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09-02-2016

"Ahora tengo que esperar cuatro años más"

La perseverancia de Ayelén Tarabini en busca de su sueño olímpico.

Por Marcelo Solari

"Me rompí los dos tendones de Aquiles, un codo, un hombro? Ya parezco la mujer biónica", compara y se ríe (como lo hará durante toda la entrevista y tal como lo hace en su vida) la gimnasta Ayelén Tarabini. Está claro que no todo es para reírse, pero acaso esa sea la mejor forma para afrontar ?y superar- los obstáculos que se le van cruzando en el camino. En octubre del año pasado, durante el Mundial de Escocia, la rotura del tendón de Aquiles de su pierna derecha le truncó por segunda vez el sueño de participar en los Juegos Olímpicos. Pero la marplatense de 23 años, lejos está de resignarse o darse por vencida.

"Fueron 50 días sin caminar y la bota me la saqué el 1 de enero. Ya no la aguantaba más. Dentro de mi casa y en lugares cerrados caminaba sin apoyo, sólo con la bota, pero para andar por la calle me movía con las muletas, en realidad, bastones canadienses, porque me costaba subir y bajar escaleras o los cordones de la vereda", recuerda con precisión, sin olvidar en la cuenta que, luego de la operación, fueron 21 días de yeso y luego otros 21 con el pie a 90 grados.

El inicio de la rehabilitación lo cumplió en Mar del Plata, con el reconocido kinesiólogo Fabián Plaza Palacio, y ahora se trasladó a Rosario, para continuar bajo la supervisión del no menos reconocido Rodrigo Araya. La lesión demanda una recuperación prolongada, pero que podría ser más rápida de lo esperado. Así lo cree Ayelén, optimista por naturaleza.

- ¿Ya estás pensando en Tokio 2020?

- Sí, definitivamente. Apenas supe que me había cortado el tendón, cuando pasó el primer impacto, me dije "bueno, ahora tengo que esperar cuatro año más". Nunca agacho la cabeza. A veces tengo algunos momentos de bajón, por ejemplo con algún problema gástrico que, según me dijeron los médicos, es algo que absorbe mi propio cuerpo. Como dicen, no hay mal que por bien no venga, creo que así es mejor porque voy a tener más tiempo para aprender más ejercicios y especializarme un poco más, así que a 2020 tendría que llegar mucho mejor preparada en todo sentido.

- ¿Irías en contra de las leyes que dicen que los gimnastas empiezan a declinar después de los 25 años?

- Sí, en realidad no sé por qué se dice eso. Tal vez porque como a los 16 años ya empezás a competir en mayores, cuando llegás a los 25 llevás mucho tiempo en competencia. Pero ahora se ven muchas chicas de 30 años o más que siguen compitiendo. Lo toman como un trabajo, algo así como poder trabajar en lo que te gusta.

- Entonces, ¿se ha extendido la carrera de los gimnastas?

- Muchísimo. Yo siempre doy el ejemplo de Chusovitina (N. del R.: Oksana, gimnasta de origen soviético, que compitió por Uzbekistán y ahora representa a Alemania), quien tiene 40 años y sigue haciendo cada vez más cosas, más ejercicios y con más dificultad.

- Perfecto. Pero es un caso. No es lo habitual?

- Seguro, aunque hay muchas chicas de 28 a o 30 años que compiten en el mejor nivel.

- Digamos que la flexibilidad o elasticidad no es la misma a los 28 que a los 40 años?

- No, obviamente. Incluso un hijo de Chusovitina tuvo leucemia y ella, a través de la gimnasia, fue juntando el dinero para pagar los tratamientos. Pero como decía, hay muchas gimnastas excelentes de 28 o 29 años. Y yo recién voy a cumplir 27 en 2020, así que voy a llegar en el promedio de edad casi ideal. Con experiencia y más aprendizaje.

- La recuperación parece marchar con viento de cola. ¿Para cuándo tenés previsto volver a competir?

- Cuando quedás entre los tres primeros del ranking mundial, te invitan a todas las etapas de la Copa del Mundo. Te pagan hotel, comida e inscripción. Yo voy a tener ese beneficio este año, aunque por la lesión me voy a perder unas cuantas etapas al principio. Las competencias arrancan a fines de febrero o principios de marzo. Mi idea es poder ir a Portugal, el 23 de junio. Como la Copa del Mundo es para especialistas, no hay obligación de competir en los cuatro aparatos. Entonces podés ir probando de a poco.

- ¿Antes de meterte en la Copa del Mundo tenés prevista otra competencia como puesta a punto?

- Por ahora no tengo ni idea. No tengo nada hablado porque ahora en lo único que pienso es en la recuperación. Lo bueno es que no tengo que hacer selectivos. Eso me ayuda bastante porque no tengo que clasificar en el país para ir a una Copa del Mundo.

- Al margen del trago amargo de esta lesión, ¿fue el mejor año de tu carrera?

- Sí, la verdad que sí. Y el Enard también tiene mucho que ver, porque nos pagaron muchas etapas de la Copa del Mundo, pudimos competir y fuimos ganando en confianza y seguridad. Eso es lo que necesitábamos. Además, quiero remarcar que la gente del Enard se portó muy bien conmigo. Me solucionaron un montón de cosas para poder regresar cuando antes al país desde Escocia.

