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11-12-2011

San Pablo le tiró una soga

Kimberley campeón al vencer por penales a General Urquiza. El arquero Pablo Morata, gigantesco en la definición, le sirvió a los suyos el título en bandeja. En los noventa habían igualado sin goles. El equipo de la avenida Independencia se llevó el torneo anual después de 11 años.

por Sebastián Arana

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Las manos de Pablo Morata pesaron más fuerte en una balanza que se mantuvo en el justo medio durante ciento ochenta minutos. Y Kimberley, en una definición por penales en la que el arquero fue el máximo protagonista, se llevó el título de campeón de la temporada anual de primera división de la Liga Marplatense de Fútbol. Fue tras igualar otra vez sin tantos en una accidentada segunda final en la villa de Polonia y Vértiz.

La paridad marcó esta segunda definición. Pero con matices distintos a los del primer duelo. General Urquiza tuvo que maniobrar toda la tarde -y lo hizo bien- contra las adversidades y la desventaja numérica. Kimberley, que tuvo todo a favor, no supo qué hacer con esa ventaja. Las limitaciones de personal de uno y la impotencia de otro desembocaron en la definición a los penales. Entonces, Morata marcó la diferencia.

Lo del arquero no sólo fue la tanda decisiva. Como lo había hecho en tiempo de descuento de la ida, al minuto salió como un rayo del arco y tapó con todo su cuerpo extendido un clarísimo mano a mano a Molinelli. Cinco minutos más tarde, Urquiza perdió otra chance increíble. La tuvo Martín Pereira, tras un gran desborde de Alessandrini, pero pifió el remate en la puerta del área chica cuando sólo debía empujarla.

A ese gran arranque de los de Nicoletti le puso freno la justa expulsión de Vales, quien salió muy lejos y a destiempo para cortar a Ferreyra con una violenta patada. Fernández primero sacó la amarilla, pero de inmediato se dio cuenta de su error y le mostró la roja.

Kimberley, entonces, se fue encima de su rival. Utilizando como recurso preferido -casi único- las proyecciones constantes de Diego Alvarez por la derecha. Y con Grande como encargado de dar el último pase y de imprimir el cambio de ritmo.

Ruiz, que tras la expulsión pasó a cumplir misiones más defensivas, salvó sobre la línea a los 14' tras un remate de Cardellino. Pero paulatinamente Urquiza capeó el temporal. Se agrupó bien, se movió en bloque -su defensa dejó repetidamente en off side a los delanteros rivales-, impuso un ritmo de juego tranquilo y hasta pudo manejar la pelota con paciencia y prolijidad. De contra, además, encontró un par de chances favorables con Pereira y Molinelli.

Lo mejor de Kimberley fue el cuarto de hora final del primer tiempo. En ese lapso encontró la pelota, logró cambiar el ritmo y abrió una brecha por la derecha. Barros estuvo cerca un par de veces de abrir el marcador y Fortunato con un cruce providencial se lo negó a Alvarez antes del descanso.

Parecía venirse un segundo tiempo de alto voltaje. Pero el fútbol es dinámica de lo impensado y todos se llevaron un chasco. Kimberley perdió enseguida a su usina de juego, Francisco Grande, por lesión. Y dos minutos después de una monumental atajada de Rodríguez ante Ferreyra perdió explosión, a los 10', con la expulsión de Alvarez.

El perjuicio no fue peor para los de Damián García porque Fernández, a instancias del línea Cingolani, en la misma jugada expulsó también a Leonardo Muñoz, a quien nadie vio responder a la agresión anterior del lateral de Kimberley.

Ese error de la terna privó a todos de ver que pudo haber pasado con paridad numérica. De todos modos, Molinelli tuvo una chance enorme a los 12'. Aprovechó un resbalón de Servera y escapó muy libre. Pero el ayer enorme Morata le volvió a ganar el mano a mano.

Fue la última chance de General Urquiza, que un rato después perdió por lesión a Ruiz y a los 32' sufrió la expulsión de "Morci" Gómez, quien vio la segunda amarilla por una falta fuerte a Barros.

Pero ni diez contra ocho a Kimberley, claro dominador territorial, se le cayó una idea. Con mucho orden y apoyado por el sensacional partido de Rubén Fortunato -apagó todos los incendios barriendo a espaldas de todos- y en la seguridad de Rodríguez, los de Nicoletti derrocharon coraje y consiguieron llegar a los penales sin demasiados sobresaltos.

Entonces Morata completó lo que ya era una muy buena tarde atajando los penales de Fortunato y Arias y como si fuera poco metió el suyo. Matías Ferreyra no falló el decisivo y fue título para Kimberley. A once años de su última consagración como campeón absoluto.