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20-12-2014

?El argentino es muy escribidor?

Una charla exquisita con uno de los intelectuales más lúcidos. Desde sus casi 90 años habla de la necesidad de la ruptura en la escritura y en la vida, opina sobre la vejez y sobre cómo el mercado formatea el gusto del público. Y ofrece una radiografía del argentino medio, al que ve ligado a la literatura y a los bienes culturales. El autor de la monumental Historia Crítica de la Literatura Argent

Por Paola Galano

Twitter: @paolagalano

-¿Hay alguna manera de pensar la literatura sin pensar en la historia y en la política? Siempre literatura, política e historia están vinculadas.

-Sí, pero no tan explícitamente ni directamente. No hay ninguna exigencia a cosas que no pudieron darse, es decir pretender que en los escritos de Macedonio Fernández haya declaraciones políticas que satisfagan al grupo tal o a otro grupo, o que digan no habla de... No se trata de eso, se trata de un trabajo de orden intelectual en el que hay que refinar los acercamientos en una relación como ésta, que no es indispensable, no hay nada en la realidad que no sea político, pero en qué sentido, cómo. La manera en que tenemos de comer es política, la manera en que tenemos de relacionarnos hasta afectivamente es política, solo que no viene acompañada de un programa, no viene acompañada de un afiche, ni de un manifiesto, ni de una proclama, pretender eso es una grosería, pero es una grosería en la que mucha gente sigue creyendo. Como no habla de... pero sí habla de? en el sentido más profundo, en el que hay un juego de estructuras, un juego de conflictos, que es lo que sostiene un pensamiento y sostiene esa relación. Lo humano no se da en las declaraciones de humano, lo humano se da en lo concreto de la transformación de los signos con los que nos manejamos.

"Es lo mismo"

Desde sus casi 90, observa. Tiene a favor la perspectiva de la edad y la de tener una vida vivida entre fenómenos culturales que estudió y examinó con la lucidez del especialista. Escritor, poeta y crítico literario todavía activo, Noé Jitrik no reconoce diferencia entre una labor y otra. ?Es lo mismo?, aseguró en Mar del Plata, ciudad a la que llegó invitado para participar del Congreso del Centro de Letras Hispanoamericanas. ?Para mí escribir es estar motivado y qué es lo me motiva: de repente me motiva un texto, de repente un recuerdo o una sensación o una posibilidad? entonces puedo escribir con el mismo interés un tema literario como el de las vanguardias, como el que estoy escribiendo ahora, o los sonetos que también escribo o mis relatos, voy de una cosa a la otra, no digo ?esto es de crítico? o ?esto es de poeta o de escritor?. Me lo permito, total no pierdo nada, aunque tampoco gano demasiado?, contó.

Su último libro, ?Casa Rosada. Relatos? (Ediciones Al Margen) parece probar esta idea del crítico inquieto que mete su pluma en la ficción y en el relato testimonial, ya que en sus páginas narra las vivencias personales durante el gobierno de Arturo Frondizi, al que conoció. ?Alguna gente dice que es autobiográfico, es cierto porque son referencias personales que no evito, pero no tiene un carácter documental?, desliza.

Y recientemente apareció un nuevo volumen -el número once- de "Historia Crítica de la Literatura Argentina", en la que reunió y dirigió a cerca de trescientos colaboradores de todo el país para contar, con otro criterio al convencional, cómo es la historia de nuestras letras.

-Digamos que usted se mueve entre géneros, entre diferentes géneros.

-Camino entre las imágenes que me suscitan ciertas cosas.

-¿Qué considera nuevo en la literatura argentina de los últimos años? En cuanto a temas, la aparición de fenómenos, de estilos?

-Hay mucho talento individual en la Argentina. Una característica de esta sociedad es que hay un interés permanente por los objetos culturales, esto es bastante notable.

-¿También nota interés por la escritura?

-Sí, claro, estuve asomando la nariz al Premio Nacional de Cuento y se presentaron quinientos libros de cuentos. Todo el mundo dice que los libros de cuentos no se publican. Y ni hablar de la poesía, cuando hay una convocatoria a un premio de poesía en el orden nacional aparecen seiscientos, mil libros. En el Premio de Novela del que sí fui jurado se presentaron doscientas sesenta novelas, es decir el argentino es escribidor, digo los argentinos, no los cuarenta millones desde luego pero hay una cosa muy fuerte con relación a la escritura y se observa en el caso de la novela, que vi más de cerca. Sé que hay gente que quiere escribir lo que le pasó, escribir que tuvo una excelente relación con su mujer desgraciadamente muerta, la mujer quiere escribir lo que paso con su mamá a la que adoraba? mucha gente quiere escribir. Mucha gente encuentra en la escritura una vía personal no sé si decir de escape. La escritura casi como una manera de ser en esta cultura, en este país, es muy raro, es muy lindo, muy bueno, es algo que justifica que uno siga viviendo en este sitio tan atormentado por otra clase de problemas. Lo que si hay un déficit en esto, siempre uno quisiera más.

