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30-01-2015

Riquelme sigue jugando

por Vito Amalfitano

En la noche del miércoles Boca jugó dos partidos en el Minella. El desempate con Vélez para pasar a la fase de grupo de la Copa Libertadores y el partido de Riquelme, su máximo ídolo y más importante futbolista de la historia, por primera vez en la platea como hincha número 1 y casi con seguridad futuro presidente.

De esa manera, al menos, se movió Román en Mar del Plata. Como si estuviera ya por encima de todo.

No le hizo mella que no se le haya podido dar la plaqueta que le tenía preparada el gobierno provincial para un homenaje en el centro del campo por culpa de la intervención del presidente de Boca, Daniel Angelici, que en pocas horas pasó de “ofrecerle” el partido homenaje en la Bombonera a impedir un reconocimiento de la gente en la cancha en su primera vez como hincha 1. Un episodio que, por el cerco informativo que monta la propia dirigencia Pro de Boca, solo publicaron en detalle LA CAPITAL, La Nación, Página 12 y Tiempo Argentino, además de otros medios del interior.

Pero como el cielo no se puede tapar con las manos, y el presidente no puede ocultar sus actitudes absurdas,-que empezaron con hacerles la vida imposible nada menos que al propio Riquelme y a Carlos Bianchi, el técnico más importante de la historia de Boca-, ese episodio, y otros inmediatamente anteriores con periodistas, medios y otros mandatarios de clubes, dejaron aun más expuesto a Angelici, a la vez que le permitieron a Román hacer otra jugada brillante sin siquiera intervenir. Como en aquella acción magistral de su último partido en Boca ante Lanús, cuando sacó un caño sin tocar la pelota, ahora el grotesco lo hizo el presidente, una vez más, y Riquelme igual tuvo su ovación en el Minella y la gente supo del homenaje frustrado.   

Como por encima de todo. Sin importarle que su club no le haya reservado palcos centrales, o sin siquiera pedirlos. Llamando directamente a un directivo de Torneos para comprar las plateas de él y su familia. Las mejores plateas bajas, pero plateas al fin, mezclado entre la gente, debajo de lo pupitres de prensa, en el sector Sur, el de Boca claro.

Así se movió Riquelme por Mar del Plata y el Minella. Como por encima de todo. Provocando que periodistas de los más prestigiosos medios de Argentina, o de los de más llegada, se perdieran el comienzo del encuentro Boca – Vélez,-del que debían escribir o hablar-, para la cobertura de ese otro partido, el de Riquelme, que ingresó al estadio cuando ya se jugaban diez minutos del desempate para llegar a la Copa.

No obstante, casi como en otra de sus clásicas jugadas de engaño con la pelota, Román ingresó con su familia por el costado sur de las plateas, eludiendo la "guardia" del centro de la confitería, gracias a un operativo especial y llevado directamente por el jefe de la policía provincial.

Con Coco Basile

Llevó el mate y casi no dejó de cebar y tomar durante toda la noche. Se sacó fotos con todo el que se lo pidiera en el entretiempo y en ese lapso no se movió del lugar. Y cuando faltaba un cuarto de hora para el final del partido salió caminando raudamente, supuestamente para dejar la cancha. Pero se desvió hacia la entrada de las cabinas sur de prensa, se metió en el pasillo y apareció por la cabina 3 para darle un abrazo directamente a Alfio Basile. El Coco estaba comentando el partido junto a su amigo campeón del mundo con Boca, Jorge Ribolzi, y con quien esto escribe, en la transmisión de Boca de Selección, de Radio Cooperativa de Buenos Aires. Mientras el ingeniero Daniel Mollo, al comando de esa emisión, narraba un inofensivo ataque de Vélez, se apareció Román por atrás para abrazar al Coco, y entre la sorpresa y la emoción el relator lanzó “es un momento histórico, un abrazo histórico…”. No era para menos, se trataba del primer encuentro desde que anunciaron su retiro, con 10 días de diferencia, uno de los jugadores más importantes y uno de los entrenadores más trascendentes de la historia del fútbol argentino.

Así Román y Coco vieron la última parte del partido juntos, comentaron algún detalle y quedaron en que Basile se encargaba de reservar la mesa para la cena, en la que minutos después se festejaría el cumpleaños del "Cholo" Palmieri, uno de los pocos ex dirigentes con los que Riquelme mantiene una relación de amistad.

En esa cena, en Tisiano, Román estuvo acompañado por sus hijos Florencia, Agustín y Lola y su hermano Cristian con su pequeña niña Sol, junto a Coco Basile, el Ruso Ribolzi y "el Cholo" Palmieri con algunos amigos, como "El Colo" Ezequiel, "Bombón", y el promotor de boxeo Mario Margossian, entre otros.

Durante ese encuentro Román habló con Basile un poco del partido pero mucho más sobre el recuerdo de encuentros de eliminatorias cuando Coco dirigía a la Selección y Riquelme era el conductor del equipo.

Promediando la noche Riquelme dejó su lugar en la mesa, fue solo hacia el interior del restaurant, y enseguida se escuchó un aplauso cerrado y una ovación: Román se había metido en la cocina para la foto que le había pedido el personal.

No fueron los únicos que pudieron posar junto al Ultimo 10. Accedió a la foto con todos los mozos y comensales que se lo pidieron (todos), incluidos algunos famosos, como "Beto" César. La aureola que se generó en el local, con todos eclipsados por su figura y sus gestos, graficó lo que puede significar Riquelme a futuro, jugando el partido que él prefiera.

Y antes de partir en su vehículo, manejando mitad y mitad con su hermano de regreso a Pinamar, se despidió del lugar dándole la mano, uno por uno, a los integrantes de las mesas contiguas, para después confundirse en un abrazo con Ribolzi, Palmieri y Coco, quienes lo acompañaron hasta la puerta. Si en la cancha Riquelme jugó su partido como el hincha número 1, allí ya Román se manejó como un presidente.