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29-07-2015

Coudet, el valor de la sencillez

Por Walter Vargas

Misterio, curiosidad o lo que fuere, hay directores técnicos muy entendedores del trazo fino de la estrategia y de la táctica que se ven en figurillas para hacer crecer a planteles a priori calificados y en cambio hay otros fuera de catálogo, o incluso debutantes, como Eduardo Coudet, que en poco tiempo saben reunir la siembra y la cosecha.

Hasta que se hizo cargo de Rosario Central nuestro personaje era un ex jugador si no brillante, muy competente, uno de los últimos muy buenos interiores derechos en tiempos de la prepotente llegada de los carrileros, que a lo largo de 18 años de carrera profesional había pasado por 10 clubes y dejado un grato recuerdo en por lo menos cinco de ellos: Platense, la "Academia" rosarina, San Lorenzo, River y San Luis de México.

No menos llamativo será que desde que colgó los botines (2011, en Fort Lauderdale Strikers de la liga de los Estados Unidos) hasta que asumió en Central (diciembre de 2014) sus apariciones públicas fueron más bien escasas. Y eso que hablamos de alguien que, por ejemplo, jamás se sintió inhibido ante las cámaras de la televisión.

Acaso ese pronunciado paréntesis haya sido un factor de gravitación para delinear su rol de entrenador, y de entrenador sin escalas intermedias en divisiones juveniles, o del ascenso, pero lo cierto es que su retiro de la escena de los grandes neones y sus rasgos de humorista a la carta, de chispeante entrevistado con un cierto no sé qué a Jim Carrey, terminaron por llevar al punto de cocción el siempre tóxico plato de los prejuicios.

¿Cómo iba a ser un buen director técnico un tipo que se pintaba el pelo de amarillo y con quien era difícil hablar en serio más de tres minutos seguidos?

A Coudet, al "Chacho" Coudet, era más sencillo imaginarlo en esos programas tan en boga en la tevé argentina de estos tiempos, los que combinan un desfile de egos copiosos, números de stand up, chistes internos en clave de estudiantina tardía, una pizca de actualidad descafeinada y temas futboleros, o futbolistas de visita, que en general transitan por la autopista rápida del múltiple choice de color.

Hombre de risa fácil, el "Chacho" Coudet, debe de reírse tupido de quienes lo desconocieron como Gran DT en la víspera, por las dudas, por injustos o por despistados.

La campaña de Rosario Central, del Central de Coudet, ya ha salido con holgura de los casilleros de la racha afortunada y de los planetas alineados que disimulan las miserias.

Desde luego que estas líneas no aluden a un equipo fantástico, de los que quitan el aliento, pero sí de un equipo que ha sabido y sabe sostener con virtudes contantes y sonantes unos números espléndidos: 35 puntos, una derrota en 18 partidos (y ante River en el Monumental), 25 goles a favor y 15 en contra, lo que configura una de las cinco defensas más eficientes de un total de 30.

¿Dónde residen esas virtudes contantes y sonantes? Desde el punto de vista colectivo, del armazón y de sus búsquedas de ejecución, Central puede ser tipificado como un equipo sencillo, sin alardes, sin complejos, conocedor de sus limitaciones pero no de sus límites; que se siente más cómodo cuando tiene el partido a rienda corta pero cuando es dominado jamás renuncia a contraataques bastante más sustanciosos que el simple trámite de lanzar la pelota a la zona de un "9" de recursos múltiples, como Marco Ruben.

Central es solidario cuando defiende y es solidario cuando ataca; tiende a ser compacto, con sus líneas en operativa cercanía, sus transiciones defensivas suelen ser acertadas, gana un buen número de eso que se da en llamar "la segunda pelota" y desde el punto de vista de la fortaleza mental si no está primero en el ranking, pega en el poste.

Un equipo maduro, Rosario Central, maduro por lo que cantan los DNI (salvo Nery Domínguez, Franco Cervi y Jonás Aguirre, sus jugadores titulares tienen entre 28 y 33 años, sin contar a Mauricio Caranta, que anda por los 36), pero sobremanera maduro en su concepción del juego y en su aceitada costumbre de llevar a buen puerto un valor supremo: aguzar el ingenio para ser siempre, o cuanto menos muchas veces, mejor que el adversario de turno.

Y si fuera justo reponer que se desconoce la existencia de un director técnico que haya hecho un gol o haya evitado un gol, no será menos justo recordar que la propia existencia de los directores técnicos ya designa un grado de aplicación y de influencia, para bien o para mal y, a veces, para bien y para mal.

Ergo, el Rosario Central modelo 2015 se parece al "Chacho" Coudet y el "Chacho" Coudet se parece a esa privilegiada raza de entrenadores que entiende más de lo que dice y se hace entender allí donde más cuenta: de cara a sus jugadores.