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05-07-2015

Liliana Bodoc: "Venimos del mono y vamos al dragón"

Exponente de la literatura fantástica, habló de la magia y del viejo paradigma racional, ése que hay que tirar "al fuego".

Ya no sabe si El Trapiche, en San Luis, es su lugar en el mundo. Es que el mundo es muy grande y es que sus afectos más cercanos están a muchos kilómetros. "Justo me agarraste en una disyuntiva en ese punto", dispara Liliana Bodoc, la autora de "La saga de los confines" y de "Tiempo de dragones", entre otros. "Cuando los amores más importantes como los hijos y los nietos se van lejos, uno empieza a decir '¿será la casa, o serán mis nietos? o ¿la casa no serán mis nietos?'".

Bodoc lamenta tener que interrumpir un plato de risotto que acaban de servirle. Dice adorar el arroz. Dice que recuerda los mandatos de su abuela italiana, que repetía lo mismo que tantos otros: "la comida no se tira". No obstante, las actividades en Mar del Plata, ciudad en la que participó de las jornadas "La literatura y la escuela" que organiza todos los años la ong local Jitanjáfora, fueron muchas e intensas.

"Es parte del trabajo", asegura sobre los viajes y las charlas que brinda y que ocupan su agenda. "El ideal de cualquier escritor es estar solo en casa escribiendo, lo grave es cuando todas estas actividades empiezan a consumir tanto tiempo y tanta energía que después en realidad va en desmedro de nuestro único trabajo verdadero, que es la escritura", opina, siempre sencilla.

"Tiempo de dragones", su último libro, es el resultado de su acercamiento al dibujante Ciruelo, el creador de los dragones y las mujeres aladas y, además, dueño de una cosmovisión fantástica que, sin dudas, encajó perfectamente en el universo literario en el que Bodoc venía trabajando. Este primer libro forma parte de una saga cuya segunda parte será, a la vez, una película con elementos de animación en la que ya trabajan productores y guionistas, cuenta, entusiasmada, Bodoc.

- ¿Cómo nació "Tiempo de dragones"?

- En realidad comenzó con la idea de ser un guión cinematográfico. Esa es la realidad. Pero zapatero a tus zapatos, el guión cinematográfico me quedó como un talle 32, chiquito por todos lados. Pero no chiquito por el género, sino chiquito por mi incapacidad de entender ese género que es un mundo absolutamente aparte. A la cabeza del novelista le cuesta mucho encajar ahí. A mi me resultó literalmente imposible, imposible hacer un guión sin reconstruir todos los detalles del imaginario. Por ejemplo, los drateucas esclavizan a los dragones. Fenómeno pero ¿quiénes son los drateucas, cómo aman, cómo bailan, cómo se visten, cómo saltan, qué armas tienen? El contexto… Un día Ciruelo me miró del otro lado de la mesa y me dijo '¿por qué no escribís una novela?' Y sabés que sí, le dije… Sabés que no voy a poder llegar a la síntesis sin el análisis, sin la extensión y ahí decidimos cambiar los tiempos, darle espacio a la novela. Y después vendrá el guión. Lo que iba a ser el guión neto de la película es lo que voy a desarrollar recién en el segundo libro, porque yo necesité desarrollar el imaginaio, la precuela. Lo que estoy  escribiendo ahora va a ser estrictamente la película: es el viajer de este elegido, el personaje.

- Ciruelo y usted se encontraron y resulta que, en un primer momento, uno advierte que sus universos estaban conectados.

- Hay puntos de reunión que no eran justamente los dragones. Los dragones no estaban para nada en mi imaginario, para nada, la verdad es que Ciruelo me los hizo muy amables y muy entrañables. Pensamos mucho, hablamos mucho, le tengo a Ciruelo un profundo respeto, un profundo cariño. Es muy sabio, más allá de dibujar muy bien piensa sobre cuestiones que no son fáciles de expresar sin que nos tomen por seudos chamanes o seudo locos o seudo chiflados. El lo hace con mucha altura intelectual y siempre sale bien parado, porque lo merece. En un gesto de inmensa generosidad me ofreció sus dragones casi para que yo hiciese con ellos lo que quisiera, para que yo los contara como quisiera. Así que esto recién empieza.

- ¿Qué elementos son los que considera que tiene en común con Ciruelo?

- Lo más importante que compartimos es el imaginario mágico. Esta idea de que la cosmovisión originaria de América está nutrida y está atravesada por una magia y por una magia seria, que existió y que existe cabalmente y que a muchos nos ayuda a transitar la vida y a transitar la muerte. Así que yo creo que esta sumatoria de América y de América originaria y de lo mágico fue claramente lo que nos une, la zona de intersección.

