El director portugués Pedro Costa vuelve al barrio lisboeta de Fontainhas en su nuevo largometraje "Cavalo dinheiro", que ayer fue presentado en el marco de la Competencia Oficial del 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

Una vez más Costa vuelve a apelar a Ventura, uno de los personajes de "Juventud en marcha" y "Centro histórico", habitual del cine del realizador luso.

En esta ocasión, la historia se centra en Ventura, quien dejó Cabo Verde para probar suerte en Portugal como albañil y donde su vida se ve marcada por la Revolución de los Claveles (el levantamiento militar que en 1974 provocó la caída en Portugal de la dictadura salazarista) con sus consecuencias. Mentalmente frágil, no sabe si vive en el presente y sueña con el pasado, o si es al revés. Pasa su tiempo en un hospital, paseando entre ruinas y corredores interminables, encontrándose con varios individuos que pueden ser imaginarios o reales, sobre todo con el susurro permanente de Vitalina Varela, con quien la une una trágica historia de familia.

Costa se encarga de dar una pista del personaje en cada situación y brindarle al espectador los elementos necesarios para tratar de entender el mundo personal de Ventura. Un mundo sombrío, oscuro y, sobre todo, triste. Un mundo que el director portugués proyecta en cada cuadro -abusando de los claroscuros-, con una narración no exenta de poesía, con algunas figuras metáforicas y que por momentos se puede tornar tedioso.

"Cavalo Dinheiro" llegó a Mar del Plata precedida de buenas críticas y cierto reconocimiento internacional, como el premio en el Festival de Locarno, tanto que algunos se animaron a calificarla de "la mejor película de Costa" y otros fueron más allá al tildarla de "la película del año". Como sea, no deja de estar ligada a los anteriores películas del portugués, por ello quizá demuestra que no es un ejemplo de cineasta accesible.