A la muerte le tengo respeto. Mi mamá dijo antes de morirse una frase que me cambió el miedo a la muerte. Ella vivió hasta los 95 años y murió de una enfermedad que tenemos todos: estar vivo. Porque si estás vivo vas a tener que morirte, aunque estés sana. Ella no había sido educada religiosamente. Pensábamos con mis hermanas en la muerte de mamá y nos aterraba. Pero sabíamos que se tenía que estar dando cuenta de que se estaba muriendo, porque estaba sana como vos y yo. Tenía 95 años y una señora que la cuidaba. Yo estaba haciendo "Eva y Victoria" y los lunes y martes de descanso iba a verla. Estaba en la cama que papá, que era escultor, había modelado con esas columnas... parecía la cama de Lucrecia Borgia. Y ahí estaba mamá, tomando el té. Y ella me decía: "Fijate qué bien hechas que están las cosas que ahora que es inminente mi paso al otro mundo, el miedo me ha dejado lugar a la curiosidad". Y como quien entra a la calesita, hizo así, cerró los ojos y se murió. Cuando yo era chica decía: "¿algún día seré grande y mediré más de un metro?" y crecí. "¿Algún día tendré lolas?" y las tuve. "¿Algún me enamoraré de alguien?" y me enamoré y no pasó nada. "¿Algún día envejeceré?" y soy vieja y no pasó nada. "¿Algún día me moriré?". Y sabés qué, no pasará nada.