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21-09-2014

Acuerdo de paz en Yemen

Después de un día que desnudó el vacío de poder.

Representantes de la Presidencia yemení, diferentes partidos, la ONU y el movimiento chiita de los hutíes firmaron ayer un acuerdo de paz para poner fin al conflicto armado entre las milicias de Ansar Allah y el Ejército, que ayer provocó la renuncia del primer ministro y dejó a la capital, Sana, en un estado de caos e incertidumbre.

Según el acuerdo, difundido por la cadena de noticias saudita Al Arabiya, el oficialismo y los insurgentes hutíes se comprometieron a crear un nuevo gobierno más inclusivo y a que el presidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, designe a dos asesores de la comunidad hutí y del movimiento hirak, oriundo del sur del país.

Además, el texto compromete al nuevo gobierno a aumentar el Fondo de Bienestar Social en un 50%, reinstalar los subsidios a los combustibles, combatir la corrupción y crear un comité económico que mejore la situación social de la población. Muchos de estos reclamos son los mismos que enarbolaban los manifestantes que en 2011 se unieron a la serie de levantamientos populares conocidos como la Primavera Arabe y que en un logro histórico lograron sacar del poder al entonces todopoderoso, Ali Abdullah Saleh.

Pero quizás lo más importante, al menos para el corto plazo, es que el acuerdo firmado ayer establece un cese de fuego inmediato y el levantamiento gradual de los campamentos y las protestas de los hutíes, que desafiaban al gobierno central del ahora renunciado primer ministro, Mohammed Basindawa."Pedimos a todos que cumplan lo firmado en este acuerdo", instó el presidente yemení en un discurso a la nación televisado, que intentó traer calma y certeza después de un idea plagado de rumores y versiones encontradas.

Desde el comienzo de la actual crisis en agosto, la ONU había intentado forjar varias veces un acuerdo entre los hutíes, que tomaron las armas en 2004, y el oficialismo.

Pero fue finalmente con la renuncia del premier ayer, que las dos partes lograron acercar sus posiciones.Los insurgentes chiitas controlan desde 2010 la provincia norteña de Saada y tratan desde hace meses de ampliar su zona de dominio.