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02-07-2015

Yemen, el olvidado país que agoniza por la guerra y la pobreza

Juan Matías Gil, un joven de 35 años oriundo del municipio bonaerense de Tigre, trabaja hace un mes en este sitio inhóspito, en un pequeño pueblo en el noroeste del país de la península Arábiga.

Cuarenta grados, aridez extrema, tormentas de arena, escasez de agua potable, electricidad, comida y nafta, hospitales colapsados y miles de familias que deambulan de un lado a otro escapando de bombardeos aéreos y sólo encuentran refugio a la sombra de algún árbol, son apenas algunas de las postales que deja un agónico Yemen.

Juan Matías Gil, un joven de 35 años oriundo del municipio bonaerense de Tigre, trabaja hace un mes en este sitio inhóspito, en un pequeño pueblo en el noroeste del país de la península Arábiga a menos de una hora de la frontera con Arabia Saudita, una zona ahora militarizada.

Coordina un equipo de 16 personas de Médicos Sin Fronteras (MSF) que instaló una guardia médica para recibir las emergencias de la zona, ubicada en el medio de un corredor por el que pasan miles de civiles que han tenido que abandonar sus casas, a veces a pie y con lo mínimo encima, durante los últimos tres meses.

"Es como si bombardearan Santiago del Estero y la gente no tuviera plata para escapar a Buenos Aires o a una gran ciudad, así que se queda cerca, se mueve por las localidades vecinas esquivando los ataques", contó por teléfono, mientras de fondo se oía el llamado a rezar de una mezquita, una convocatoria especialmente importante en estos días que se celebra el mes sagrado de Ramadán.

Gil estimó que sólo en la zona donde está él hay 2.500 familias, compuestas en promedio por siete personas, que vagan intentando buscar refugio, algo de comida y agua.

Según la OCHA, la oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Ayuda Humanitaria, los desplazados superarían el millón en todo el país, aunque se estima que esa es una cifra conservadora ya que en algunas partes del territorio no hay presencia de la ONU o de las muy pocas organizaciones internacionales que no abandonaron el país.

A finales de marzo pasado y tras el triunfo del movimiento rebelde hutí sobre gran parte del país más pobre del mundo árabe, Arabia Saudita, uno de los más férreos aliados de Estados Unidos en Medio Oriente, armó una inédita coalición de 10 Estados árabes para restituir al presidente reconocido por la comunidad internacional, Abdo Rabu Mansur Hadi.

Desde entonces los bombardeos aéreos de la coalición regional y los combates en el terreno entre los rebeldes hutíes y sus aliados, y las tribus y las milicias pro Hadi convirtieron a gran parte del país en un campo de batalla.

En sólo 25 años, Yemen, un país de 26 millones de habitantes, sufrió una guerra civil, uno de los episodios más intensos de la llamada Primavera Árabe, un levantamiento armado separatista, una campaña de bombardeos de drones estadounidenses aún en curso y, ahora, este conflicto regional.

"La situación humanitaria ya era precaria antes de este conflicto. Ahora estamos al borde de la crisis. Los hospitales están colapsando en todos lados", alertó Colette Gadenne, jefa de la misión de MSF en Yemen, en conversación telefónica.

Apenas como un ejemplo, Gadenne destacó que uno solo de los hospitales de MSF en el país atendió a 400 heridos en una semana. Otro, en la ciudad de Adén, recibió a más de 1.100 heridos en dos meses.

En mayo pasado, una misión de la organización Amnistía Internacional estuvo una semana en la capital, Sanaá, y comprobó que el sistema de salud yemení estaba colapsado.

"Los habitantes de Sanaá quedan en medio del fuego cruzado de los ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudita y de los disparos de la artillería anti aérea del grupo armado hutí", sentenció la ONG y alertó que la gran mayoría de los heridos en esa ciudad son por los contraataques de los propios rebeldes yemeníes.

Según la Organización Mundial de la Salud, más de 2.500 personas murieron y otras 11.000 resultaron heridas desde que comenzaron los bombardeos internacionales.

Pero la crisis humanitaria que vive el país es mucho más profunda de lo que muestran las cifras de muertos y heridos.

Yemen es el país más pobre del mundo árabe, y antes que estallara la guerra interna y externa importaba un 90% de los alimentos que sus ciudadanos consumían y prácticamente toda la energía que usaban.

Cuando comenzaron los bombardeos aéreos, Arabia Saudita cerró su larga frontera y, más tarde, impuso un bloque naval sobre todas sus costas, cortando las vías de ingreso tradicionales de alimentos, energía, medicamentos y todo otro insumo esencial.

La única opción que tienen los yemeníes ahora, además del siempre lucrativo negocio del mercado negro, es la frontera con su otro vecino, Omán. Sin embargo, cualquier cosa que ingrese por allí debe recorrer unos 900 kilómetros, sorteando bombardeos y combates, para llegar al oeste del país, donde se concentra la mayoría de las ciudades y la población.

Por eso, además de la muerte, los hospitales abarrotados de heridos y la destrucción de casas, barrios y hasta edificios antiguos protegidos por la UNESCO, los yemeníes sufren hace meses de un aumento descomunal de los precios de los bienes más básicos, según denunció OCHA.

El diesel aumentó casi un 480%, la nafta cerca de un 390% y el gas para cocinar más de un 150%.

"La falta de combustible está provocando una pesadilla total. Sin combustible no funciona el sistema de agua, los camiones que traen los alimentos no pueden llegar, los hospitales no funcionan y la gente no puede moverse", describió Gadenne, sin esconder su frustración.

Según la ONU, 20 de los 26 millones de habitantes del país no tienen acceso a agua potable y un 80% de la población "está a un paso de la hambruna".

Normalmente, los yemeníes consumían 6.528.000 megawatts hora por mes, una cifra muy baja para un país si se compara con los más de 3.330.000 que consumió por mes la capital argentina y el Gran Buenos Aires en 2013.

Sin embargo, desde que Arabia Saudita cerró su frontera y comenzó a bombardear, Yemen sólo logró importar un 23% de ese consumo mensual en marzo, un 1% en abril, un 18% en mayo y un 11% en las primeras tres semanas de junio, según consignó OCHA en su último informe.

Recién la semana pasada, el Consejo de Seguridad de la ONU tomó nota de la dramática situación en el empobrecido y devastado país africano y pidió a Arabia Saudita que deje llegar a los barcos comerciales que traen alimentos, combustible y otros suministros vitales.