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09-02-2016

Cambalache

por Sebastián Arana

A esta misma altura de la temporada anterior de la Liga Nacional de Básquetbol, Quimsa de Santiago del Estero, a la postre campeón, era tan superior que parecía que los demás jugaban por el segundo puesto.

Habitualmente, superados los treinta o treinta y cinco partidos de serie regular, las tendencias van adquiriendo perfiles nítidos. A esa altura, usualmente, ya estaban los candidatos para dar la vuelta olímpica o, al menos -aunque el básquetbol es un juego lógico, el reducido margen de sorpresa que contiene lo convierte en atrapante-, jugar la final.

Asimismo, hacia abajo, tampoco había dudas con los señalados para disputar la permanencia o pelear por los últimos lugares en el par de años en los que no hubo descensos.

Lo singular de esta primera temporada de la historia con veinte equiops es que, todavía, apostar en un sentido u otro es demasiado aventurado. Nada está claro.

En la Conferencia Norte, antes de la disputa de los partidos de anoche, el quinto de la tabla, San Martín, tiene apenas dos triunfos más que el décimo y último, Atenas. Y en la Sur, Boca, quinto, tres más que Quilmes, décimo.

La paridad es marcada. Olímpico, el equipo de mejor récord, está invicto en casa y en esa condición ha marcado la diferencia. Afuera, pierde como cualquier hijo de vecino.

Debajo de los bandeños, todo es más inestable. En el Sur, los cuatro equipos que siempre fueron arriba tampoco logran escapar a cierta irregularidad.

La tendencia predominante, común casi a todos, es la de ganar en casa y perder afuera. Casi como en los primeros años de la Liga. Aunque son contados los estadios -la mayor parte lucen bastante despoblados de público- en los que la presión juega un papel importante.

A los de arriba, en las dos Conferencias, no se los ve muy firmes. Y el que hoy ve jugar a Atenas y a Quilmes, los dos últimos en el Norte y el Sur, no entiende cómo ocupan esa posición en la tabla.

A propósito del equipo "tricolor", que el domingo "trituró" a Estudiantes de Concordia, el equipo que venía con mejor récord en el año, hace ya un par de meses, desde que comenzó a recuperar lesionados, que puso proa hacia arriba. Y, sin embargo, no pudo salir de su incómoda posición porque los rivales directos también ganan. Argentino de Junín, por caso, metió tres triunfos de oro como visitante -dos en Corrientes y uno en Formosa- que no estaban en los cálculos ni del más optimista de sus hinchas.

No hay certezas, todo está difuso, los buenos y los malos se confunden. No existen los candidatos a campeón, tampoco hay "fijas" para pelear el descenso. No se aprecian diferencias entre el "burro" y el gran profesor. Esta Liga, por ahora, es un cambalache.