-¿Mejor escritura?

-Mejor como propuestas, que son siempre propuestas individuales. No se puede pensar que puede haber habido en el siglo XVIII alguien mejor que Juan Sebastián Bach, es muy difícil o mejor que Proust, o mejor que Borges, siempre el escritor aspira a ser el mejor, ahora que lo logre es otra cosa, eso es siempre objeto de la crítica, de una crítica que pueda estimar un esfuerzo. El asunto es que a lo que se puede pretender en el orden cultural más general es a la ampliación de la lectura, la lectura no ortodoxa del libro. La cuestión es pensar o desear que la gente tenga ganas de acercarse a la lectura, eso empieza desde niños y la lectura no es solamente de libros, es de lo inmediato, de lo que nos rodea, de la cara de los demás, es del paso de los demás, de la mirada, y curiosamente la gente que no lee libros tampoco lee miradas, no lee caras, ni casas ni calles, no lee atmósferas, no lee nada, vive pragmáticamente su propio cuerpo con necesidad de satisfacerlo. Uno no puede decir que eso esté mal ni bien, eso es así, pero habría que pensar en la ampliación de la lectura para no ser tampoco manejado, para no ser manejado en esta cultura en la que estamos viviendo, para no ser manejados por los medios de comunicación.

-La idea es seres autónomos, ¿no?

-Sí, seres autónomos, ser personas en última instancia y tener algo que decir. Hace poco me llamó una amiga filósofa, yo le pregunté cómo estaba y me dijo que estaba muy vieja. Yo le dije que eso no es algo de lo que debamos hablar (la vejez). ?Yo lo que quisiera es que me hables del empirismo lógico que era el trabajo que estabas haciendo, no me vengas a hablar de la vejez?, le dije. Porque el que solo habla de la vejez no hace más que decir la palabra viejo, y no tiene mucho por venir una conversación sobre la vejez y además la gente joven rechaza a los que vienen a hablar de la vejez. Hay que hablar de cosas y esas cosas que brotan, que surgen, que son problemáticas, que son la pasión de la existencia y que precisamente son las que atrasan la vejez, las que la reducen, que permiten una relación con los demás y con la cultura en general, con el estar en un sitio, con el sentido que tiene estar en un sitio. Y en el caso argentino, todavía nos preguntamos qué es esto de la Argentina, cómo se configuró, quiénes somos, de dónde venimos, si lo prehispánico debió haber quedado tal cual o si la inmigración estuvo mal, todas esas cosas que nos hacen preguntar a cada día cuál es la fisonomía y la identidad de una vida como la que llevamos en este sitio. Pues la respuestas están en eso, en una mirada que recoja lo que hay y lo examine y lo vea y en eso el concepto de lectura desempeña un papel fundamental.

-¿La tradición escribidora de los argentinos se relaciona con la presencia de grandes escritores argentinos, los casos de Sarmiento, Borges, Cortázar y otros?

-Pero esa tradición es universal, hasta mediados del siglo XX escribir era un instrumento fundamental en la cultura y en la política. Los grandes políticos del XIX y del XX eran escritores todos, o creían que había que escribir. Si examinamos la obra de Sarmiento es eso, Sarmiento escribió sin luz eléctrica ochenta volúmenes, escribía permanentemente, y León Trotsky escribió corriendo en el exilio. La obra de Primo Levy es similar. Pidió que lo dejaran ir al pabellón de infecciosos del campo de concentración porque allí podía seguir escribiendo. Escribir es algo?

-¿Orgánico?

-Claro, que conecta con la realidad, con el mundo tanto como el cuerpo mismo, ahora hay mucha gente que no lo entiende y cree que solo por el cuerpo se conecta con el mundo y hay otros que no piensan eso. En Argentina esto es muy frecuente, reiterado, se escribió y se escribe y de ahí repente sale literatura.

"Se sigue con esquemas mentales viejos"

-¿Y se escribe bien?

-Se escribe bien y en calidad, no necesariamente en ruptura. Se sigue con esquemas mentales viejos y ahí sí desempeña un papel importante la noción de mercado, se escribe bien lo que se espera que los demás quieran leer y esa es la actitud de las grandes editoriales: más bien tienden a elegir y a publicar textos que suponen que son los que corresponden a la necesidad de lectura de la gente y eso es culturalmente cuestionable, es bastante pernicioso.

-¿Achata?

-Naturalmente porque la comprensión que podemos tener de la vida siempre reside en el acercamiento de lo que todavía no sabemos, no de la repetición de lo que ya sabemos, si no fuera así no podríamos ni siquiera enamorarnos, porque ¿qué quiere decir enamorarnos? Vincularnos con algo diferente e inesperado. Eso del amor a primera vista, ¿qué quiere decir? Es el acercamiento a algo que uno no conoce, y lo mismo en relación a la cultura y a la literatura, la cara de admiración que puede tener uno frente a una obra de arte, la pintura es lo diferente y uno se queda estático de repente o escucha una música y la música no es el café con leche que uno está tomando a la mañana, es otra cosa, lo diferente es lo que le da sentido a nuestra propia existencia, sino estaríamos siempre en el útero materno.

