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03-07-2015

"Es un cambio fuerte pero a la vez también cargado de ilusiones"

El entrenador del seleccionado argentino de básquetbol, Sergio Hernández, se refirió a numerosos temas en una extensa entrevista mano a mano.

Por Marcelo Solari - Es uno de esos referentes que, en su actividad, no requiere de introducción alguna. En el ámbito del básquetbol, Sergio Hernández es nada más -y nada menos- que el "Oveja". Suficiente para emparentar el apodo con un entrenador capacitado como el que más y, también, ganador. Una medalla olímpica con el seleccionado (bronce en Beijing 2008) y seis títulos de Liga Nacional (es el DT más ganador en la historia de la competencia vernácula) son algunos de sus logros más significativos. Nuevamente al frente del seleccionado argentino que se prepara en la ciudad para los Juegos Panamericanos de Toronto, le dedicó un buen rato al siguiente diálogo con LA CAPITAL: -¿Cómo fue el momento en que decidiste volver a ser el entrenador jefe del seleccionado argentino?

-Fue bastante simple. Primero que mucha gente cree que yo me había ido de la Selección y en realidad fue la Confederación Argentina la que decidió cambiar de entrenador. Tuvimos una reunión cumbre con Germán Vaccaro, en muy buenos términos, pero ahí me plantearon su idea de cambiar. A lo mejor me hubiera ido igual. O no. No sé qué hubiera pasado porque estas cosas van cambiando. Yo no soy de los que resisten archivos. Pero no porque sea un panqueque, sino porque de pronto pienso una cosa, estoy convencido, y al tiempo, por diferentes circunstancias, puedo cambiar de opinión. Cuando me fui, la primera pregunta que me hicieron fue ¿"volverías a la Selección?" Y sí, siempre volvería. No hay motivo para no volver.

-Incluso con todos los líos dirigenciales que se descubrieron...

-Somos argentinos, y cuando hay lío, no nos escapamos por la ventana. Al contrario. Yo estaba convencido de que este nuevo proceso era de Julio Lamas nuevamente, aunque sabía que él no iba a seguir, o de Néstor García, Huevo Sánchez, Sergio Hernández. Tenía que ser de alguien con mucha experiencia porque viene una etapa nueva y dura, donde quizás los resultados no van a ser importantes. Y hacía falta, ante tanta juventud, un entrenador con años de trabajo y un par de jugadores con espalda en función de su experiencia. Yo lo pensaba interiormente. Y cuando me ofrecieron el cargo, tenía que ser coherente con mi pensamiento.

-¿Con quiénes te reuniste?

-Federico Susbielles (el interventor de la CABB), y Juan Espil viajaron a Olavarría para hablar conmigo. Charlamos media hora de bueyes perdidos y luego me dijeron: "vamos al grano, queremos que dirijas la Selección". Fue muy rápido. Nos pusimos de acuerdo enseguida. Les pedí libertad para elegir el cuerpo técnico, participación en la logística de entrenamientos del equipo. Ni siquiera hablamos de dinero. Estoy feliz. No me importaba si tenía otras ofertas. Las tuve para dirigir otras selecciones pero dije que no.

-Se viene hablando hace tiempo del recambio generacional. ¿Este tal vez es el más traumático?

-Depende. El equipo que va a ir a los Juegos Panamericanos sí es completamente nuevo. También nos perjudica un poco que hay seis jugadores citados que no podrán estar porque juegan la final de la Liga y algunos de ellos creo que hubiesen sido importantes. Va a ser un equipo muy novato. Hay algunos jugadores invitados que se ponen por primera vez la camiseta argentina incluyendo divisiones menores. No sé si la palabra es traumático. Es un cambio fuerte pero a la vez también cargado de ilusiones. Se ven expresiones que hace mucho que no se ven. Integrar la Selección siempre es un gran honor. Pero cuando vas por tu décima convocatoria no te causa el mismo impacto que cuando es la primera. Yo disfruto mucho de eso en este momento. Después los resultados seguramente van a modificar el estado de ánimo, a veces para bien o a veces para mal. Igual vamos a querer ganar. Vamos a Toronto a competir al máximo y aspirar a subirnos al podio. Eso no significa que seamos candidatos. Por ahora, ni pensamos en ello. Estamos buscando nuestra identidad. Esa siempre es mi idea de trabajo. Que lo que hacemos, intentemos hacerlo con excelencia.

-¿Con qué grupo te encontraste?

-Mitad y mitad. Con una mitad un poco tímida, que pide permiso para todo. Estamos tratando de quitarles esa mentalidad. Una cosa es tener perfil bajo y otra es hacer todo como en silencio, tratando de no molestar. Si están citados es porque se ganaron un lugar, no de regalo. Aunque sean invitados. Y después está la otra mitad, los Campazzo, Mata, Laprovíttola, Richotti, incluso Garino, quien llegó bastante desinhibido, seguro de sí mismo. Y tengo un cuerpo técnico espectacular, al que aún le faltan Silvio Santander y Gonzalo García. Mal ojo no tengo para elegir asistentes ¡eh! Los dos están dirigiendo la final de la Liga (risas). Los "profes" tienen mucho nivel, el cuerpo médico. Todos. Es un grupo bárbaro.

