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26-05-2015

La noche en la que Aldosivi fue local en la Bombonera

El 3 a 0 fue el tributo más grande a la historia del fútbol de la ciudad. Que ahora deberá recoger Mar del Plata. Pero la épica se agrandó aun más al llenar con festejos el gran vacío en el que está inmerso Boca.

por Vito Amalfitano

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Desde Buenos Aires

Los sonidos del silencio pueden ser hirientes, impiadosos, desafiantes. Y son capaces de interpelar. En este caso a los incapaces que por tercera vez en un corto tiempo en la historia de Boca permitieron, con desidia,-y connivencia con los violentos- que esta triste imagen de la Bombonera vacía se repitiera. Aunque ahora, como siempre, pretendan tirar la pelota afuera de las culpas.

Pero el domingo, en esta acústica única de la Bombonera en el que el vacío es más hueco y cruel, esos lacerantes fuertes sonidos del silencio son cortados por el grito más fuerte de la historia del fútbol de Mar del Plata. El grito más fuerte, multiplicado por tres. Los goles que celebran un puñado de marplatenses en ese templo único, pero con el eco que llega hasta el mar y rebota en todos los hogares de nuestra ciudad.

De estos hitos se alimenta la historia de Aldosivi y engrandece, como ninguno a esta altura, la historia del fútbol marplatense. Y la alimenta con mística pura. ¿De qué otra forma se puede explicar que en una Bombonera a puertas cerradas Aldosivi haya sido local? Es que los designios del destino se asociaron y esa desidia de los que conducen a Boca también, para que en la cancha solo hubiera dirigentes y allegados del club de Mar del Plata.

Por esa particular manera de ponerse del lado de la ?cultura del aguante? (como bien lo grafica el colega Sebastián Varela del Río en su nota de ayer en Clarín) los directivos de Boca no concurrieron al estadio, ?para solidarizarse con los socios? (De los que se olvidan en todo el resto de los momentos, cuando los dejan afuera de los grandes acontecimientos y aparecen con entradas ?barras? y turistas; cuando expulsan a los buenos y se quedan con los malos; cuando dejan ir o echan al ídolo máximo y garantía de liderazgo imprescindible para los grandes acontecimientos y se quedan con los ídolos de barro que se preocupan más por saludar a los hinchas ?conspicuos? que en asistir inmediatamente a colegas agradecidos, lo que hubiera probablemente achicado la sanción que recibió el equipo; cuando perversamente no dejan despedirse en su casa al entrenador más grande de la historia y hacen que se vaya por la ventana).

Y entonces, como los dirigentes y allegados de Boca no estuvieron, en los goles de Aldosivi se escuchó claramente el grito de los marplatenses, desde el rincón del estadio dónde se ubicaron, en el ángulo pegado a las tribunas que dan a Casa Amarilla. Un club más vacío que nunca, y otro más lleno que nunca, en un contraste para la historia.

Entre esos gritos, también el del relato de los goles de los relatores marplatenses en los pupitres, entre ellos el del Hernán Río, de LU6 Radio Atlántica, quien mientras narraba el gol de Lequi estaba naciendo su hija Julieta en Mar del Plata. Y el festejo emocionado de ?Manija? Mústico, hoy en esa platea, hace cuarenta años allí abajo para iniciar con su gol esta historia mística.

Pero esos gritos, imposibles de contener (más allá de la advertencia que se hizo, por las disposiciones de un partido a puertas cerradas) pudieron aflorar por lo que generó abajo un equipo de gladiadores, capaz de desafiar las diferencias,-de billetera, de nombres, de trayectorias, de tradición-, a fuerza de fe, solidaridad, profesionalismo, estrategia de su entrenador, talento colectivo y capacidad futbolística de sus individualidades, no antes valorada en toda su dimensión. Aldosivi hasta se supo sobreponer ante el avasallamiento inicial de Boca, con la actuación consagratoria en primera que se merecía el arquero Pablo Campodónico, el cabezazo a la gloria de Lequi, los pulmones de Lugüercio, la fuerza arrolladora y la clase del colombiano Roger Martínez para tener a maltraer a toda la defensa del equipo de Arruabarrena y desnudar, junto a Sand y Lagos, las deficiencias en el retroceso de Gago y compañía.

Ahora viene Racing, el campeón de Argentina, en medio de su Libertadores y después de haberle ganado el clásico a Independiente. Tras un 3 a 0 a Boca es de esperar un Minella desbordado. Aldosivi desafía a la historia. Y se supera día a día. Y le entrega todo esto, para la posteridad, al fútbol de la ciudad. Es hora de que Mar del Plata se ponga a la altura.