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02-05-2015

"La obra habla de la convivencia entre víctimas y victimarios"

Carlos Santamaría analiza "La muerte y la doncella". La obra se despide hoy a las 20 en el Auditorium. Es la historia de una mujer abusada durante la dictadura pinochetista que no tiene espacio para realizar su denuncia.

"Tiene una actualidad enorme", dispara Carlos Santamaría sobre "La muerte y la doncella", pieza que llegó a Mar del Plata con producción del Teatro Nacional Cervantes y que podrá verse a las 20 de hoy en la sala Astor Piazzolla del Auditorium, con localidades a precios accesibles.

Santamaría interpreta al marido de una mujer torturada y abusada sexualmente durante la dictadura de Augusto Pinochet. Con pluma de Ariel Dorfman y dirección de Javier Margulis, la obra pone el acento en la injusticia que vive esa mujer, víctima de aquellos años, quien reconoce a su abusador y está condenada a convivir con su verdugo, en una sociedad que no juzgó a todos los responsables de las violaciones a los derechos humanos.

"Lo mejor que tiene la obra, a mi gusto, es que está escrita por alguien que no es argentino, por un chileno y está escrita en forma de thriller, de policial, entonces te engancha mucho desde lo argumental, más allá de la temática que es fuerte, tiene también un enganche desde la calidad de la obra", explicó Santamaría, quien comparte escenario junto a Marcela Ferradás y Horacio Peña.

Esa solvencia fáctica es lo que hizo que un director de cine de la talla de Roman Polanski la llevara al cine con Sigourmey Weaver y Ben Kingsley. Más tarde, también llegó a los teatros de Broadway con Glenn Close. "La obra está probada, está bien escrita y tiene mucha vigencia", aclaró el actor.

Santamaría entendió que la historia también sirve para comparar el avance de Argentina en materia de derechos humanos, ya que es uno de los pocos países del mundo que juzgó y juzga en la actualidad a los responsables de crímenes de lesa humanidad, ocurridos durante dictaduras militares.

"Paulina (Ferradás) vive la injusticia de no poder hacer su descargo de lo que le sucedió al ser torturada y violada -explicó-, porque en Chile sólo le daban lugar a los testimonios que tenían que ver con la muerte o con una presunción de muerte, toda la gente que vivió una situación como la de Paulina no tenía derecho a decir nada, nadie te iba a tomar declaración, porque no hay caso de muerte, la obra habla de eso y de la convivencia que tiene que haber entre víctimas y victimarios, porque la sociedad no juzgó a esas personas. Ellos comparten con vos los mismos lugares".

El hecho se complejiza porque la protagonista reconoce a su abusador a través de la voz. Y el verdugo ocupa aún un cargo elevado en la actualidad de Chile. "Ocurren los hechos recién saliendo de la dictadura chilena, entrando en la democracia, está todo muy sensible, y con el manto de los militares que conservan el poder y están viendo qué pasa, ni bien pase algo feo vuelven de nuevo", contextualizó.

- ¿La protagonista vive una suerte de tolerancia macabra?

- Es lo que sucede en toda Latinoamérica y en el mundo. Como país Argentina es el único que tiene ese avance, a nivel de los derechos humanos. En Chile solo fueron juzgados diez militares, en Uruguay no pasó nada, en Brasil tampoco y en el resto de latinoamérica tampoco. Y en todos los países que han tenido una guerra, los últimos que se dividieron de Europa, estas situaciones son comunes, porque la tortura y el abuso son bastante comunes y todos tienen el mismo problema de Paulina.

- ¿La obra también admite una lectura desde el tema de los femicidios y los derechos de la mujer?

- La obra la llevamos a Bariloche, porque estamos de gira por todo el país. La hicimos frente a chicos del secundario. Y ellos nos decían que la obra se vincula con la misma injusticia que pasan las mujeres violadas hoy. Es un poco lo mismo, es no tener posibilidades de hacer la denuncia, de recurrir a algún lugar donde te tomen la denuncia sobre lo que te pasó y que se haga algo con respecto a eso. La obra es actual por todos lados. Tiene una actualidad enorme, a mi gusto. Y es muy entretenida, dura una hora y veinte y te la pasás enganchado.

- ¿Tiene un plus especial llegar con el apoyo del Teatro Nacional Cervantes?

- Lo que tiene de bueno esto del Cervantes es que te permite llegar a todos lados del país. Trasladar la escenografía a Chaco, como hicimos el otro día, es muy caro. Pero lo que hace el Cervantes es genial, porque pone todo, los actores, el traslado, la escenografía y el lugar que te recibe sólo pone el hotel y la comida. Es una forma de llevar teatro a lugares a los que nunca llega, de lo contrario sería imposible. Además el Cervantes tiene como política que se cobren las entradas a no más de sesenta pesos. La movida es espectacular.