-¿Qué tipo de juego va a caracterizar a esta Selección panamericana?

-Todavía me cuesta imaginarlo. Hay que ver si está o no está (Selem) Safar, porque es el único tirador natural del plantel. Tampoco tenemos un ala-pivote con tiro abierto, que se usa tanto hoy. Era (Leonardo) Mainoldi, pero no puede venir porque está jugando la final con Quimsa. El equipo no tiene un bagaje táctico muy grande. Estamos trabajando más comportamientos, sociedades y esas cosas para que yo pueda ver qué nos conviene. Vamos a intentar hacernos fuertes en el ataque rápido y en el ataque secundario, que vendría a ser enganchar el ataque rápido con un sistema para no darle al otro equipo la posibilidad de establecer una defensa muy rígida. Y una vez en el ataque estacionado, la marca registrada de la Selección Argentina: la búsqueda del hombre libre a través del juego de pases, rompimiento y descarga, mucho desde el pick and roll. Y tratar de generar desequilibrio individual con los jugadores más experimentados. Eso va a potenciar a los demás que podrán trabajar con más libertad.

-¿Qué cosas que no podías hacer cuando dirigías te diste el gusto de poder hacer en este tiempo sin entrenar un equipo?

-Estar con mis hijos, más tiempo con mi familia. Viajar a dar charlas, clínicas, estar en contacto con los chicos otra vez, con los entrenadores de formativas. Me encantó volver a las fuentes. Ver partidos desde afuera relajado, aunque después el "Tulo" Rivero lo puso a mi hijo (Lautaro) como asistente y ya me puse tenso otra vez porque no quería verlo triste. Pude viajar, estuve en San Antonio, diez días con los Spurs, compartí todo con el equipo gracias a una gestión de Manu Ginóbili y la gentileza de (Gregg) Popovich. Fue un nivel de aprendizaje muy alto. Fui al Mundial de España, fui a Brasil a ver un par de partidos.

-¿Todo gira en torno al básquet? ¿Qué te gusta además? Fútbol mirás bastante...

-Veo fútbol, me gusta leer, aunque ahora estoy un poco vago, y veo muchas series españolas. Me enganché cuando fui a España en 2003 con "Cuéntame cómo pasó", una histórica serie que lleva 15 temporadas de emisión, con Imanol Arias. Vi otra serie española por eso. Y me volvió a gustar. Y seguí con otra, y otra más y así. Muchas actividades al aire libre no podía hacer porque la inactividad me agarró en meses de invierno.

-Al margen de tu trabajo como entrenador tenés una gran capacidad oratoria. ¿Cómo la adquiriste?

-Me interesa. Me parece que la lectura te amplía mucho el vocabulario. Otra cosa que hago es buscar buenas entrevistas y escucharlas o leerlas. Me gustan los buenos entrevistadores y los buenos entrevistados. Pero también yo estoy convencido de que hablar con el corazón, decir lo que vos pensás realmente, hablar de lo que sabés y lo que no sabés, callarlo, te convierte en un buen orador. Cuando querés hablar de algo que no sabés, a la larga vas a patinar y vas a ser un mal orador. Me gusta trasladar mis experiencias, a otros entrenadores, o a trabajadores de una empresa. No me causa problemas hablar ante mucha gente.

La Liga, los juveniles y la experiencia en Brasil

-Durante este último año sin dirigir pudiste ver muchos partidos de la Liga Nacional. ¿Qué impresión te quedó?

-No me gustó. Puede ser porque cada vez que se aumenta el número de equipos, para mí baja el nivel. Volvemos a una Liga donde hay mucha diferencia entre el primero y el último. Eso se había erradicado y la característica era que ningún partido tenía el resultado puesto de antemano. Hoy por hoy hay muchos partidos de 30 o 40 puntos de diferencia. Suben muchos jugadores que por ahí no están preparados para estar en la elite. La máxima categoría no es para cualquiera. Ni para un club cualquiera, ni para una ciudad cualquiera, ni para un jugador cualquiera, ni para un entrenador cualquiera. La elite es la elite y hay que cuidarla muchísimo. La Liga A tiene que ser el vértice de la pirámide y a ella tiene que llegar lo mejor de lo mejor.

-Algunos sostienen que sirvió para desarrollar talentos jóvenes...

