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02-07-2015

Fútbol por los poros

Por Vito Amalfitano

esde Concepción / Santiago de Chile

Así se disfruta más. Desde aquella inolvidable tarde de Gelsenkirchen, la de también seis goles a Serbia y Montenegro, o desde algunas producciones de un año después en la Copa América de Venezuela, que no se veía a una Selección Argentina con tanto fútbol, con tamaño caudal de juego.

Hay señas particulares conceptuales que son hilos conductores entre aquellos hitos y esta noche helada de Concepción en el que el fútbol se metió por los poros para calentar el cuerpo y el alma. La idea. La premisa enfermiza de la tenencia de la pelota. La decisión de darle importancia a la función del conductor, del enganche, del generador de juego. Y la determinación, a su vez, de salvar de adjudicarle la responsabilidad exclusiva de esa función a Messi. Más bien la resolución de dársela a otro para que Lio despliegue su magia con más libertad, con más vuelo, con otra cobertura y con un socio con el que pueda interactuar en los roles de abastecedor o definidor. En Alemania o en Venezuela lo tuvo a Román, salvando las distancias hoy lo tiene a Pastore. La envergadura y la capacidad conductiva de Riquelme es irreemplazable, está claro, pero Pastore al menos cumple la función y la consigna de dar juego, de aportar claridad y panorama y, en todo caso, este Messi es mucho más que aquel, con lo cuál hay compensación en esas comparaciones.

Lo cierto es que Lio en el pico más alto, más maduro, es capaz de meter tantos pases gol como los que recibe pero siempre será esencial que él no tenga toda la responsabilidad de la conducción, porque no la siente, porque lo nubla o le quita vuelo. La experiencia de Barcelona es paradigmática, esclarecedora: Allí Messi tuvo siempre a Iniesta y/o Xavi, no fue capitán, ni conductor, ni líder. No lo necesitó. Se convirtió en el mejor futbolista del mundo sin ese requerimiento, sin llamarlo a hacer lo que puede distraerlo en su instinto de desequilibrio y de gol.

Por otra parte, el nivel de Pastore alcanzó un punto altísimo en esta goleada ante Paraguay. Necesitaba un partido así, de participación tan importante, para devolverle al entrenador tanta confianza dispensada.

La madrugada fue aún de más frío polar que la noche en el regreso desde Concepción a Santiago. Pero el calor se lo pusieron los hinchas argentinos en cada parador de la ruta 5. Hoy no se habla en esta capital de otra cosa que del partido del sábado. Y con mucho respeto y trato cordial en el mano a mano nuestro con el taxista, el mozo, el vendedor de diarios. El pueblo de a pie que no se envalentona ni se hace el ?capanga? en ?barra?, como ocurrió en la cancha con cánticos tan hirientes como los que refieren a Malvinas. Que ese clima de las tribunas de Concepción no se traslade ni haga eclosión el sábado en el estadio Nacional. Que el juego fluya, como en la mayoría de los partidos de Argentina y Chile en esta Copa, y que la pasión no se desborde.