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05-01-2012

La soja y tres fantasmas de 2012

Desaceleración global, inflación en los emergentes y Europa.

por Germán Fermo (*)

BUENOS AIRES.- No aparece una sola razón para ser optimista en el 2012. Europa se merece que el mercado la aleccione de una vez y fuerce alguna decisión con implicancias de mediano plazo. El problema de esto es que si ocurre será muy doloroso y cruel para los mercados. La indecisión europea va a cubrir al 2012 de una carga de incertidumbre que limitará la toma de riesgo y por consiguiente el rally en activos financieros, entre estos las commodities. En este sentido, no aparece en el horizonte otra cosa que una continuidad de lo que fue la segunda mitad del 2011 e incluso con el riesgo de agravarse.

Las semillas de lo que preocupa para el año próximo han sido plantadas ya durante todo el 2011 y son tres: a) el mundo entero comenzó a sufrir desde este año una marcada desaceleración del crecimiento global, b) las principales economías emergentes están sufriendo las consecuencias del boom de commodities con altos niveles inflacionarios, y c) el potencial recrudecimiento de la crisis de deuda en Europa.

Primero: desaceleración del crecimiento global. Europa probablemente sea el bloque que más sienta la desaceleración de su economía y esto no es casualidad. Por la pésima política monetaria implementada por el Banco Central Europeo, probablemente Europa ya esté en recesión. Europa incomprensiblemente subía tasas en medio de su peor crisis de deuda soberana. Mientras "La Reserva Federal de Estados Unidos" le anunciaba al mundo tasas en 0 por ciento, "El Banco Central Europeo" subía su tasa de referencia a 1,50 por ciento. A Europa le ha preocupado mucho más el riesgo de inflación que el de virtualmente hacer colapsar su propio sistema financiero con todas las consecuencias recesivas que ello implique.

Pero además, Europa no es el único problema. Estados Unidos se pasó todo el 2011 denotando en el mejor de los casos una economía que se está recuperando mucho más lentamente de lo que los mercados esperaban originalmente. Si bien parecería ser el caso de que la economía americana no entraría en recesión nuevamente esto no la libera de un futuro de mediano plazo caracterizado por alto desempleo y poco crecimiento: ser optimistas para Estados Unidos hoy implica esperar bajo crecimiento por muchos años más, no entrar nuevamente en recesión es paradójicamente la buena noticia para el país del norte. Y también están por verse para el año próximo las consecuencias que una eventual recesión en Europa podrían ocasionar.

Finalmente, también se observan ciertas señales de desaceleración en la economía más dinámica de la actualidad: la china. Si bien China seguirá creciendo en torno al 7 por ciento anual por los próximos años, sus tasas anteriores cercanas al 10 por ciento probablemente no estén presentes para el 2012. Esto obviamente no es trágico pero ciertamente genera un déficit adicional en un mundo en donde el crecimiento no abunda.

Segundo: inflación alta en muchas economías emergentes. La histórica emisión de dólares llevada a cabo por la Reserva Federal durante estos años ha generado una característica definitoria de la crisis: sobran dólares y nadie los quiere. Esta saturación motiva una gran propensión del mercado a desprenderse de esos dólares y reinvertirlos en mercados emergentes generando una sustancial suba en la demanda de las monedas en cuestión: real brasileño, peso colombiano, peso chileno, por citar algunos. Para evitar las consecuencias recesivas de una constante y significativa apreciación cambiaria, muchos bancos centrales de países emergentes han frenado la apreciación vía intervención en el mercado de cambios. De esta forma, la entrada de dólares terminó inflacionando sus respectivas economías locales, inflación que ahora necesitan contener.

Normalmente, la forma más contundente de frenar procesos inflacionarios es vía suba en las tasas de interés. El problema es que esta acción no es neutral en una economía: estas subas generan retracción económica y este es un aspecto que probablemente caracterizará a muchas economías de emergentes en el 2012. La mala noticia de esto es que las subas de tasas de interés para contener los procesos de inflación local serán otra fuente más de desaceleración del crecimiento global, fuente que se suma al bajo crecimiento esperado en el G3: Estados Unidos, Europa y Japón.

Tercero: recrudecimiento de la crisis de deuda soberana en Europa. El continente medieval se pasó otro año más sin solucionar nada y sin comprender que navegamos mercados altamente inestables en donde nunca se sabe cuál será el error de política económica que desencadene otro pánico internacional incontenible. Europa sigue subestimando con su inacción este problema y seguramente la falta de confianza que esto ha generado en el comportamiento del inversor caracterizará al 2012 como un año tanto o más volátil que el actual. Lo cierto es que Europa está mucho peor que cuando comenzó su crisis: transcurrieron dos años y no ha habido una sola decisión contundente ni por parte de la Unión Europea ni el Banco Central Europeo. El 2012 abrirá sin todavía saber ni siquiera el destino final de la deuda griega y la pregunto es hasta cuándo los mercados seguirán teniéndole paciencia a una burocracia europea que sigue tratando el problema como si no le perteneciese. Lo cierto es: Europa sigue sin un plan claro y definido de contención lo cual lo convierte en una bomba de tiempo para el 2012.

Para contrarrestar los tres males del 2012 no sorprendería seguir observando a los principales bancos centrales del mundo en una continua monetización del problema, en especial y como ha sido el caso en los últimos años una Reserva Federal siguiendo con su política de saturación de dólares fijando un piso nominal para todos las commodities en general. El 2012 probablemente sea un año en donde las commodities no hagan nuevos máximos, en donde tengan enormes picos de máximos y mínimos pero donde la liquidez le dé en última instancia un sostén y piso nominal a sus respectivos precios.

(*) GERMÁN FERMO es Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.