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29-01-2015

Alejandro Dolina se despide de Mar del Plata

Otro verano trajo a Alejandro Dolina a conducir desde Mar del Plata "La venganza será terrible", suceso histórico de la radio argentina que cumplirá treinta años en el aire.

Eludiendo con elegancia y humor las cuestiones que no son de su interés, entusiasmándose en cada respuesta que le permite desplegar su arsenal retórico en función de una salida inusual o un descubrimiento, Alejandro Dolina mantuvo una charla con LA CAPITAL que pasó por su trabajo de escritor, la radio, la física cuántica y Boca Juniors.

Clásico de los eneros en Mar del Plata, Alejandro Dolina encabeza hasta hoy en la sala Astor Piazzolla el programa que emite AM Radio del Plata y, en Mar del Plata, FM Residencias, acompañado por Patricio Barton, Jorge Dorio y Gillespie.

En ese medio, se posiciona, queriéndolo o no, en un espacio poco visitado por los actuales conductores. Ese espacio que evade el confort para perseguir afanosamente la originalidad.

-Han quedado pocos espacios en radio y televisión que den tanta importancia a la palabra. ¿Ese es el secreto del excepcional éxito de "La venganza será terrible"?

-No estoy seguro de eso. A lo mejor, el programa tiene éxito a pesar de esa preocupación que nosotros tenemos por un discurso de cierta complejidad. Realmente, no lo sé, pero me gustaría que fuera ése el secreto, que la gente registrara no ya los logros, sino, por lo menos, la búsqueda que sí hacemos de esa complejidad del discurso. A veces lo conseguimos, a veces no. Eso nos diferencia de otras escuelas radiales que, más bien, buscan lo contrario, tienen un discurso más simple, con un tono más cercano a la conversación de dos muchachos en la vereda, que está bien como actuación, por un rato, pero debe haber otras metas.

-¿Qué es lo que más orgulloso le hace sentirse al terminar un programa que disfrutó?

-A veces, por casualidad, aparecen algunas ideas, cada tanto, muy cada tanto.Cuando la gente las recibe y las recibe bien, nos vamos todos contentos. Pero a veces no sucede y hay que tener cierto profesionalismo que le permita a uno salir adelante aún cuando no aparezca lo que podríamos llamar "la inspiración", o una ocurrencia súbita. Cuando no hay esa creatividad, me parece que está bien tener un piso mínimo y seguro. En realidad, no siempre es una buena noticia ser profesional, porque el profesionalismo, por un lado, nos facilita un piso, y más bajo de eso no vas a llegar, pero también pone un techo. Entonces, estamos a salvo de los grandes errores pero, posiblemente, también, de las genialidades. El profesionalismo es la medida de rendimiento que a veces se parece a la mediocridad.

-¿Ese aparente automatismo hace la diferencia entre el profesional y el artista?

-No, yo creo que un artista también debe ser profesional. No hay una diferencia. Algunos son solamente profesionales, otros son profesionales pero, una vez cada tanto, tienen algunas ideas. Y otros no son ni una cosa, ni la otra.

-En la última entrevista que tuvimos, nos contó que estaba interesado en la física cuántica. ¿Qué encuentra de atractivo, comprensible o comunicable en esa materia?

-Sigo leyendo mucha ciencia, distintas cuestiones relacionadas con la física, a veces con la física cuántica, a veces con la historia de las estrellas. Y no lo digo jactándome, sino pidiendo disculpas por meterme en un terreno que mucho no domino. La complejidad es siempre muy atractiva. Hay un goce en el aprendizaje y en la comprensión. El goce de la comprensión es parecido al goce artístico, llena de felicidad. Lo que uno advierte, también, con cierta tristeza, es que, a lo mejor, uno ha estudiado ciencias humanísticas solamente porque era más fácil. Pienso, escuchándome a mí mismo, ahora: uno se ha dedicado a la literatura, a la filosofía, la ciencia humanística y ¿por qué?, porque la ciencia y la matemática era más difícil. Es que cuesta tanto comprender estos libros que, después de todo, los que leo son de divulgación, así que supongo que no serán tan complejos, que tengo esa sospecha.

-¿Está trabajando en algún proyecto en escritura?

