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Opinión 23 de julio de 2017

La tesis: bandera a cuadros

por Verónica Ramos

Foto ilustrativa.

Para el estudiante, entrar en la recta final de la carrera universitaria y acceder al título, no es un tema menor. Durante el trayecto incorpora conocimientos que vinculados a la práctica (trabajos de campo, programas de extensión, pasantías, etc) contribuyen a su formación profesional. De esta manera atraviesa un proceso de construcción, un pasaje de alumno a profesional activo. A veces se transita sin dificultad; egresa y se sumerge en el mundo laboral y profesional.

En otra oportunidad, ante la inminencia de la meta, suelen aparecer ciertos bloqueos: “No sé qué me pasa, ahora no me puedo concentrar” “Solo debo la tesis y no logro sentarme a escribir” “Acumulo finales y no me animo a darlos”, etc. Es probable que en el estudiante influyan los clásicos mandatos culturales y familiares, presiones, temores, ansiedades; y que lo angustie tener que asumir un rol para el cual no se siente capacitado.

Llegado a este punto, el programa Agro Psi, ofrece un lugar donde el estudiante pueda hablar y pensar qué le podría estar pasando. Más allá del cansancio y las razones personales que obstaculicen el tramo final, sobrevuela una duda: ¿Justo ahora?

“Los que fracasan al triunfar”, así denominó Freud a los sujetos que inconcientemente obstaculizan un gran deseo justo antes de concretarlo. Sienten no ser merecedores del logro inminente y se juega la superación a los padres e ir más allá de lo establecido.

Tengamos en cuenta que cuando se le exige más al estudiante, puede generar un efecto no buscado: culpa y bloqueo. Por lo tanto, una posible intervención sería acompañar con metodologías de estudio pero descentralizando la importancia del rendimiento académico para darle paso a la palabra.

En las carreras cuyo requisito final el estudiante necesita aprobar un trabajo de investigación, existen pautas formales que lo estructuran y hay que conocer – Problematizar un tema, plantear hipótesis, objetivos, realizar un trabajo de campo, etc. – y a la vez considero indispensable iluminar el proceso de redacción.

En este momento decisivo, la escritura no se refiere al acto de escribir en sí; se trata de una construcción personal y por eso es tan movilizante. Se supone que alguien que cursó y aprobó las asignaturas correspondientes al plan de estudio de una carrera, se encontraría habilitado. Pero más allá de esas cuestiones formales, hay una habilitación subjetiva que transcurre por otra vía. Aunque el estudiante se nombre capaz, preparado, y anhelando ese momento tan esperado, tener el “título universitario”, hay que poder escuchar a la paradoja que habla: “quiero pero no puedo”. En la escritura lograda se refleja una toma de posición. El estudiante asume la palabra, deja de citar y hablar por otro; redacta su propio texto. Se da un pasaje a la adultez y a la asunción de ciertas responsabilidades propias de la salida exogámica que nada tiene que ver con la edad cronológica.

Creo que es crucial hacerse amigo del error. Disminuye las exigencias y ayuda a conectarse de otra manera. Los docentes muchas veces se vuelven figuras maléficas que evalúan y tienen el poder de aprobar o no. Es muy común que esto se mezcle con imágenes parentales y de la primera infancia, produciendo algunos absurdos: “Siento que la directora de tesis me reta”, “pienso en el director de tesis y me duele la panza”, “No mando las correcciones hasta asegurarme de que estén bien”, “El profesor me quiere cortar la carrera”, etc. Suceden casos particulares donde realmente surgen complicaciones con docentes pero, asumir ese lugar profesional también implica poder resolver dificultades inherentes a la vida misma. Quedarse renegando solo lleva a postergar y sentir frustración.

Muchos jóvenes rurales llegan a la Facultad de Agronomía de la UBA desde diversos puntos del país para formarse y luego retornar a sus lugares de origen. Algunos naturalizan ese regreso en el que prevalece la retribución familiar y social. A pesar de lo difícil que pudo haber resultado la adaptación, quizás el estudiante ahora elija permanecer en la ciudad por diferentes motivos: opciones laborales, postdoctorales, etc. Estas ideas suelen hablarse dentro del núcleo más íntimo. En el mejor de los casos se acompaña desde el Programa sin dificultades. En otros, el estudiante posterga el final de la carrera para evadir la decisión que pueda experimentarse como traición familiar.

Ahora bien, cuando estas ideas se manifiestan aparecen algunos interrogantes: ¿Qué hago? ¿Qué me gustaría? ¿Qué pensaría mi familia?

Ciertos estudiantes se reciben pero en el momento de generar proyectos, conseguir trabajo, posicionarse en un cargo, aparecen las excusas. La obtención del titulo, no es un lugar de llegada, también es una largada y por lo tanto la formación profesional es un continuo movimiento donde siempre pueden aparecer nuevas metas y satisfacciones.

(*): Licenciada en Psicología, coordinadora del Programa Agro Psi y del Sistema de Tutorías de la Facultad de Agronomía de la UBA.