CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
29-11-2014

"Las maravillas" o la historia de un princesa que quiere escapar de su castillo

La italiana Alice Rohrwacher presentó ayer durante la mañana su segundo largometraje. Evitó dar interpretaciones sobre esta historia, centrada en la conflictiva relación de un padre y una hija preadolescente en el mundo rural de la Italia contemporánea.

Alegre, bromista, lo primero que dice es "gracias por levantarse tan temprano para ver el filme". A las 9 de la mañana, la sala del Ambassador está llena.

La italiana Alice Rohrwacher no determina la mirada sobre "Le meraviglie" ("Las maravillas"), el largometraje que ayer se presentó en la sección internacional de este Festival Internacional de Cine. En todo caso, sus dichos favorecen una apertura necesaria: "Yo sólo hice la película", se excusa al momento de las interpretaciones que se ciernen sobre la historia, que transcurre en el interior de Italia, en una zona rural y volcánica del Lazio.

Oriunda de ese territorio amasado a fuerza de erupciones sobre erupciones y de piedras sobre piedras, la cineasta construyó un filme similar: capa sobre capa para narrar la relación entre un padre y una hija que deja de a poco de ser niña para pasar a la región incierta de la adolescencia, con sus conflictos, con sus broncas y sus críticas a un sistema familiar que siempre le parecerá injusto.

Lo notable es que la hija (Gelsomina) muestra más de lo que dice, fiel a la frase "la procesión va por dentro". Puede pasar por una adulta más, secunda a su padre, el temido y obsesivo Wolfang, en el emprendimiento de la producción de miel orgánica y lidera a ese grupo desordenado que forman sus hermanas menores.

Justamente, el filme pone en contraste al mundo femenino con el masculino, al de la infancia con el de la adultez, cruza esos universos de modo tal que el público asiste al espectáculo de ver a niñas trabajando duro en la granja familiar, manipulando enjambres, un ritual exigido por el padre y consentido por la madre.

Así, el tema del trabajo infantil resuena como eco, lo mismo que el del machismo y el del despertar sexual.

"Es una princesa que quiere escapar de su castillo", dice Alice, en comparación con Gelsomina y su mundo aislado, lejos de los elementos que pueden interesar a una jovencita. Ni vestidos, ni salidas, ni amigas: un traje que evita picaduras de abejas y música a escondidas en el establo son parte de su rutina.

Hasta que ocurre lo inesperado: un concurso televisivo para productores de la región, cuya bella conductora (Mónica Belucci) encarna los sueños imposibles de Gelsomina, y la llegada de un joven, que padece problemas de conducta y no habla y servirá para ayudar en la apicultura ponen al padre (y a sus creencias) contra la pared.

Heredera de la gran tradición del cine de Federico Fellini, la directora reconoce que el autor de "La dolce vita" "es parte de mi memoria y de la memoria de Italia". A ello, quizá, obedezca la secuencia del filme en el que se crea -con gran grotesco- el pasado etrusco de los lugareños.

Un elenco formado por actores profesionales y no profesionales logran dar credibilidad a cada uno de los personajes. "Al actor que encarna al padre lo encontré por un video que vi en mi celular, a Gelsomina la hallé en una iglesia y la madre es mi hermana", narró la directora, cuyo primer filme fue "Corpo celeste".

Otro elemento central en el filme es la casa. "Buscamos una casa abandonada" de la zona, recuerda y dice haber respetado gran parte de los elementos hallados en su interior, entre ellos una cortina gastada que sirve de puerta de la habitación donde duermen las cuatro niñas. "Hicimos muchos ensayos, no hay una palabra demás en la película que no esté, antes, escrita en el guión", apunta la cineasta, que espera todavía noticias de su distribuidor brasileño para que el filme se estrene comercialmente en salas de la Argentina.