Aunque su trabajo le produce "un placer infinito", Mimí Ardú parece tener claras sus prioridades. Reflexiva y agradecida, habla de su niñez, su único amor y su presente en "La casa de Bernarda Alba", que, en su segunda temporada en Mar del Plata, se presenta los lunes y martes a las 21 en el teatro Güemes (Güemes 2955).

La actriz de películas como "El bonaerense", "El pasado" o "Un año sin amor" es, en "La casa de Bernarda Alba", una criada de Bernarda que oculta tantos secretos como todas en ese hogar dominado por la represión y el prejuicio. Es una de las tres actrices originales de la adaptación de la obra de Federico García Lorca que dirige José María Muscari, a quien calificó como "un ser omnipresente que estuvo, está y estará siempre pendiente de todo lo que sucede en la obra".

-¿Cómo es andar de gira permanentemente con "La casa de Bernarda Alba"?

-Anduvimos por todo el país, cambiamos de hoteles, teatros, camarines, siempre estamos diciendo "hola" y "adiós". Ahora hacemos base en Mar del Plata y, de miércoles a domingos, todos los días vamos a un lugar diferente de la costa. El éxito de Bernarda Alba se conforma de nueve actrices: María Rosa Fugazot, Adriana Aizenberg, Andrea Frigerio, Julia Calvo, Silvia Kutica, Lucrecia Blanco, Mariana Prommel, Bárbara Vélez y yo que interpreto a la criada. Lorca no le puso nombre, no tiene identidad. Es una manera de marcar las diferencias sociales. En un momento, Bernarda dice que los pobres son como los animales, se desviven por un plato de comida. Valoro y aplaudo la genialidad de las actuaciones memorables que realizan todas mis compañeras.

-¿Es verdad que varias mujeres no pueden trabajar juntas sin pleitos?

-Es un invento de algún señor que sufre de misoginia, me parece que no pueden soportar que prescindamos de ellos para hacer un éxito. Para lograr la armonía en un grupo hay que priorizar la generosidad, la tolerancia, el sentido común y la inteligencia.La clave de la buena convivencia es el respeto, tener una buena o mala relación no es cuestión de género.

-¿Cuáles son las prioridades en cualquier trabajo que emprende?

-La armonía en los vínculos con los compañeros, la entrega en el escenario, promover el trabajo y defenderlo con pasión y sin quejas y que la producción cumpla con lo pactado.

-¿Cuáles son tus objetivos como actriz?

-Tengo una vida muy austera, no tengo ambiciones desmedidas, tampoco sé muy bien qué quiero, pero me felicito por saber que mi hipersensibilidad no soporta el caos ni el descontrol. Saber que no necesito estar en este medio a cualquier precio y que para poder emerger en este mundo no hace falta destrozar al que está a mi lado.

-¿Qué lugar ocupan los amigos y la pareja en su vida?

-Con mis amigos, tengo una relación sana perdurable. Jamás nos pasamos facturas, no hay reclamos ni cuestionamiento, sólo disfrutamos cuando podemos, siempre somos libres y el amor está intacto. Con mis parejas, nunca pude lograr la armonía entre lo laboral y ello. Siempre me sentí deseada y una sola vez me sentí amada. Ese hombre fue Miguel Marín y murió en diciembre de 1991. Fue mi gran amor, y la única convivencia que tuve. Tal vez algún día me vuelva a enamorar.

-¿El trabajo es su gran pasión?

-Mi trabajo me produce un placer infinito y amo lo que hago, pero, si mañana se termina, no voy a sufrir mucho. No me inmolo ni me desangro por estar en este medio.

-¿Participó en la opera prima de Helena Tritek?

-Sí. Me gustó trabajar en la ópera prima de una gran directora como Helena Tritek. Se llama "Angelita, la doctora" y se estrena este año. El elenco es extraordinario: Ana María Piccio, Hugo Arana, Norma Aleandro, Sofía Palomino y el "Chino" Darín. Casi todos hacemos una participación especial.

-¿Dónde nació y dónde se crió?

-Nací en Río Cuarto (Córdoba), pero me crié en Sunchales, provincia de Santa Fe. Estudié durante once años en un colegio de monjas, me recibí de profesora de música, nadé durante muchos años porque pertenecía al equipo de natación de Libertad de Sunchales, competí y gané muchas medallas.

-¿Cómo era ese pueblo?

-Muy pequeño. Ahora es una gran ciudad. A veces extraño mucho. Hace poco estuve y me encontré con mis compañeras de colegio y con mi maestra de primer grado. A pesar del tiempo que pasó, de la distancia que me separa de mi gente, siempre llevo conmigo a los afectos de la infancia, porque me enorgullece ser parte de ellos y sé muy bien que, pase lo que pase y esté donde esté, nunca voy a dejar de ser la piba de Sunchales.