Park Jung-bum hizo su presentación en la Competencia Oficial del 29° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con "Alive", un melodrama que cuenta la historia de trabajadores norcoreanos en un remoto pueblo de montaña en Corea del Sur.

Tal como ya lo había hecho en "El diario de Musan", Park Jung-bum asume el doble rol de director y actor protagónico. En este caso poniéndose en la piel de Jeong-cheol, quien tras la muerte de sus padres debió hacerse cargo de su hermana Su-yeon (mentalmente inestable) y de su sobrina Ha-na.

Tras una mala experiencia en el trabajo de la construcción, que debe abandonar por diferencias económicas con algunos de sus compañeros, Jeong-cheol se va a trabajar con su hermana y un amigo a una fábrica de tofu, donde a partir de la contracción al trabajo va ganando un rol importante. Sin embargo, después, por diferentes situaciones todo empieza a derrumbarse a su alrededor.

"Alive" dura casi tres horas, pero lejos está de ser una historia densa, más allá de la oscuridad de sus personajes y la violencia, tanto física como emocional.

Tras la proyección, el director Park Jung-bum participó de la conferencia de prensa junto a los periodistas acreditados y parte del público.

-¿Por qué te incluiste como protagonista?

-La razón es porque no considero que haya una separación entre la dirección y la actuación. Esto se debe a que mi formación académica no es propiamente del cine. Por ese motivo no tenía a mi alrededor a gente del ambiente cinematográfico. Entonces en muchas ocasiones me encontraba solo con una cámara, actuando y me acostumbré un poco a eso. Por costumbre fue más habitual imaginarme a mí como protagonista. Otra razón es que habrán visto que en mis películas la violencia está muy presente, muchas veces se manifiesta de manera muy realista, con golpes, sufrimiento de verdad, y quise asumir ese rol de protagonizar la violencia a través de la reacción misma.

-¿Cómo lográs reflejar esa violencia, esa intensidad física que se ve en la película?

-En el caso de mi personaje consideré como algo muy importante el tema de la respiración, de la agitación. Y esa agitación profunda no se lograba solo con la actuación, había que ir a lo real. Por eso, cuando ven las escenas donde estoy hachando, no es una actuación, sino que salía temprano, al alba, y realmente trabajaba con el hacha dos o tres horas hasta llegar a ese nivel de cansancio, para mostrarlo como es realmente. Lo mismo pasa con los golpes o los hechos de violencia que se ven en la película. Realmente nos golpeábamos, y duro. Creo que a través de los días de rodaje hubo una cercanía, una relación más profunda entre los actores, por el hecho de compartir esta experiencia a través del dolor.

-¿Cómo convencés a tu equipo y a la gente que te rodea para trabajar en este tipo de películas?

-Debo aclarar que cuando hay escenas de violencia, en la mayoría de los casos la víctima soy yo. El otro caso se da al principio de la película cuando Lee Seung-yeon (en el papel de Sooyun, la hermana del protagonista), en una escena muy fuerte, se autoflagela, golpeándose con una rama en la espalda desnuda. Le expliqué que la escena era muy importante para la película y si se animaba a realizarla. Dijo que sí, que había que intentarlo. Pero para demostrarle cuáles eran las consecuencias, como sería la escena en sí, me puse en ese fragmento de la película, golpeándome con las ramas en la espalda le mostré cuáles serían las secuelas. Me pareció importante la escena porque la gran ironía, la gran paradoja de la protagonista, es que para alcanzar la salvación debe hacerlo a través del sufrimiento y consideré que debía tener una interacción muy fuerte con el público.

Lamentablemente para ella, tuvo secuelas para su físico y debió pasar un tiempo en tratamiento en el hospital.