Crece la ola de xenofobia en Sudáfrica
Los inmigrantes de Johannesburgo temen ser el próximo blanco.
Decenas de comercios atendidos por inmigrantes africanos en el centro de Johannesburgo cerraron ayer sus puertas por miedo a nuevos ataques, luego de que la violencia contra extranjeros paralizó el martes la ciudad de Durban, en el este de Sudáfrica, donde ya murieron cinco personas y miles tuvieron que dejar sus hogares desde que irrumpió una ola de xenofobia a finales del mes pasado.
El temor a que se produzcan actos vandálicos contra inmigrantes y refugiados y las propiedades que regentan llegó al corazón de Johannesburgo, capital comercial de Sudáfrica, donde la policía patrulla las calles para evitar agresiones a los extranjeros.
En una zona del centro de esta ciudad, un grupo vecinos pararon el tráfico y apedrearon varios coches mientras proferían amenazas dirigidas a los extranjeros, que suponen cerca de la mitad de la población del centro de la mayor ciudad de Sudáfrica.
Al menos cinco personas fallecieron y más de 2.000 tuvieron que abandonar sus hogares en Durban y sus alrededores desde el 30 de marzo pasado, cuando una nueva ola de violencia xenófoba, un fenómeno recurrente en Sudáfrica que ya se cobró varias vidas en enero pasado en Johannesburgo.
El centro de la ciudad de Durban, en la provincia KwaZulu-Natal, se vio paralizado durante toda la jornada del martes por los enfrentamientos entre sudafricanos y grupos de inmigrantes, que se saldaron con 74 detenidos y requirieron la intervención de la Policía con balas de goma y gases lacrimógenos.
Es que la situación se agravó cuando parte de la población de Durban comenzó a saquear comercios desde que el rey zulú Goodwill Zwelithini, máximo líder tribal de la etnia mayoritaria de Sudáfrica, reclamó la expulsión de los extranjeros ilegales ya que, en su opinión, usurpan los empleos a los nativos y son responsables de las altas tasas de criminalidad.
Los saqueos a comercios regentados por extranjeros se extendieron hoy también a la ciudad de Pietermaritzburg, en el este del país y a 90 kilómetros de Durban, donde los vendedores se vieron obligados a huir para no ser agredidos.
Pese a sus mensajes oficiales de condena, el gobierno sudafricano no fue hasta ahora capaz de controlar la situación ni de lograr que el rey Zwelithini haga un llamamiento a sus seguidores para que pongan fin a la situación.
Es más, el ministro de Policía sudafricano, Nathi Nhleko, quitó importancia a las declaraciones del líder tribal. "Si estás en un país de forma ilegal, debes ser deportado. Eso es lo que dijo el rey. No sé por qué se le dio la vuelta a todo esto", aseguró Nhleko en rueda de prensa.
El Ejecutivo tampoco logró desautorizar los comentarios de otras personas prominentes como el propio hijo del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, que el martes dijo comprender la actitud de sus conciudadanos. "La gente piensa que soy xenófobo, pero solo estoy tratando de mostrar el problema", afirmó Edward Zuma.
Y agregó: "Todos los que están de manera ilegal en este país deben marcharse. No culpo (a los sudafricanos) por estar furiosos. No voy a dejar de decir la verdad. El Gobierno debe dejar de huir y afrontar este problema, porque esta gente (después de los disturbios) acabará volviendo a sus residencias y solo habremos malgastado dinero de los contribuyente".
El alcalde de Durban, James Nxumalo, y el gobernador de KwaZulu-Natal, Senzo Mchunu, convocaron para hoy a una marcha por la paz para poner fin a la oleada xenófoba a la que se espera que acudan unas 10.000 personas, además de líderes tribales, comunitarios y religiosos y representantes de asociaciones de inmigrantes y refugiados.
Sudáfrica, un país que tradicionalmente acogió a numerosos refugiados, es residencia de centenares de miles de ciudadanos de Somalia, Congo, Pakistán, Zimbabue y otros lugares castigados por los conflictos bélicos, políticos o religiosos, pero es también el destino de inmigrantes que se instalan en una de las economías más avanzada de Africa en busca de un futuro mejor.
El gobierno de Malaui anunció ayer que envió a Sudafrica seis autobuses y financiará la evacuación de los más de 420 malauíes afectados por los disturbios xenófobos de Durban.
La ola de ataques xenófobos más grave registrada en Sudáfrica en los últimos años ocurrió en 2008, cuando una serie de disturbios en los townships -antiguos guetos negros- del área de Johannesburgo y Pretoria terminó con más de 50 muertos y 10.000 desplazados.