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Deportes 17 de enero de 2017

Milagroso triunfo de Peñarol de la mano del chico “Juani” Marcos

Sin Gutiérrez y Booker, en varios momentos el equipo marplatense estuvo muy complicado. Su mérito fue no dejar de luchar. Y le cambió la cara la “chispa” de un pibe de 16 años para dar vuelta un partido que perdía 77-70 a falta de un minuto y medio.

Por Sebastián Arana

Dificilmente los hinchas de Peñarol olviden este partido. Pleno de adversidades. Varias veces pareció perdido. Varias más salió adelante con un corazón enorme. Y cuando sus problemas ofensivos parecían no tener solución, una apuesta de Richotti hizo saltar la banca. Lo puso a Juan Ignacio Marcos, el prometedor cadete de 16 años, y lo sacó a Reed, errático. El pibe, con atrevimiento para atacar y picardía para defender, le cambió la cara y fue clave en la última reacción, la que a un minuto y medio le permitió remontar un 70-77 para ganar 80-77 en una inolvidable noche de Liga Nacional de Básquetbol.

Demorado el debut de Booker. Afuera por lesión Gutiérrez. Peñarol entró al partido dando un hándicap grande. Intentó acomodarse lo más dignamente que pudo. Con un gran esfuerzo físico y defensivo con el propósito de equiparar a un rival que sí tiene varios jugadores con gol en la mano.

Figueroa metió un tiro de tres puntos en la segunda ofensiva. Pero a continuación el equipo “milrayitas” estuvo casi siete minutos sin anotar un mísero tiro de cancha. Sus intentos de profundizar el juego terminaron en pelotas perdidas o en lanzamientos fallidos, algunos increíbles. Tampoco podía de tres puntos.

La sequía generó tanta impaciencia entre los hinchas que, mientras Richotti daba instrucciones en su primer minuto, empezaron a cantar reclamándole “huevos” a los jugadores. Algo que no ocurría hace muchísimo tiempo.

Pero no era cuestión de “huevos”. Más bien de juego. Porque a pesar de fallar tanto adelante, atrás el esfuerzo defensivo fue tal que Quimsa jugó casi siempre incómodo.

El equipo santiagueño apenas anotó 16 puntos en el primer cuarto y no terminó de aprovechar el desconcierto local, agravado por la mala noche de Reed, el “salvador” de Obras.

El panorama no mejoró demasiado para Peñarol en el segundo parcial. Por momentos, se agravó. Fue cuando el equipo visitante jugó varias opciones de ataque consecutivas para el “uno contra uno” de Elliot, imparable para Barón.

A falta de tres minutos, Quimsa ganaba 31-18. Pero el propio Barón anotó cinco puntos valiosos y, con más coraje que juego, el equipo local volvió a ponerse en partido. El 37-28 con el que los visitantes se fueron al descanso no era tan mal negocio para los “milrayitas”, teniendo en cuenta lo mal que habían atacado.

Quimsa mantuvo esa luz medio cuarto más. Pero cuando Néstor García apeló a la rotación, Peñarol lo presionó muy fuerte con su defensa y lo confundió totalmente. Figueroa y Diez se hicieron gigantes para cerrar los caminos y, por fin, aparecieron los puntos de contraataque. En una ráfaga, el equipo local descontó nueve puntos de ventaja. Y, a falta de 47”, el Polideportivo literalmente se vino abajo cuando el pibe Juani Marcos –hacía un par de minutos había reemplazado a Reed- anotó un triple para pasar al frente 53-50.
Elliot, con una “bomba” inverosímil en el instante final del cuarto, frenó el envión “milrayitas” para igualar en 55.

Con los titulares, en el cuarto final, Quimsa capeó el temporal. Un triple de Elliot y otro de Hopson le devolvieron la tranquilidad y le dieron ventajas para manejar.

Peñarol la peleó siempre con entrega y los puntos de Juan Manuel Torres, de buen partido, desde la línea. Pero un triple de Romano a falta de 2’40” llevó la diferencia a 75-68 para los de Néstor García y puso a los locales contra las cuerdas.

A falta de un minuto y medio, Quimsa todavía ganaba 77-70. Pero Peñarol, con esa “ardilla” que es Marcos produciendo como el que más, lo obnubiló con su presión y le hizo perder una bola tras otra.

Reed anotó un triple, después Marcos hizo una finta y asistió a Acuña para una volcada. A continuación, tras otra recuperación, Figueroa asistió de cancha a cancha y Marcos llegó como una exhalación para igualar.

Nadie daba crédito. Pero había más. Marcos con sus “saltitos” delante del jugador de Quimsa que reponía forzó otro mal pase y Giorgetti, de contra, anotó el doble y recibió una falta. El chaqueño anotó y consumó el vuelco. Y después Hopson no pudo de tiro libre.
Peñarol fue en el tramo final un huracán que desarboló a Quimsa. El huracán Marcos.



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