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03-07-2015

Nada más lindo que la familia unida

La curiosa historia de los cinco hermanos que juegan en el mismo equipo. Fernando, Esteban, Mauro, Franco y Federico integran el plantel de la primera división de San Isidro que compite en la Liga Marplatense de Fútbol. Los Rojas tienen el fútbol en los g

Por Juan Miguel Alvarez - Son las 14. Los jugadores comienzan con el precalentamiento porque en media hora empieza la práctica de fútbol en el Centro Gallego. Llegaron uno, dos, tres, cuatro? diecisiete. Todavía no completan los 22. Pero el DT Martín Brignani espera tranquilo. Sabe que ellos jamás le fallan. Pocos minutos más tarde entra tocando bocina la Ford F100, más conocida como "la Rojasmóvil".

Se bajan Fernando (29 años, mediocampista central) -el conductor-, Esteban (23, lateral derecho), Mauro (22, enganche), Franco (19, lateral izquierdo) y Federico (18, zaguero central). Son los Rojas. Cinco hermanos que desde el año pasado juegan juntos en la Primera División de San Isidro, en la Liga Marplatense de Fútbol.

Es un caso atípico, no cabe duda. Como el recordado Alumni de los hermanos Brown (eran siete, todos titulares) que dominó a nivel nacional durante la primera década del siglo anterior.

Los Rojas tienen el fútbol en los genes. Su padre Luis Fernando, apodado "la Liebre", se desempeñó en Talleres y San Isidro en los años '70. Y Diego, el más chico de los hermanos (11 años), juega en las inferiores de Unión.

En un "campito" cercano a Río Negro y 196, lugar donde se criaron todos juntos, Fernando empezó a darle las primeras patadas a la pelota. Poco después esa fue la cancha donde los cinco Rojas (y los primos Martín, Nicolás y Cristian) desafiaron a otros equipos del barrio. "Eramos los Rojas contra el resto. Y había que ganar, porque jugábamos por la gaseosa y no había plata", contaron.

Pero, distinto a lo que puede imaginarse, Fernando no fue el primero que incursionó en un club. Todo empezó por Mauro, "el más habilidoso de todos".

Mauro abrió el camino

"Desde chico Mauro fue el que más sobresalió. En un momento era el Messi de ahora. En los Barriales todos los equipos de Mar del Plata lo venían a buscar a él, pero se tenían que llevar el combo. Después de jugar en Huracán y Almagro Florida, Aldosivi propuso llevarlo y becar a todos. Nos daban viáticos y hasta mercadería por lo bien que jugaba", contó Fernando, quien prefirió acompañar a sus hermanos desde atrás del alambrado.

La separación de los padres afectó mucho a Mauro. Y después, ese chico que maravillaba a todos debió dejar el fútbol por recomendación de los médicos, quienes le descubrieron problemas en el corazón y en los riñones.

Debutantes prematuros

Mauro volvió a jugar después de cuatro años, en Unión, y nuevamente lo siguieron sus hermanos. Sin embargo, Esteban después pasó a General Mitre, con el que debutó en la categoría superior a los 15 años. Por su buen rendimiento, regresó al "celeste" -de la mano de Diego Montina-, continuó en la Primera local e incluso integró el plantel del Argentino A.

Franco también tuvo un rápido debut en el fútbol marplatense. Debutó a los 15 años en Unión y tuvo pruebas en Vélez, Boca y Lanús, aunque no tuvo la fortuna de quedar.

Fernando cerró el círculo

Federico hizo las inferiores en Unión. Pero el año pasado, cuando pasó a integrar el plantel de primera y quinta, prefirió irse a San Isidro, donde ya estaban Mauro, Esteban y Franco. Pero la historia no terminó ahí. Fernando, quien siempre los llevaba a la cancha pero nunca había jugado en un equipo, le pidió permiso al entrenador Brignani para comenzar a entrenar a la par del resto. En principio, la idea sólo era ponerse en forma. "La técnica la tenía, pero le faltaba estado físico", opinó Esteban.

El año pasado, en la séptima fecha del Clausura, por primera vez los cinco hermanos jugaron con la camiseta de San Isidro, ante Kimberley (empate 0-0). Y en este 2015 siguen caminando juntos en el "Club Atlético Rojas", el nuevo Alumni.

El sacrificio de toda una familia

En una familia humilde y numerosa, el sacrificio es un valor fundamental para poder complacer a todos los hermanos. "Si le compraban botines a alguno, teníamos que esperar un tiempo para que le llegue el turno a otro. 'Hay que cuidarlos como oro', nos decían. Jugábamos con los botines con cinta o nos los prestábamos. Ahora, con lo que calzo, no puedo darle los míos a nadie", dice en forma risueña Federico.

Para ir a la cancha, la familia completa hacía largos viajes en bicicleta. "Ibamos a todos a los partidos siempre que no coincidieran los horarios. La que siempre nos acompañó a la canchas fue nuestra 'vieja' (Mercedes González). Salíamos en bicicleta desde 196 y Río Negro hasta Atlético Mar del Plata (ruta 88, kilómetro 9 y medio) o también hemos ido hasta Aldosivi varias veces. Incluso ella lo hizo estando embarazada de Diego (el menor de los hermanos). Nos jodían porque cuando llegábamos ya habíamos entrado en calor", deslizó Esteban.

El ritual no cambió, aunque sí el medio de transporte. "Ahora vamos a la cancha en mi Ford. Pero siempre juntos", se enorgullece Fernando. "Y no perdimos el amor por el fútbol", completa Esteban.

También unidos por el trabajo

Fernando, Esteban, Mauro, Franco y Federico Rojas no solo integran el mismo equipo de fútbol, sino que también hasta poco tiempo atrás trabajaron juntos en el Cementerio Israelita de esta ciudad. Empezó Fernando, el mayor, y lo siguió el resto. Entre todos se dedicaron a tareas de mantenimiento, entierros y lavado de cuerpos.

Hasta el año pasado compartieron el mismo techo, con su madre, pero ahora Fernando y Esteban se fueron a vivir con sus respectivas parejas e hijos. Como todos son hinchas de Boca, siempre se juntan a ver los partidos. "Antes, con otros familiares y amigos, éramos como 20 o 25. Ahora el punto de encuentro es la casa de Fernando", dicen.

Lo único que ya no pueden hacer juntos es anotarse en torneos de fútbol sintético. "Mauro es habilidoso, tiene capacidad para pisarla, aguantarla y tirar caños. Entonces los rivales se enojan. Nosotros salimos a defenderlo y termina todo mal", confiesa Fernando, quien sabe mucho de defender a los hermanos más chicos. Como en toda familia que se precie de tal.