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31-07-2015

Mauricio viene a desayunar

Lejos de los actos multitudinarios, Macri trabaja en grupos reducidos y aprovecha las redes sociales para tratar de captar nuevos votantes.

por Mar Marín (*)

LA PLATA.- Idilia Sinelli está nerviosa. Se prepara para recibir a Mauricio Macri, que basa su campaña en un "mano a mano" con los electores en sus propias casas, una estrategia innovadora para acercar la figura del candidato presidencial al votante.

Idilia, "Chicha", tiene 90 años y recibe a Macri en su vivienda, en un barrio tranquilo, de casas bajas y clase media, de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, bastión del voto kirchnerista, apenas diez días antes de las elecciones primarias, en las que los aspirantes presidenciales se medirán ante las generales de octubre.

El equipo de Propuesta Republicana (RO) la eligió por su historia personal y por los videos que su nieta subió a la página de Facebook del partido para invitar a Macri a su casa.

Mientras otros candidatos optan por actos multitudinarios en campaña, Macri trabaja en grupos reducidos y aprovecha las redes sociales: Anuncia los destinos de sus visitas en Facebook e invita a los ciudadanos a que le abran las puertas de su hogar.

Muchos responden a la invitación y su equipo de campaña selecciona. Uno de los factores a considerar es que los barrios permitan una "timbreada", llamar a las puertas de otros vecinos para tener un intercambio más cercano.

Son apenas las nueve de la mañana y "Chicha" tiene todo preparado, aunque sus hijas esperaron hasta el último momento para anunciarle la visita "porque se habría pasado la noche sin dormir".

La anciana recibe a Macri, de 56 años, con el mate sobre la mesa del salón, mientras el equipo del candidato, cámaras y fotógrafos incluidos, registra el encuentro.

"Qué guapo y qué joven", comenta la mujer nada más conocerlo, sin ocultar su admiración.

Durante la conversación -cerca de 30 minutos- "Chicha" le resume su vida, le cuenta que trabajó en una escribanía y en un ministerio, que tiene dos hijas, seis nietos y una bisnieta, que es viuda y que simpatiza con el PRO y quiere un cambio en Argentina.

A "Chicha" se le quiebra la voz por momentos y agarra a Macri del brazo en mitad de su relato. El candidato le toma la mano una vez y le sigue el hilo.

"Quiero verte arriba, que joven que sos, podrás hacer tanto todavía en la vida", le dice la anciana.

Luego le habla de Marino, su marido, y de su historia juntos. Ahí Macri se anima y le pregunta a bocajarro: "¿Y tuviste alguna vez amantes?".

Una pregunta más que personal que "Chicha" responde sin dudar: "No. Y creo que él tampoco".

Zanjado el tema, sigue con su relato y Macri la escucha sin apenas gesticular: "La cantidad de cosas que viviste", comenta por fin, "pasaste de la carreta a internet".

"¿Querés una Seven Up?", le pregunta la anciana, que tiene también preparadas una docena de medialunas para su invitado.

La conversación sigue y Macri, que prefiere el refresco al mate, se interesa por sus habilidades culinarias.

Ahora es el turno de "Chicha": "¿Y tu mujer?, ¡que guapa!, y Antonia (la hija menor de Macri), ¿cuántos años tiene ya?".

Y de la familia, saltan al papa Francisco: "Lo están medio manoseando al papa y eso no me gusta. Te duele un dedo y vas a verlo al papa. Tendría que limitar un poco", lamenta la mujer.

"Sí, ahora me parece que lo va a limitar", asiente él.

La charla avanza sin entrar en detalles sobre el programa político de Macri y la visita llega a su fin, pero antes, "Chicha" le entrega "armas" para su batalla electoral: estampitas de san Expedito y de la Virgen.

"Siempre ayudan", asegura. "Si me las das vos, ayudan seguro", le responde Macri.

"Tenés que salir, si no qué hacemos, seguimos con el mismo guiso. Cuidá tu salud, que la lucha no te lleve abajo", le recomienda.

"Estoy bien. Durmiendo poco pero estoy bien", le contesta Macri antes de la foto de familia de despedida.

En la calle, le espera su equipo para empezar la "timbreada". Esta vez, la mayoría de las casas está vacía y pocos abren sus puertas, así que Macri saluda a algunos vecinos, a un taxista y decide entrar en una pollería.

Con Víctor Serra, el dueño, habla durante varios minutos. Mientras se interioriza de sus problemas, una vecina, cargada con bolsas de la compra, se para ante la puerta.

"¿Les pasó algo?", pregunta. "No, está Mauricio Macri", le responden. "Ah, bueno". Y sigue de largo.

"Hablamos de cómo está el trabajo, los precios, del miedo al cambio, de lo que está pasando", explica después Serra, que reconoce que todavía está indeciso sobre su voto.

"Me cayó bien, pero no me convenció para inclinarme por uno u otro. Tengo que pensarlo", concluye.

A pocas cuadras, una vecina, fanática de Boca, el club de fútbol que presidió el candidato, lo invita a su casa.

Una corta visita. Después, breves declaraciones a la prensa y Macri se aleja con su equipo. Termina la "timbreada" del día y regresa a Buenos Aires, su cuartel general y bastión electoral.

(*): EFE.