Memoria y rebeldía en "Simón, la huella del tiempo"
Estreno en El Séptimo Fuego
por Susy Scándali
Simón trabaja en su taller de juguetes. Parece apacible este Simón que moldea la madera en silencio. La sombra del hombre que fuera.
Pero Simón mantiene el fuego intacto. Y será el fantasma de su peor enemigo, será Ramón Falcón quien avive ese fuego.
La escena permanece en penumbras, apenas una luz para iluminar a los dos hombres: Simón Radowitzky, el anarquista y Ramón Falcón, el coronel tristemente célebre por la Semana Roja, cuando las fuerzas de la policía bajo su mando mataron a unos ochenta manifestantes anarquistas en la Plaza Lorea, un 1° de mayo.
Dos hombres ?Pedro Benítez (Simón) y Marcelo Scalona (Falcón)- y un tercer protagonista, el sonido de una guitarra (Federico Moyano), inician así un relato que sigue siendo doloroso para una sociedad que no ha logrado todavía superar las antinomias. Con un virtuosismo que no asombra y en un lugar que también resulta natural: el escenario de El Séptimo Fuego, allí donde la rebeldía sigue viva y se transforma en teatro.
Simón Radowitzky era un joven ruso de apenas 18 años cuando, ángel vengador de las víctimas de la Semana Roja, tira una bomba al carro de Falcón, que muere desangrado. El ?rusito? sabe que lo que se le viene no es fácil y quiere morir él también. Se dispara en el pecho. Pero la bala no lo mata y él termina en la cárcel, en el Penal de Ushuaia, donde es torturado y permanece por más de veinte años.
Cuando sale, viaja a España para colaborar con los Republicanos durante la Guerra Civil y finalmente, va a parar a México, donde pasará sus últimos días.
En este tramo de su vida se afirma la historia de Guillermo Yanícola que bajo la dirección de Viviana Ruiz juegan sobre el escenario Benítez y Scalona, en un contrapunto que no da respiro.
A mitad de la historia, aparece la única protagonista femenina, imprescindible si entendemos que después de todo, Simón fue un hombre y seguramente alguna vez se enamoró.
No se sabe si Salvadora (Magalí Sánchez) fue efectivamente el amor del anarquista, la historia real sólo relata que ella trabajó mucho por su libertad, antes de casarse con Natalio Botana. Y en la puesta del Séptimo, Salvadora Medina Onrubia tiene el protagonismo exacto.
Mientras tanto, siempre, la guitarra. Federico Moyano como no queriendo, casi oculto en la sombra, es quien marca con la música los tiempos de la historia. Cuando la guitarra calla, la respiración se suspende.
"Simón la huella del tiempo", el flamante estreno de El Séptimo, es mucho más que una historia bien contada, bien dirigida y bien actuada. Ganadora del premio El Teatro y la Historia 2013, esta obra es una de esas que reafirman que el buen teatro puede ser además de todo eso, una herramienta para mantener viva la memoria.