- Recién hablaste del hijo de Chusovitina. Ya que viene al caso, seguro lo habrás pensado. Vos venís de una familia numerosa?

- (Se ríe). Sí, por supuesto. Pero no por ahora. Al menos, hasta 2020 no está en los planes.

- Por otro lado, a Japón podrías haber llegado a tu tercera participación en Juegos Olímpicos. Y sin embargo?

- Sí (Duda un momento, se pone seria por primera y única vez y se le escapa) ¡la puta madre! (y se ríe de nuevo). Debí decir ¡Maldición! ¿no? Pero bueno. Me tocó así. Por suerte tengo una mente bastante fuerte.

- ¿Y tu familia qué dice?

- Ya están acostumbrados. O resignados, no sé. Les duele toda la situación. Este año estuve también muy poco tiempo en casa. Pero siempre me apoyaron en todo. No tienen problema. Y creo que así va a seguir.

- ¿El noviazgo a distancia también se complica?

- Ya nos acostumbramos. Hace cuatro años que estamos juntos. Nos vemos más cuando estamos lastimados. Así que en ese sentido, las lesiones tienen su parte mala y su parte buena. El (el luchador correntino Yuri Maier) también va a tener este año su preolímpico continental para ver si puede ir a Río.

- ¿Qué se siente haber sido elegida por segundo año consecutivo como el Lobo de Mar de la Gente?

- Ya me da vergüenza. Encima no aprendo a hablar en público. Me cuesta muchísimo (se ríe por enésima vez). Pero el premio me pone muy contenta. También sé que recibí mucho apoyo de la gente. No sé si fue por el tema de los Juegos Panamericanos, que tuvo mucha repercusión. Cuando llegamos al país encontramos un furor que no esperábamos. Es muy bueno saber que la gente está ahí. Que te escribe en las redes sociales aunque no te conozca para darte apoyo. Creo que este deporte en el país ha crecido bastante. Hay más gente haciendo gimnasia y mucha que también entiende mejor de qué se trata. Eso está bueno.

- En un futuro, tal vez muy lejano todavía, ¿te gustaría enseñar?

- Me gustaría. Me gusta mucho ahora. Siempre trato de ayudar a otras gimnastas, corregirlas o darles algún consejo. Es como algo que llevo conmigo. Pero no sé qué va a pasar mañana. Tenía pensado ir a Río 2016 y tal vez retirarme. Pero ahora cambió todo. Le apunto a Tokio 2020 y, si se concretan los Panamericanos de Mar del Plata 2023, por ahí sigo un poco más (se ríe).

"Sabía de qué se trataba y no podía hacer nada"

- Desde que se supo que te habías roto el tendón de Aquiles nunca se te vio abatida y jamás perdiste la sonrisa. No es nada sencillo, sobre todo teniendo en cuenta que es la segunda vez que te vas a perder los Juegos Olímpicos por lesión?

- Se junta una especie de bronca o impotencia aunque hubo algunas diferencias. En 2011, antes de Londres 2012, me pasó bastante antes de los Juegos. Ahora me pasó compitiendo y pensando que ya faltaba tan poco para Río 2016. Fue un poco más doloroso esta vez porque es como que se esfumó todo el trabajo y todos los buenos resultados que habíamos logrado en 2015.

- Ante esa situación, ¿qué fue lo primero que pensaste? ¿En cómo seguir adelante?

- Traté de tomarlo con más calma. Sabía de qué se trataba (la lesión) y no podía hacer nada. Tenía que esperar. Sabía la cantidad de meses que me iba a llevar. Tenía que volver al país, pasar por una cirugía? Al tomarlo con esa tranquilidad fue como que me relajé.

- ¿Cómo fue ese momento? ¿Al caer ya sabías que te habías roto algo?

- (Se ríe) Sí, porque fue antes de hacer el doble mortal. Todavía no entiendo cómo logré dar la vuelta completa, es decir los dos mortales en el aire. No entiendo cómo caí bien. Ya cuando estaba en el aire supe que me había cortado el tendón y necesitaba terminar el ejercicio para no caer de cualquier forma.

- Dicen que el tendón no avisa?

- En el ejercicio anterior ya me había caído y se me resintió el pie. Ahí ya perdí la concentración y me empecé a preocupar más por el pie porque algo me estaba pasando. Algo estaba mal porque no podía saltar bien. Y cuando empecé la carrera ya sabía que me iba a lastimar, eso es lo peor (se ríe otra vez). Pero salí decidida a hacerlo. No sé si eso habla bien de mí o mal de mí, pero no tenía otra opción.

- ¿Cómo fue el ejercicio?

- Era un Rondó-Flick con doble salto mortal. Cuando apoyé después del Flick para el impulso hacia el salto mortal, ahí se me cortó. Sentí el ruido y como si hubiera hecho un agujero en la pedana. Y al mismo tiempo, por mi cabeza pasó como una radiografía o algo así que me iba mostrando cómo se cortaba el tendón. Después caí y empecé a llorar. Me quemaba mucho la pierna.