-Es decir, la ruptura es necesaria.

-Absolutamente, y entonces la literatura lo promueve y de pronto lo que llamamos el mercado no lo promueve, dice ?no, no, mejor nos quedamos con lo que ya sabido. No arriesguemos?.

-¿Y no hay una luz en las pequeñas editoriales, en los sellos independientes?

-Claro, sí, yo hablo de las grandes editoriales porque son ellas las que dominan ciertos aspectos de la crítica, dominan el reconocimiento y económicamente el destino de los escritores. Hay ciertos fenómenos que son desconocidos en siglos anteriores, por ejemplo la fortuna que pueden llegar a tener ciertos escritores, como Gabriel García Márquez o Stephen King. Estoy trabajando junto con un grupo en el llamado Programa Sur de Traducciones, que propicia la Cancillería Argentina, es una iniciativa muy interesante. A pedido de editoriales de todo el mundo se traducen libros argentinos y se les da un subsidio, ya se han subsidiado más de 800 libros y veo que hay ciertos escritores que son traducidísimos. No sé si se vende o no pero está la posibilidad de que los escritores empiecen a ganar mucho dinero. En lo local hay escritores que ganan mucho dinero con la escritura, los que más ganan son los que repiten lo ya sabido. Este fenómeno del brasileño Paulo Coelho. Eso fue un desconocido para los escritores como Proust, Dostoievsky, Flaubert. Hasta para Victor Hugo que escribió tanto. Sarmiento no ganó un peso con los libros, este fenómeno es típicamente de mercado y es una estrategia de editoriales en general de proporcionarle a eso que se llama el público la comida que quiere.

-¿Cómo juegan esos pequeños sellos?

-Hay un montón de pequeñas editoriales que están haciendo una lucha muy denodada, muy vocacional por romper esa cintura de hierro de las grandes editoriales, aunque tampoco quiero demonizar totalmente a las grandes editoriales, que también publican otras cosas. Aunque si eso no se vende de inmediato en tres meses las liquidan, en seis meses como mucho si el libro no se agotó rematan el saldo, entonces un libro que salía 90, 80 o 100 pesos si no se vendió lo rematan a tres pesos y entregan eso a las librerías de viejo, a las librerías que están en la calle Corrientes en Buenos Aires y se venden luego a 24 o 30 pesos. Y ahí la gente los compra, es un comercio bastante canallesco en ese sentido. No ocurría eso antes, una editorial como Fondo de Cultura Económica no hacía eso, entonces los depósitos de FCE conservan libros publicados hace 20, 30 o 40 años, porque de pronto los lectores redescubren cosas y las buscan y entonces se da otro fenómeno de mercantilización del que me vengo a enterar los otros días: mis libros en términos generales están agotados, cómo están agotados no lo sé. Yo nunca recibí un mango, después me dicen que alguien estaba buscando un libro tal y que lo encontró en Amazon y en Amazon están a 30, 40 o 50 dólares. Es un libro que desapareció y del que yo no recibí nunca un centavo, porque los tiene Amazon, cómo los consiguió y por qué los vende a ese precio es una cosa que me supera, no lo puedo entender, es demoníaco.

-¿Qué opina de la autoedición de libros a cargo del mismo autor?

-No sirve, es como una señal, se sabe que alguien publicó un libro a su costo y se asume como malo, que no se vende.

-¿Y en este panorama qué rol ocupan los blogs de literatura?

-No lo entiendo demasiado, y tal vez no lo entiendo por razones generacionales, la diferencia de comprensión de los mecanismos electrónicos de un niño, de un joven y de alguien de mi edad son muy diferentes. Yo me esfuerzo por comprenderlo, pero tengo ciertos límites y además no tengo la paciencia suficiente y mi libido está puesta en otra cosa. No me pueden obligar a interesarme por todas las posibilidades de los blogs. Sé que esto ha desarrollado un poco más la comunicación y eso es positivo y quizá a partir de ahí se desarrolle la escritura, pero todavía eso no tiene una trascendencia cultural inmediata, en el sentido de que puede ser que alguien en ese blog haga algo interesante pero no es lo mismo que cuando aparece un texto de Borges, no es lo mismo, no pasa lo mismo. Por ahí se lee más el blog que el texto de Borges pero el texto de Borges se instala en una cultura y el del blog me parece que no, es más fugaz. Pero bueno, a lo mejor es un poco reaccionario decir esto y la gente que está en los blogs está muy contenta con eso porque vive el instante con bastante felicidad, alguien que escribe lo que le pasó ese día y lo pone ahí en el blog y le contestan treinta tipos en el momento está contento, lo mismo pasa con las visitas que tiene ese blog.