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La Ciudad 27 de septiembre de 2016

La poda, “una cuestión de Estado”

La poda del arbolado urbano debería ser "una cuestión de Estado" para que, entre otras cuestiones, no se produzcan tantos daños como ocurrió días atrás con el temporal que se abatió en Mar del Plata.

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Ramas partidas, árboles caídos sobre alguna edificación fueron algunas de las consecuencias que provocó el reciente temporal. En algunos lugares, como el Bosque Peralta Ramos, hasta provocaron el bloqueo de calles.

Si bien se trató de un fenómeno meteorológico extraordinario, los afectados se quejaron porque muchos habían denunciado el mal estado de los árboles y no obtuvieron respuesta del gobierno municipal.

El mismo intendente Carlos Arroyo expresó que se podrían haber evitado muchas de esas caídas si se hubiese puesto en práctica un proyecto de poda en altura presentado por él cuando era concejal.

En la opinión del paisajista Nicolás Antoniucci, la poda del arbolado urbano debería convertirse en “política de Estado, empezando porque se encarguen de la misma personas que conozcan el tema y cuenten con los medios necesarios, como sucede con los servicios urbanos restantes y que la misma no quede librada al criterio de cada frentista”, señaló.

Para evitar que los podadores se conviertan en “choferes de motosierras”, reiteró la necesidad de que el Estado prevea un plan estratégico sobre la cuestión.

Necesidad

En cuanto a la época para realizar la poda, el especialista explicó que “lo ideal es podar en invierno, pero se puede hacer hasta entrada la primavera” y la técnica recomendada es “desfoliando, de abajo hacia arriba, para ir descargando las ramas”.

Aunque un árbol por sí mismo no hace nada, el conjunto de los mismos impacta “positivamente sobre la actividad humana y la contaminación resultante de la misma”, ya que amortizan “los ruidos estridentes de los motores ya que la masa digital actúa como amortiguador de las ondas sonoras”, describió el paisajista.

También los ejemplares arbóreos ayudan a filtrar el aire del hollín de los escapes o los provenientes de las fábricas y hasta ayudan “a moderar las temperaturas de la ciudad, como quedó demostrado en un estudio comparativo que hizo la Universidad de Entre Ríos”, especificó Antoniucci.

“La sombra emitida por la copa de los árboles -añadió-, tanto en paredes como techos y calles evita ese almacenamiento térmico evitando así el impacto calórico”.

Características

Antoniucci reseñó que Mar del Plata no cuenta con especies arbóreas autóctonas y que se foresta con “las que mejor se adaptan al clima”, como pueden ser “tilo, plátano, robiña, fresnos. Es importante que se adapte tanto la estructura como la copa”, enumeró.

Así, el arbolado urbano debe tener “follaje caduco, porque queremos sombra en verano pero en invierno necesitamos sol. La copa debe ser alta y a partir de un único tronco, porque necesitamos que sobrepase la altura de los artefactos de alumbrado público para que no eclipsen su iluminación. Tampoco los comerciantes querrán que una copa baja le tape la fachada de sus negocios ni sus marquesinas”.

En cuanto al tamaño de los mismos, el especialista consideró que el tamaño “debe ser acorde al tipo de vereda donde será plantado. No es lo mismo una vereda céntrica, sin banda de césped, que una de un barrio residencial o una avenida. Una incorrecta elección puede influir en roturas de veredas por raíces superficiales o escaso tamaño para alcanzar el efecto de abovedado con las planta de la vereda de enfrente”.

Adaptación

Otra cuestión importante es la forma del árbol, debido a que “aquellas plantas que crezcan hacia abajo, como los sauces llorones, generarían un efecto negativo sobre la fisiología urbana, en especial la seguridad vial haciendo de barrera visual entre la vereda y la calle. Y ni hablar que puede ser escondite para ladrones”.

Asimismo, las plantas seleccionadas deben ser “adaptables al medio ambiente y su climatología. Hay plantas que no resisten la contaminación de los escapes de los autos y otras que no son viables con temperaturas bajas o muy altas o a sitios inundables o demasiado áridos”, detalló Antoniucci.

En el corto plazo, resaltó la importancia de “proveer de recursos suficientes a la gente encargada del tema, porque si la municipalidad no brinda el servicio adecuado prolifera la poda ilegal y entonces aparecen los choferes de motosierra”.

Por otra parte, consideró que los intendentes que gobernaron la ciudad a principios del siglo pasado fueron “mucho más progresistas que los actuales, ya que llamaban y legislaban en pos de cuidar el recurso y pretendían una ciudad forestada”.

“Debemos exigirles a nuestros representantes políticos -concluyó- que la sociedad se construya proyectando y el urbanismo es la materia que se encarga de organizar la vida en la urbe para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, resolviendo y previniendo las problemáticas de su funcionamiento”.



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