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31-07-2014

Grondona y Mar del Plata, una de sus debilidades

por Vito Amalfitano

witter: @vitomundial

www.vitoamalfitano.com.ar

"En mi vida soy muy consecuente. Tengo 52 años de casado, no cambio ni mi amor por mi mujer ni mi amor por Mar del Plata", me dijo en el verano de 2009, en una de las tantas notas que le hice para LA CAPITAL.

Julio Humberto Grondona falleció ayer sin que se cumpliera uno de sus más íntimos e importantes deseos desde lo futbolístico, ver un equipo de Mar del Plata en primera división con él todavía al frente de la AFA. Igualmente, sin querer, o queriendo, dejó como uno de sus últimos legados un raro campeonato que apunta justamente a que se cumpla ese deseo.

De todo se dijo y se escribió, se dirá y se escribirá en las próximas horas, sobre lo bueno y lo malo de Grondona. Quedará la contrafáctica de lo que no pudo ser en el fútbol argentino, o que se hizo mal, por la conducción excesivamente personalizada de Grondona. Nos perdimos 12 años del mejor Bianchi. Se desperdició un Mundial con una generación brillante ?a punto caramelo?, el de Sudáfrica, por su caprichosa elección de Maradona como técnico, como tantas otras que tomó. Un exceso de bilardismo, además, nos atrasó en muchos aspectos.

Siempre nos quedamos esperando la reestructuración real del fútbol argentino que pidió Menotti desde el día siguiente al primer título del mundo. Pero el propio Menotti dijo ayer en Estudio Fútbol que a él no le renovaron en el 82 ?por culpa de Lacoste, no por culpa de Julio?.

También por Grondona quedó trunco el último gran proyecto del fútbol argentino, el de José Pekerman. Pero también por Grondona y su brillante intuición, tuvimos un Pekerman, del taxi a la Selección.

Nadie podrá negar, sin embargo, que Grondona fue, más allá de cualquier juicio de valor, el dirigente más importante de la historia del deporte argentino. Sencillamente porque fue el presidente de la Asociación del deporte más importante del país en la etapa en que Argentina fue campeón del mundo y dos veces subcampeón, y ya estaba en el Comité Ejecutivo de AFA durante el primer título, el que cambió la historia, en el 78.

Con todo lo malo que dejó, sin embargo, reparó la injusticia de un fútbol para pocos, del que era cómplice, al aceptar la idea revolucionaria de Néstor Kirchner de un Fútbol para Todos.

De todo esto se discutirá por varios días, y de cómo resolver la sucesión que él no preparó, justamente por su conducción demasiado personalizada.

Lo que no podrá ponerse en cuestión es su amor por Mar del Plata y de todos los esfuerzos que hizo para que Mar del Plata llegara a tener un equipo en primera división.

Pasaba más días en esta ciudad que los que todos imaginábamos. Casi la mitad de su vida. Aquí construía. En el sentido literal, y en el figurado también. Aquí se reunió justamente con Menotti para ofrecerle que quede como DT de la Selección tras su renuncia del 78 con la promesa de esa ?reestructuración en serio? que nunca llegó.

Y el hombre que tenía casi el rango de un jefe de Estado por su cargo en FIFA, nada disfrutaba más que la larga mesa familiar en los mediodías estivales en el balneario 0 de Punta Mogotes, o en las cenas en el Amigos de Pepe Suárez o en la parrilla del Gato Mignini, junto a su amigo entrañable, el presidente de la Liga Marplatense de Fútbol, Jorge Bosco, y otros amigos en la ciudad como el actual presidente, el doctor Jorge Roberto Fernández y el empresario Albino Valentini. Que en esas mesas ya no estuviera su mujer, Nelly, desde 2012, fue algo de lo que nunca se pudo reponer.

Su gran intuición, y su gran apego a esa mesa de los mediodías de Mogotes, hizo que, por ejemplo, allí, le diera el sí al aerosol de Pablo Silva, el que marca la distancia en los tiros libres,-que llegó al Mundial y ahora a la Premier, a Italia y a España-, pero que antes atendiera el compromiso para otra nota con este periodista y que recién después de nosotros dos recibiera a Sergio Batista, tras hacerlo esperar un largo rato, para que le alcanzara la lista de preseleccionados para los Juegos Olímpicos de Beijing.

Mantuvo una relación difícil con el periodismo, más en los últimos años. Sin embargo, tenía una deferencia especial con cierto periodismo del interior en general y con la prensa de Mar del Plata y este periodista en particular. Le hice decenas de notas y fueron de las más frontales entre las más importantes que pude hacer. Planteándole cara a cara, dentro y fuera de nota, muchas de las críticas aquí mismo apuntadas. Con diálogos como este:

-¿Por qué no va a buscar a Bianchi de una vez por todas Julio?

-¿Usted es amigo de él?

-No Julio, pero sacando a Menotti, Bianchi es el mejor de todos?

-¿A usted le parece que a mí un técnico me va a hacer lo que ese señor le hizo a Macri, que lo dejó plantado hablando solo en una conferencia?

-?.

Una muestra simple y clara de su personalismo.

Me reservo la otra parte de la charla, la otra razón por la cual entendía que Bianchi no podía ser DT de la Selección y que me dijo en privado. Un motivo que se contradecía bastante con la relación que el propio Grondona tenía con casi la única persona que consultaba en serio, la más amada, que hace un tiempo, cuando Alejandro Sabella estaba al pie del avión para irse a Emiratos Arabes, le dijo casi gritando??¡¿lo vas a dejar ir, lo vas a perder?!?

Hasta el hombre más poderoso y omnipotente escucha a alguien que es su debilidad. Hasta el más despótico tiene su historia de amor?

Alejandro Sabella terminó siendo el DT con el que Julio Grondona se despidió de esta vida con un subcampeonato del mundo.