- ¿Encuentra esa magia en el presente?

- Lo mágico uno puede entenderlo como un abracadabra, como un llegar con la varita mágica y trastocarlo todo, estoy segura de que Ciruelo no tiene esa idea ni tampoco es la mía. Yo creo que tiene que ver con la posibilidad de la intercomunicación de todos los seres, tiene que ver con entender que somos una aldea. Cuando entendemos que somos una aldea como planeta y como cultura, que de verdad mi suerte depende de la tuya y visceversa, que de verdad la suerte de la ardilla depende de la suerte de la montaña, que depende de la suerte del viento, que depende de la suerte de mi nieto... eso es mágico. Y contra eso han apuntado los cañones un sistema que bombardea la mancomunidad. Desde hace siglos, así que en ese punto está viva la magia, o por lo menos la estamos remando.

- En "Tiempo de dragones" escribió que "las profecías no reemplazan las decisiones de los pueblos, solo las sostienen". ¿Hay profecías en el presente?

- Sí, yo creo que en muchos sentidos Jesús sigue siendo una profecía, más allá de que haya llegado o no, sigue siendo una profecía porque sigue siendo una visión que tiene que ver con sostenernos en el amor, es compensar, aunque sea de a ratitos, que el amor es de verdad lo más importante. Tiene que ver con ser capaces de despojarnos de todo en un acto de puro, profundo y desinteresado amor. Y menciono a Jesús porque es una profecía que a mi, en lo personal, me conmueve enormemente. Y no es que sea católica. Pero creo que sí, que hay profecías que están atravesándonos. La profecía del tiempo mágico y del calendario mágico de los mayas, hay un montón de profecías que nos van ayudando a construirnos y a construir nuestro mundo.

- En ese libro también dice que son las generaciones futuras las que las describen, las que las descifran esas profecías. 

- Se van reescribiendo, son como poemas orales, en un punto. Las generaciones las repiten y las cambian también.

- ¿Qué simbolizan los dragones?

- Yo creo que somos nosotros mismos. Venimos del mono y vamos al dragón, creo que tiene que ver con lo deseable para el ser humano, con su evolución espiritual, con su evolución emocional, con su evolución como pueblo. Yo los entiendo como un potentísimo símbolo del poderío humano, cuando el ser humano se entregue al conocimiento y se entregue al amor.

- ¿Cuánto falta para ese momento?

- Creo que mucho. Hay un paradigma que felizmente se descompaginó y que se rompió. Es este paradigma que señala que lo único importante era la inteligencia y la mentalidad, la inteligencia mental y la inteligencia emocional no valían nada, es un paradigma masculino, bélico, mental, racional, todo se explica, todo se infiere y no, todo no se explica y todo no se infiere. La mayor parte de las cosas se intuyen, se sienten y se perciben. Yo creo que toda esa inteligencia, que es la inteligenca mágica, se vino abajo con el mundo que destruyeron en nuestro continente. Y lo estamos lentamente recomponiendo.

- En Oriente hay puntos de contacto con eso que pasaba en América antes de la llegada del blanco español.

- Para escribir "La saga de los confines" alguna vez leí un libro que me marcó mucho, "Qué es el chamanismo", de Mircea Eliade, que es un antropólogo. Y él hace un recorrido por el chamanismo de muchos lugares del mundo. Ahí encontrás que en el embrión de esa sabiduría hay cinco o seis principios básicos y que se repiten en todas partes.

Hay que darse los tiempos y los espacios de trascendencia, en tanto vivamos sometidos y subsumidos en este mundo que es produzco-consumo, no le damos tiempo ni espacio al alma para que se ponga contemplativa, apacible, generosa. Entonces creo que sí, claramente, de una manera voluntaria y férrea hay que empezar a construir ese lugarcito que cada vez es más grande y en el que cada vez estamos más cómodos.

- En sus novelas usted construye mundos que poco tienen que ver con éste. ¿Qué aspecto de la actualidad nutre sus historias?

- Me nutre ésto que pasa y que añoraría que dejara de pasar. Nuestros pibes pasando como patitos al tiro al blanco de los estímulos nefastos, la brutal soledad, la brutal injusticia, el despropósito de alguien que tiene tanto que no puede ni entenderlo y un niño lleno de moscas. El despropósito es tan atroz, es tan gigantesco que no, uno dice no, este paradigma hay que tirarlo al fuego y armar otro, no es esto de dame un poquito y vamos a hacer esta campaña... no alcanza. Es mucha la gente que está sufriendo y que día a día se pierde para siempre, contra fortunas que son un absoluto despropósito, de lujuria. Eso a mi no deja nunca de golpearme en la boca de la panza.