por Sebastián Arana

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La clasificación argentina a los Juegos Olímpicos de Londres tuvo ribetes dramáticos. Puerto Rico fue un rival durísimo y a falta de segundos para el final del partido el objetivo estaban tan lejos y a la vez tan cerca como cuando comenzó esta historia. Pero la selección defendió con un corazón enorme en los momentos más difíciles del partido y no permitió el tiro cómodo que le podía arrebatar su tesoro de entre las manos. Barea falló el lanzamiento del final y la Generación Dorada podrá buscar su tercer medalla olímpica una vez más. El equipo dirigido por Julio Lamas ganó 81-79 y hoy a las 21.15 jugará la final frente a Brasil.

De algún modo, el primer cuarto tuvo un desarrollo sorpresivo. Porque si bien los dos pueden hacerlo, ambos equipos anotaron demasiado por tratarse de un partido internacional con una clasificación olímpica en juego.

Argentina puede haber cumplido en ese primer parcial su mejor producción ofensiva del torneo. Un recital de básquetbol ofensivo bien jugado, con la pelota circulando a gran velocidad y precisión para encontrar casi siempre en buena posición de tirar a Luis Scola, intratable mientras estuvo en la cancha.

El jugador de Houston Rockets, alimentado sobre todo por Prigioni y Ginóbili, anotó ocho tiros de dos puntos en el primer parcial, con eficacia perfecta, y lideró un ataque que, además, tuvo apoyo de un tiro exterior confiable. A falta de un poco menos de tres minutos para el cierre del primer parcial, Argentina disfrutó de una máxima ventaja de 22-13.

Sin embargo, lo del conjunto de Lamas en ese cuarto de apertura no fue nada sólido en el otro canasto. Barea tuvo diez minutos iniciales excepcionales, muy certero con el aro, y Arroyo también comenzó enfocado. Argentina no pudo contener a los dos bases boricuas y, en consecuencia, no pudo sacarle más provecho todavía a su notable pasaje ofensivo: 91% en dobles, 50% en triples. Y un tiro de tres puntos de Barea sobre la chicharra le permitió situarse a los de Flor Meléndez a sólo cinco puntos (24-29).

El segundo cuarto fue otra historia. Puerto Rico pasó a defender zona para protegerse de Scola y la táctica le dio éxito porque los porcentajes argentinos de tiro externo se vinieron a pique.

La aparición de las rotaciones, además, benefició a los centroamericanos, cuyos relevos produjeron bastante. Entre Balkman y Narváez se las ingeniaron para dominar el rebote y Holland entró bien para marcar a Ginóbili y hasta aportó tiro de tres puntos.

Cuando Scola, con dos faltas personales, fue a descansar al banco de suplentes, la ofensiva argentina se terminó de derrumbar. Sólo once puntos logró anotar el conjunto de Julio Lamas en el segundo parcial y, de a poco, Puerto Rico, que no abandonó la zona, niveló la historia y logró llevarse una victoria parcial de 44-40 al descanso largo.

Daniel Santiago volvió a la cancha en el tercer cuarto y anotó dos dobles que llevaron la ventaja centroamericana a 48-40. Pero enseguida sumó su tercera falta y salió. Argentina aprovechó y volvió de las cenizas con un parcial de 8-0 en menos de dos minutos que lo niveló todo. El 48-48 llegó con un triple de Ginóbili, su primero del partido, y fue significativo. Porque el bahiense se encendió, se cargó el equipo al hombro y comenzó a meter un tiro de tres puntos tras otro.

La puntería colectiva llegó casi por contagio. Y también como consecuencia de un gran juego de pases. Puerto Rico aguantó el torneo de triples un rato. Pero finalmente la defensa argentina logró plantarse, Ginóbili continuó incontenible y Argentina cerró el cuarto al frente 66-60, diferencia asegurada por un tapón de Kammerichs (con falta no cobrada) a Barea en la última jugada.

Como ocurrió frente a Brasil, Puerto Rico, viéndose realmente complicado, intentó llevar el partido al terreno de las discusiones en lugar de jugar. Y perdió tiempo valioso.

Argentina mantuvo y hasta incrementó su ventaja a pura bomba de tres puntos de Ginóbili y Prigioni. Pero tal vez dependió demasiado de ese recurso. Promediando el parcial, el conjunto boricua se ordenó, comenzó a jugar para sus internos (sobre todo buscó a Santiago) y ensayó una presión zonal fructífera. De perder por once (60-71), se situó a un doble (75-77) a falta de cuatro minutos y fracción e instaló la angustia.

Y el drama, lejos de aclararse, fue in crescendo. Ya no hubo más facilidades para nadie. Cada ataque fue un parto. Daniel Santiago, con un tiro de gancho, logró igualar en 79 y todavía faltaban 1?50?.

Recién el marcador se movió cuando restaban 50? con un tiro libre de Ginóbili. Puerto Rico tuvo una chance para pasar al frente y Arroyo, bien defendido por Oberto, la desperdició con un tiro fallido a falta de 24?.

Quedaban 6? y los boricuas cortaron con falta a Prigioni y el cordobés sólo metió uno de los libres. Barea, entonces, quiso ser el verdugo. Pero lanzó incómodo de tres puntos y los deseos de más de ocho mil quinientas almas desviaron ese disparo final que quería arruinar la fiesta de todos. Y el grito, explosión de júbilo y alivio, más grande en la historia de este estadio saludó la clasificación olímpica.

Síntesis

Argentina (81): P.Prigioni 16, E.Ginóbili 23, C.Delfino 5, A.Kammerichs 3 y L.Scola 27 (FI); A.Nocioni 0, H.Jasen 5, F.Oberto 2 y J.I.Sánchez 0. DT: Julio Lamas.

Puerto Rico (79): J.J.Barea 20, C.Arroyo 15, A.Galindo 2, R.Sánchez 0 y D.Santiago 16 (FI); J.Holland 11, R.Balkman 10, M.Narváez 5, A.Rodríguez 0, A.Alamo 0 y J.Mojica 0. DT: Flor Meléndez.

Estadio: Polideportivo ?Islas Malvinas?.

Arbitros: Vicente Bulto (España), Steve Seibel (Canadá) y Héctor Uslenghi (Uruguay).

Parciales: 29-24, 40-44 y 66-60.