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22-11-2014

La mejor escenografía, actuaciones ordinarias

El espectáculo increíble en las tribunas que se vivió el jueves hace aun más convincente la consigna de "La Bombonera no se toca" ante la intención de la dirigencia actual de construir un nuevo estadio. Los actores en la cancha no estuvieron a la altura de la película que hizo la gente.

por Vito Amalfitano

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Twitter: @vitomundial

Un informe elaborado por la prensa inglesa determinó hace unos años que un Superclásico Boca River en la Bombonera es el espectáculo número uno del fútbol mundial, el que "nadie debería perderse antes de morir" entre los aficionados a este juego.

Jugadores que participaron de "derbys" tan trascendentes como un Real Madrid - Barcelona dicen que nada se compara con un clásico del fútbol argentino en la Bombonera.

Turistas de todo el mundo peregrinan cada domingo por este escenario y si tienen el privilegio de un choque con River sienten que es un espectáculo único.

Ni una Bombonera con diez veces más que la capacidad que tiene alcanza para un partido como el de anteanoche. El espectáculo impresionante del jueves en las tribunas quizá persuada a los dirigentes de que es insólito pensar en una nueva cancha de Boca cuando desde todo el mundo desean estar en esta Bombonera y no en otra.

Y si siempre la efervescencia es grande en la cancha de Boca, lo que vivimos el jueves allí sobrepasó todos los límites. La Bombonera tembló, latió, y se movió como nunca. Pero la primera final entre Boca y River por la Sudamericana fue un fiasco y construyeron un cero más grande que el propio escenario imponente.

Las marquesinas y las luces del espectáculo brillaron con la salida de los equipos pero no bien empezó a rodar la pelota se notó que los protagonistas, los primeros actores, no estaban a la altura de la película.

Boca no puede llamar a la inspiración si se quedó sin intérpretes para aprovecharla. Desde que dejaron ir a Riquelme, Boca se quedó sin fútbol. Chavez y Meli, por caso, son jugadores nacidos para jugar en Boca, por el espíritu, pero nunca por sí solos podrán cambiar la ecuación más allá de algún partido ocasional. Y Gago tiene capacidad para el primer pase, casi nunca para el segundo, mucho menos para una conducción que quedó acéfala.

Así, está la sensación de que Boca es esto, nada más, pero que al menos buscó con algo más de decisión en este primer Superclásico. Pero también quedó flotando en el aire, tras el enorme 0 a 0, la percepción de que River sí es más que esto pero que la mezquindad fue más fuerte, a tal punto que no pateó al arco contrario y convirtió a Orion en un espectador privilegiado.

Los dos tejieron un partido ordinario. Pero quedaron latentes, agazapadas, las muy escondidas virtudes de ambos equipos para quizá exponerlas en el "segundo tiempo" en el Monumental, cuando ya no quede margen para la especulación. Los atributos de River, el volumen de juego y el "poder de fuego", que no se atrevió a esgrimir en la Bombonera. Lo que hoy le puede anteponer Boca: la capacidad para ganar el partido de los espacios, en el contraataque, como lo hizo en la clasificación en Paraguay, si es que River de una vez por todas se decide a soltar.