. Siete árbitros en vez de uno para supuestamente cerrar las discusiones y resulta que la polémica sigue hoy, cinco días después, arriba de este colectivo y en el despacioso camino a la cancha.

Son 60.000 / 70.000 aquí. Serán cinco, o diez millones quizá, a lo sumo, los que estarán viendo el partido. Solo un millón pagó el “Pack Fútbol” y si quieren multipliquenlo por cinco o por diez, como mucho, por los bares y por las casas con invitados. Muy lejos de los más de 30 millones que podían verlo desde 2009 hasta ahora.

Es decir, un Superclásico restringido por partida doble. Ya no solo sin visitantes en la cancha. Sino con millones que no pueden verlo. Incluso los bares de Libertador o de Quinteros están repletos de camisetas blanca y roja.

En el estadio ya no cabe un alma a las 6 menos cuarto de la tarde. Ya hace rato que está sentado en la San Martín Héctor, socio vitalicio que en el colectivo nos dijo que se lo tomaba temprano porque a este partido “se le ocurre venir a todos los viejitos”. “Y los que vamos siempre tenemos que llegar temprano para no tener problemas”, agregó. “Si el partido fuera más temprano voy a la Belgrano, para que no me pegue el sol”, comenta.

A River no lo alumbra el sol en este tiempo. Y por eso recién el primer cántico, la primera ovación, se escucha cuando los altoparlantes mencionan a Marcelo Gallardo. “Muñeco / Muñeco” es el grito unánime. Y después sí el recibimiento para el equipo es con todo el cotillón y la pirotecnia y con un novedoso mosaico humano que forma la bandera argentina con la sigla CARP. El show visual es impresionante, y uno se siente privilegiado por estar adentro de la película. No solo el Superclásico de la Bombonera es el espectáculo más imponente, como dicen los ingleses. Hoy también en el Monumental.

El grito estaba contenido por el VAR y la bronca del martes. Y se desata aun más en la salida de los equipos. Y la tensión se traslada hasta este estadio mítico y hacia todos los bares del país. Enfrente está Boca y se detienen los relojes del fútbol y de todos los argentinos por dos horas. Por tele, por internet “trucho” o por radio. La película del Superclásico siempre es atrapante, aunque ya no sea para todos.

La próxima película será en todos los colores. Porque estarán las dos hinchadas. Y será un privilegio de Mar del Plata, con el Minella dividido en partes iguales. Con el plus de que, por estos caprichos de lo que llaman Superliga, ya no habrá más Superclásico hasta después del Mundial.