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25-01-2015

"Hablemos a calzón quitado", sobre vínculos nocivos

La obra escrita en los 70 habla de los miedos, las mentiras y el autoritarismo. Ulises Pafundi se destaca en la interpretación de un chico con parálisis cerebral.

Ulises Pafundi protagoniza junto a Oscar Giménez y Emiliano Marino "Hablemos a calzón quitado", la premiada obra teatral que se presenta de viernes a domingos a las 21.15 en la sala Melany (San Luis 1750), luego de dos exitosos años en la cartelera del circuito independiente porteño.

Con la dirección de Nicolás Dominici y aportes del director Agustín Alezzo es posible una nueva versión de la obra de Guillermo Gentile estrenada en la década del setenta.

La historia transcurre en 1970, en una casa habitada por "Papi" junto a Juan, su hijo adolescente que padece una parálisis cerebral, y Martin, un joven revolucionario cuya llegada deja al descubierto las virtudes y miserias de los personajes.

Pero, más allá de lo vincular, la pieza evidencia la problemática humana, social y política que surge en torno a las imágenes falsas y alienantes que la sociedad forja para alejar al hombre cada vez más de su autenticidad y sus impulsos primarios.

Sobre el alcance del texto, explicó Pafundi: "Gentile hace un paralelismo entre los personajes y las circunstancias: Juan representa al pueblo indefenso, 'Papi', al sistema político opresor de los 70, y Martín, a la revolución y libertad. Sin embargo, se trata de un texto cuyo énfasis está puesto en el trabajo del actor sobre la realidad que debe construir".

Sin embargo, por sobre la "hondura e identificación con el ser argentino", lo que más impactó a Ulises al leer por primera vez "Hablemos a calzón quitado" fue "la manera en que el autor describe a estas personas, sus características, sus personalidades y esas relaciones tan tormentosas como inusuales".

Verdad e iniciaciones

Por la interpretación de ese niño espástico abandonado por su madre, Ulises Pafundi fue ganador en 2013 de los Premios María Guerrero y Florencio Sánchez como Mejor Actor Revelación.

Fue un trabajo que le llevó ocho meses, en los cuales asistió a centros especiales para lograr la notable interpretación. Sobre este proceso de composición, aclaró Padundi: "Siempre que hablo sobre este tema, comienzo pronunciándome acerca del respeto que toda la cuestión requiere, a mi criterio. Esto último es lo que me llevó a investigar al máximo posible sobre la discapacidad y todo este mundo desconocido para mí".

Con esa premisa ingresó al Centro de Parálisis Cerebral de la ciudad de Buenos Aires, donde logró trabajar con pacientes con diferentes patologías, especialistas y profesionales que lo asesoraron para construir psíquica y físicamente a Juan.

"En kinesiología trabajé todo lo físico teniendo en cuenta los comportamientos de dos pacientes del lugar. Con una fonoaudióloga trabajamos la forma de hablar y, paralelamente, se trabajó con psicólogos y terapistas ocupacionales", fundamentó.

Por su parte, Giménez realiza una interpretación de variados matices, en la piel del padre castrador y autoritario que, por las noches, sale travestido a trabajar. En tanto Marino, representabdo al joven estudiante de filosofía, trae consigo las libertades a esa familia enfermiza.

"Martín revela un mundo totalmente desconocido para Juan, es el eslabón que ayuda a despertar su sexualidad y a comprender y crecer dentro de los engaños de su padre.

Todo lo que sucede de ahí en más funciona como una bomba de tiempo a punto de estallar y esto cambia por completo la relación padre e hijo".