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01-03-2015

Omisiones e ilusiones

por Miguel Angel Rouco (*)

Con su manojo de estadísticas distorsionadas y con una visión parcial de las variables económicas, la presidenta Cristina Fernández construyó, ante la Asamblea Legislativa, un Estado de la Nación bien lejano a la realidad, donde el ilusionismo creado por el ministro Axel Kicillof dijo otra vez "presente".

La presidenta Fernández dejó en claro que los muchachos de la Cámpora son el último reducto de resistencia, ante el evidente retroceso económico y de allí, la encendida defensa que ensayó de la gestión del ministro por la deuda y de Mariano Recalde en Aerolíneas Argentinas, en ambos casos con cifras nada claras.

En el primero de los casos insistió con el desendeudamiento presentándolo como una baja en relación al PBI. Haciendo la salvedad de los precios con los que se mide el Producto, la deuda pública en valores absolutos creció y en relación con el PBI per cápita también subió.

Los números dicen que mientras en 2003 la deuda pública era de 171.000 millones de dólares, a fines de 2014 asciende a 250.000 millones de dólares, a pesar de la quita de deuda hecha en el canje de 2005.

En tanto, la deuda per cápita en 2003 era de unos 4.900 dólares y hoy esa relación asciende a 5.500 dólares.

De lo único que puede ufanarse la Jefa del Estado es que se debe menos al exterior, pero no por desendeudamiento, sino por cambio de acreedor que ahora es doméstico, los jubilados de la ANSeS en primer término.

Pero de allí a felicitar a equipo económico por remontar todas las expectativas negativas respecto de la deuda hay un abismo. El problema con los holdouts y sumado a ellos, los denominados "me too", es una espada de Damocles que pesará sobre la próxima Administración.

Algo similar hizo con las reservas al contabilizar los 31.456 millones de dólares que figuran en el Banco Central, pero sin mencionar, los swaps con China, ni el pasivo del BCRA ni tampoco la deuda con los importadores.

La bandera del desendeudamiento, en números de Cristina Fernández, indica que aún se deben 250.000 millones de dólares, luego de haber pagado 112.000 millones de dólares y 92.676 millones de pesos de intereses y capital.

En el caso de Aerolíneas, comparó los aportes del Tesoro -léase subsidio a las pérdidas de la compañía- en relación al PBI y dijo que 2008 esos "aportes" representaban 0,7% del Producto y que en 2014 llegaban a 0,06 por ciento del PBI.

La picardía fue no mostrar esos aportes en valores absolutos. En 2008, los subsidios a Aerolíneas llegaron a 500 millones dólares y en 2014 ascendieron a 1.000 millones de dólares, lo que totaliza unos 6.000 millones dólares en toda la gestión estatal. Y como anuncio de una "mejora" de la compañía se presentó el lanzamiento de las rutas Córdoba-Tucumán y Rosario-El Calafate.

Las palabras de la Presidenta discurrieron con una total omisión de la palabra ahorro y en todo caso tratando de maquillar la monumental destrucción del ahorro, el capital y la inversión durante la era Kirchner.

El llamado a cultivar "más maíz" para fomentar la cría de cerdos fue toda la respuesta que tuvo la Presidenta para el efecto que provocan las retenciones en la producción agropecuaria y de las economías regionales.

La justificación de los subsidios es el vector de la política económica oficial que sustenta el consumo aún cuando supere los niveles del ingreso y genere un fuerte endeudamiento.

Aquí, tampoco existió el desendeudamiento por eso es que acelera el programa Ahora 12 como amortiguador de un modelo que languidece lentamente.

En la misma línea, justificó los subsidios sociales dentro de un programa como si fuera un éxito del programa económico igualmente exitoso, pero que está sustentado en la destrucción de los recursos de la ANSeS, es decir, en el ahorro de los trabajadores.

Otra ilusión. Si esto fuera así, no haría falta la Asignación Universal por Hijo (AUH) para más de 4,6 millones de familias. Ni la muerte por desnutrición de Néstor Femenías llama a la realidad al gobierno kirchnerista.

 La persistencia de un mercado laboral fragmentado y con un tercio de los trabajadores en la informalidad no mereció tampoco comentarios.

La Presidenta quiso mostrar la mejora de los jubilados como otro de sus logros, omitiendo mostrar la realidad del sistema de seguridad social.

La suba de la jubilación mínima a 3.800 pesos fue presentada sin mencionar el efecto de la inflación, de la misma manera que presenta el pago de las sentencias sin detallar cuánta es la litigiosidad que se genera a partir del veto de la Presidenta al pago del 82 por ciento móvil.

Los anuncios para el último ejercicio de la gestión kirchnerista estuvieron ausentes. Un proyecto para legalizar el pagaré bursátil, y la ampliación de los programas Ahora 12 y Precios Cuidados, constituyen el nucleo de las iniciativas económicas de la administración Kirchner para 2015.

La defensa de los acuerdos con China pareció establecer un meridiano al final de su gestión, el último apoyo visible y la conformación de un nuevo horizonte de relaciones carnales con Beijing.

Bastante poco para una economía que según la Presidenta presenta una tasa de inversión de 21 por ciento del PBI, similar en todos los años toda la década ganada. Cuando esa cifra no logra llegar a 25 por ciento, no se alcanza a renovar el capital, éste se destruye y se pierde competitividad.

Como corolario, tras el fracaso de la gestión estatal en el control de los ferrocarriles y como si el Estado no tuviera ninguna responsabilidad en el funcionamiento de los trenes, la Presidenta anunció la estatización de los ferrocarriles, como si no fueran estatales. Y dijo que con esa movida se "ahorrarán" 415 millones adicionales, un monto que aguien se estaba llevando.

La experiencia indica que cuando el Estado se hace cargo habrá más déficit, que se destruye el ahorro y se destruye el capital. Todo un símbolo para los tiempos que corren.

(*): DyN.