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Cultura 29 de agosto de 2016

Marisa Potes y su premisa básica de respetar al lector

Mientras prepara el segundo y el tercer volumen de "La sombra del lobo", la escritora disfruta del éxito que en cada presentación cosecha el primero de ellos, "Prisionero de la Luna".

Juan Ramón Jiménez solía enojarse cuando encasillaban su célebre “Platero y yo” en el género literatura infantil. Argumentaba que la literatura no tenía límites ni clasificaciones y que sus libros podían ser leídos por personas de cualquier edad. El límite estaba en la calidad misma de la obra y no en su público. Subestimar al lector, por pequeño que sea, suele dar pésimos resultados. Una obra es un clásico justamente cuando atraviesa esas barreras generacionales y es disfrutada por todo lector que asuma su lectura.

Marisa Potes sabe bien que subestimar al lector puede, en algunos muy contados casos, dar réditos editoriales inmediatos, pero que al cabo una obra sólo puede trascender si no subestima a su lector ni a su inteligencia y respeta el esfuerzo que éste hace al dedicarle su tiempo.

Potes publicó “La sombra del lobo. Prisionero de la Luna” consciente de que la premisa no es otra que el respeto por su público.

Por esto los libros de Potes son clásicos en ciernes, sólo les falta el factor tiempo. Todo lo demás que un clásico necesita para convertirse en tal lo tiene.

– En “La sombra del lobo. Prisionero de la Luna” mezclás terror, suspenso, fantasía y literatura para todo público bien contada, ¿Te diste cuenta de que no te metiste en un terreno simple?

– ¡Sí, me di cuenta ni bien avancé un poco con la primera parte! Pero debo admitir que justamente ese desafío es el que me divierte. Si es algo que se presenta muy lineal, muy fácil, no me interesa contarlo. Me gusta esto de ir, venir, buscarle la vuelta, investigar, crear unas reglas y mantenerlas, elegir un contexto y respetarlo.

– Literatura infantil, literatura adolescente, literatura juvenil parecen ser términos que reducen conceptos más amplios. ¿Creés en los esquemas que la crítica le impone a la literatura? ¿Te molesta que te sindiquen como escritora para público juvenil?

– La clasificación es tan beneficiosa como contraproducente. Ayuda a aquel que busca un libro de una temática específica o para tal edad, y automáticamente excluye a otros porque crea prejuicios. Hay personas que ni aunque los obliguen abordan un libro que está en la estantería de juvenil, y otros sólo llegan a él por estar en esa estantería. A la hora de llenar un formulario donde hay que poner género y edad, eso me complica porque no me gustan los límites, los encasillamientos, los preconceptos, pero los catálogos los exigen… Confieso que me molesta un poco cuando me dicen “escritora de juvenil o de infantil”, cuando en realidad escribo para todo público. Pero bueno, tampoco hay que renegar de esto.

– ¿Considerás que son términos que impone la crítica especializada o es el mercado editorial el responsable?

– Me parece que es un poco y un poco. En este momento, creo que es una necesidad del mercado editorial a la hora de catalogar, aunque no descarto que eso haya sido impulsado por la crítica especializada… Preguntémosle a un especialista, porque es muy interesante el tema.

– “La sombra del lobo. Prisionero de la Luna” tiene muchas virtudes, una de ellas es la gran pericia narrativa que demostrás en la instalación del hecho fantástico, una instalación tan sutil y progresiva que el lector advierte la fantasía cuando ya está metido en ella. ¿Cómo construiste ese efecto?

– Me gusta lo fantástico en el contexto realista. Quise contar lo que siente este joven cuando va descubriendo que no es un ser humano común, y el lector se va metiendo en ese mundo fantástico junto con el protagonista. No van apareciendo cosas mágicas una detrás de otra, ni todo lo que rodea a Blas es un mundo de fantasía, sino que Blas es un joven del siglo XVII, como cualquier otro de esa época, que un día descubre que ya nada más lo puede asombrar porque él mismo alberga algo inexplicable, algo que creía que sólo pertenecía al mundo de las leyendas. Creo que la sutileza de la que hablás se da porque el resto del contexto es histórico.

– Es un tema, el de los hombres lobo, del que parece haberse dicho todo, todos los tipos de ficción parecen haberse encargado, la televisión, la literatura, el cine, todas las artes lo abordaron. ¿Te dio miedo de sonar repetitiva o remanida?

– No tuve miedo a sonar repetitiva porque desde que decidí abordar este tema, lo pensé desde el “¿y si…?” que en este caso es “¿y si la historia transcurre en la América de la conquista? ¿y si además de hombres lobo también trabajo con la leyenda de la ciudad perdida? ¿Y si en lugar de ser una manada de lobos adolescentes que disfrutan de su poder, se trata de un hombre lobo un poco más clásico que no quiere ser un monstruo?”. Con esa premisa sentí que podía darle una vuelta de tuerca diferente a la leyenda, sin traicionarla. Había planeado ubicarla en contexto histórico-geográfico sin ser demasiado rigurosa, pero no pude. A medida que avancé tuve la necesidad de situarlo casi exactamente, aunque no lo diga de manera expresa en la novela.

– ¿Qué era eso que aún no estaba dicho y que sentiste el impulso de decir?

– En general, las historias de monstruos que yo he visto o leído hablan del monstruo desde afuera. El protagonista es el que combate al monstruo, al que conocemos ya en esa condición. Yo tenía ganas de contar la historia desde el punto de vista del hombre que siente que se convierte inexorablemente en algo que no quiere, y cuya transformación no le sirve para convertirse en héroe, sino que lo condena.

– Cómo mantener la atención de un adolescente actual es un tema difícil, por la competencia de la tecnología, en tu libro sé que usaste algunas recetas para lograrlo, ¿cuáles son?

– En principio, escribo para mí. Me tiene que conformar a mí como lectora, porque supongo que hay otras personas a las que les gusta leer lo mismo que a mí, entonces sí al finalizar y releer mi yo lector se entretiene y disfruta con el texto, pienso que tiene alguna chance de mantener la atención de otros lectores. Soy cuidadosa con el universo creado para que sea verosímil, para que el lector acepte ese pacto que la historia le ofrece.

– ¿Cuál es a tu criterio el futuro de tu literatura, hacia dónde deben apuntar los escritores del género para lograr buenos resultados, tanto en el terreno literario como en el editorial?

– ¡Qué difícil! Creo que los escritores tienen que respetar al lector. Imagino que muchos tendrán la presión editorial de los plazos de entrega, o de “escribite algo parecido al que tuvo éxito”. Pero más allá de esas presiones, de las ganas de que te publiquen, de saber que ciertos temas están de moda, todo eso se puede hacer escribiendo lo mejor que uno puede hacer. Como dice Dolina, no creo que sea el mejor libro, pero es lo mejor que yo pude hacer.

El escritor -y el editor también- no debería escribir y publicar cualquier cosa que uno podría leer en un “fanfic” (relatos de ficción escritos por fans de una obra literaria) escrito rápidamente en un foro sólo porque por el tema puede vender un montón. La parte comercial es importante si uno está publicando en una editorial; al que no le importe la parte comercial, que lo publique gratis en un blog. Pero lo comercial no debería ir en detrimento del respeto por el lector, y a eso me refiero con ofrecerle un escrito de calidad.

– ¿Preparás algún otro libro?

– Siempre tengo borradores, porque toda cosa que tengo escrita y no está publicada, es un borrador. En este momento estoy trabajando con el segundo y tercer volumen de La sombra del lobo.