-Estoy en un principio de proyecto de escritura, de manera que son momentos difíciles, donde uno no sabe si lo que está escribiendo será definitivamente lo que va a escribir. Por ahora, me paso muchas tardes escribiendo con la fuerte sospecha de que voy a tener que tirar lo que escribí.

-¿Tiene una disciplina a la hora de escribir?

-No, ojalá tuviera. Trato de tenerla, pero, inmediatamente, me aparecen pretextos. Tengo, más bien, una serie de mecanismos automáticos para eludir la disciplina que casi me impiden llevar adelante toda tarea. Me siento a escribir a determinada hora, pero, a los quince minutos, más que una idea literaria, aparece con mayor rapidez la idea de algún pretexto para abandonar la escritura. Pero sí (se pone serio, luego de exagerar su falta de concentración), hay que trabajar, ciertamente. Hay que obligarse a trabajar incluso en ideas que no te entusiasman del todo. A lo mejor, la uno, desde que se te ocurre te parece mediocre pero bueno, hay que seguir con ella para ver si nos lleva a la A, la B y, por ahí, la buena es la L.

-Y seguramente las soluciones lo asaltan en cualquier otro momento. ¿Tiene un anotador cerca?

-Sí, sí, pero no hay que dejarse tentar por las soluciones que aparecen de asalto, porque después puede aparecer algo que uno no había calculado. Y eso es lo malo de estar escribiendo una novela, al principio: por ahí aparece algo que uno no calculó, y lo peor que puede pasar es que aparezca tarde, cuando uno ha escrito 300 páginas y dice "¿cómo no pensé en esto?". A mí me pasó con una obra de teatro que estábamos escribiendo con mi hijo y casi al final, me di cuenta de que aquello que movía a la obra, no servía. En el modelo actancial, uno debe saber que quiere conseguir el personaje, si lo consigue o no, qué personajes lo ayudan, quiénes se lo impiden. Bueno, ahí no se sabía mucho quién quería qué. Era una obra musical que tuvimos que modificarla enteramente y apenas si conservamos dos o tres piezas musicales de esa otra obra que tenía como defecto que no había ni una idea que tirara. Se trataba de un tipo que perdía la memoria y digo: "no, eso no sirve, es una idea estúpida, ¿qué? ¿empieza a recordar y qué?". Basar un cuento en un tipo que pierde la memoria, ni para el peor cine de Hollywood.

El Boca de la desilusión

Al día siguiente del triunfo de Boca Juniors ante River Plate en el estadio Minella, pero pocas horas antes de que su ídolo Juan Román Riquelme anunciara su retiro, el "negro" Dolina charlaba con LA CAPITAL sobre el presente de Boca Juniors.

Aunque estaba en la ciudad cuando Boca jugó el superclásico, no quiso ir a la cancha y se mostró disconforme con la actualidad del equipo de sus amores.

-¿Cómo encontrás a este Boca sin Riquelme?

-Es un Boca más elemental, me parece a mí, de menos clase. Ayer tuvo bastante intensidad y River no pudo jugar bien, fue bastante flojo, así que ganó con bastante justicia. Riquelme tiene un juego más completo, más complejo, más elaborado, más lleno de creación. Boca no tiene eso ahora. Pero no es que lo tenga sólo por Riquelme. Fue empeorando poco a poco, pero no por (Rodolfo) Arruabarrena ni por estos jugadores de hoy, sino que a lo largo de toda la gestión de esta comisión directiva, el equipo ha ido desprendiéndose de los mejores jugadores, conservando a los peores y perdiendo calidad, perdiendo incluso al más grande de sus ídolos.

-¿Además de Riquelme, qué jugadores te gustaría que estuvieran en Boca?

-No, tampoco existe la posibilidad de tener jugadores que entusiasmen mucho, porque el mercado internacional de jugadores está fuera del alcance de Boca y en el mercado nacional, prácticamente, no queda nada porque los jugadores se van rápidamente a mercados europeos y es imposible traerlos. Creo que no es posible mejorar inmediatamente. Lo que se puede es, de a poco, ir construyendo jugadores de las divisiones inferiores. Va a llevar mucho tiempo arreglar el daño que se le ha hecho a Boca, que es muy grande.