-No estoy de acuerdo con eso de que los jóvenes porque jueguen muchos minutos en Liga A se van a convertir en algo en que no se van a convertir el día de mañana. No entiendo ni comparto para nada que (Juan Pablo) Vaulet se convirtió en lo que es porque Bahía Básket lo puso a jugar. El sería el jugador que es hoy también si hubiese trabajado de otra manera. No digo que esté mal. Yo mismo lo hice con otros jugadores. Este es un deporte profesional y la prioridad es la competencia, no el aspecto formativo. Los equipos tienen que tener un programa de desarrollo o de reclutamiento, pero no es la prioridad. No coincido en que los jóvenes detectados como talentos tienen que tener sí o sí minutos en cancha. Hay decenas de ejemplos de jugadores que irrumpieron en la Liga siendo muy jóvenes: Campazzo, Mata, Giorgetti, Milanesio, Oberto, Osella. Pero lo hicieron porque era buenos, no porque los equipos decidieron foguear a esos pibes. Hoy veo que se ponen a jugar a chicos antes de tiempo, el nivel de la Liga baja y por eso no me gusta.

-¿A alguno le puede caer mal esto que decís?

-Esto no es hablar mal de la Liga. Yo puedo estar en desacuerdo con los no descensos, con los 18 o 20 equipos; otro puede pensar todo lo contrario y está bien. En todo caso lo debatiremos. Pero eso no es hablar mal. León Najnudel nos enseñó que no se habla ni mal del básquet ni mal de la Liga. Simplemente son puntos de vista.

-Pero la crítica constructiva suma, sirve...

-Creo que sí. Pero tampoco me quiero poner en crítico constructivo, porque parece que yo le estuviera enseñando a la nueva AdC como tendría que hacer las cosas. Simplemente doy mi opinión. La temporada no me gustó. Pero también digo que los play-offs de semifinales me encantaron. Me parece que hubo alto nivel, mucha emoción, volvió la gente a la cancha.

-Está claro que los play-offs es la parte más atractiva y ahora parece que quieren sacar una ronda porque la fase regular va a tener más partidos con 20 equipos. ¿No es un contrasentido?

-Son todas soluciones para un problema inicial que fue justamente ese: llevar la Liga a 20 equipos. Y ahora no se puede volver atrás. No se pueden poner cuatro descensos. Es complejo. Hay que buscar la vuelta de timón para que las cosas que no están bien se puedan acomodar, aunque esas cosas que yo pienso que no están bien, para otro quizás están perfectas. Y tal vez ese otro es quien tiene el poder de decisión.

-¿Tu experiencia en Brasil fue menos, más o tal como lo esperabas?

-Como lo esperaba. La Liga brasileña está creciendo día a día. El equipo que yo tenía (Uniceub) era bueno. Me quedó el sabor amargo de haber perdido en cuartos de final 3-0. Tal vez en algún punto me faltaba algo, porque no era la imagen de club que yo tengo de Argentina. Es un equipo de básquet de una Universidad, con la que no teníamos contacto. Hay un director deportivo y es diferente. Eso quizás fue lo único raro. Brasilia de por sí es una ciudad muy particular, con escasa identidad porque la mayoría viene de otro lado a trabajar. Es un gigante que los fines de semana queda vacío. Pero por otro lado, la Liga tiene una gran organización. Todos viajes en avión, todos hoteles de cuatro o cinco estrellas. Y la competencia, con sus detalles, porque todavía es nueva, está muy bien. En definitiva, yo volvería.

El manifiesto interés de Peñarol

-El otro día dijiste que a partir del cambio de la reglamentación en las clasificaciones para Juegos Olímpicos y Mundiales los entrenadores van a tener que ser full time. ¿Eso puede ser un impedimento para que firmes con algún equipo?

-Falta tanto para eso que no tengo ni idea. Yo por ahora me voy a manejar con el part-time. Si surge la posibilidad con un club, arreglaré. No sé que puede pasar. Es probable que después de Río 2016 haya otro entrenador en la Selección. O no. Pero estoy convencido de que va a tener que ser full time. Y para eso muchas cosas tienen que cambiar. Porque creo que ningún entrenador en el mejor momento de su carrera va a resignar en lo económico para tomar el seleccionado.

-Los hinchas se ilusionan con tu posible regreso a Peñarol. ¿Cómo es la situación?

-La realidad es que tengo una oferta de Peñarol y también estoy evaluando otras cosas. Ya hablaron con mis representantes. No es un secreto que van a intentar contratarme. Para mí es un enorme orgullo, porque cuando volvés a un equipo en el que ya dirigiste es por algo. Y todos saben lo que yo siento por Peñarol, el amor que tengo por ese club. Pero la verdad es que todavía yo no decidí qué voy a hacer. Si voy a dirigir o no en la Liga. Si me voy a ir al extranjero o no. Si me quedo solo con la Selección y le tomo el gusto a las charlas y las clínicas. También sé que los tiempos son tiranos, por lo tanto no voy a estar indeciso mucho tiempo. Pero aún no lo tengo resuelto.