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Interés general 23 de septiembre de 2017

Los ingenieros agrónomos y cómo se concilia ambiente y producción

"La presencia de un ingeniero agrónomo en la toma de decisiones sobre uso y aplicación de agroquímicos es fundamental y debería ser obligatoria", señalaron Juan Larrosa y Diego Beliera del Criase.

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“El buen uso de los productos fitosanitarios hace a su eficiencia y a minimizar el impacto ambiental no deseado que pudiera tener según cada caso”. De este modo, se expresan los responsables del Centro de Ingenieros Agrónomos del Sudeste de la provincia de Buenos Aires (Criase), organización de reciente creación, que ya agrupa a un centenar de profesionales de los partidos de General Pueyrredón y de Mar Chiquita. La misión gremial de Criase apunta a la defensa y jerarquización de la profesión del ingeniero agrónomo.

El pronunciamiento de este centro regional se produce ante la propuesta de prohibición total del uso del agroquímico 2,4-D en todo el territorio bonaerense, que ha presentado en la Legislatura la diputada María del Huerto Ratto (Frente Renovador). Actualmente, la aplicación del citado herbicida se encuentra registringida para el período comprendido entre el 1º de octubre y el 31 de marzo de cada año.

“Presencia obligatoria”

Los ingenieros agrónomos Juan Larrosa y Diego Beliera, en nombre del Criase, remarcaron a LA CAPITAL Campo que “el buen uso de los productos fitosanitarios se logra, necesariamente, con la intervención de un profesional preparado en su formación básica y en su ejercicio. Por ello, la presencia de un ingeniero agrónomo en la toma de decisiones del uso y aplicación de los agroquímicos es fundamental y debería ser obligatorio”.

Los citados profesionales reconocen que en el presente existe una sociedad más informada y atenta a la preservación del medio ambiente y a la calidad y sanidad de los alimentos. “Como ingenieros agrónomos alentamos y acompañamos esta evolución -dijeron-, convencidos que se estará cada vez más cerca de tales objetivos cuando haya siempre en la producción ingenieros agrónomos a cargo de los planteos técnicos”.

Y añadieron: “Nos preocupa, al igual que a los consumidores, que haya siempre alimentos a disposición, accesibles a todo presupuesto, que esos alimentos sean sanos y que el proceso productivo que los ubique en el mercado no haya provocado consecuencias negativas en el medio ambiente”.

Tras señalar que no se sienten enfrentados a las organizaciones ambientalistas, Larrosa y Beliera admitieron que actualmente hay diversos matices en el debate sobre producción de alimentos y ecología. Sí advierten que “es muy difícil producir los necesarios volúmenes para alimentar a la población volviendo a los métodos de labranza de otros tiempos y sin usar ningún agroquímico. Sería perjudicial para todos, habría más hambre en el mundo, y se desaprovecharía una tecnología muy avanzada, que ahora posibilita la generación de productos químicos más inocuos y amigables con el ambiente”.

“Es utópico creer que se puede dar de comer a todo el mundo sin el uso de agroquímicos”, enfatizaron, y garantizaron que “los impactos ambientales no deseados prácticamente desaparecen cuando se da la combinación entre un agroquímico de moderna tecnología, amigable con el ambiente, y un buen uso en la aplicación, en tiempo y forma y en el marco de una cadena productiva totalmente profesionalizada”.

La receta agronómica

Con esta última expresión (“una cadena productiva profesionalizada”) refieren tanto la presencia de ingenieros agrónomos como la extensión de parte de ellos de la “receta agronómica”, señalando en ella qué producto aplicar y cómo hacerlo, es decir: dando las indicaciones que luego deberá respetar, a rajatabla, el operario que maneje la máquina pulverizadora; operario que, además, debe tener la habilitación correspondiente, obtenida tras superar un curso de formación”.

Tal receta es registrada, mediante envío on line, en el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia.

Esta tramitación está en vías de una total digitalización. Es parcial, por el momento, en razón de su ajuste en Asuntos Agrarios, en una tarea que este organismo de la gobernación realiza en conjunto con los ingenieros agrónomos. Se busca optimizar la aplicabilidad de la receta agrónomica, de manera que pase a ser una práctica generalizada.